El Comandante eterno parte de la ciudad de Serafín hacia el Oriente cubano

Luego de una conmovedora acogida en la ciudad que lo cobijó en la madrugada del 6 de enero de 1959, el cortejo fúnebre con los restos mortales de Fidel Castro Ruz, el eterno Comandante que no se irá jamás del corazón de los cubanos, acaba de partir de la ciudad

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El Comandante eterno parte de la ciudad de Serafín hacia el Oriente cubano. ( Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Luego de una conmovedora acogida en la ciudad que lo cobijó en la madrugada del 6 de enero de 1959, el cortejo fúnebre con los restos mortales de Fidel Castro Ruz, el eterno Comandante que no se irá jamás del corazón de los cubanos, acaba de partir de la ciudad de Sancti Spíritus rumbo al Oriente de Cuba.

En un tránsito a la inversa del que realizara por esta tierra en aquella ocasión, cuando de camino hacia La Habana hizo escala en la ciudad del Mayor General Serafín Sánchez Valdivia, el cortejo fúnebre se dirige a territorio del municipio de Jatibonico.

Luego de un breve alto junto a la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena, otrora Sociedad El Progreso, desde cuyos balcones le hablara al pueblo aquella vez y ahora el pueblo le prodigó un recibimiento sin precedentes en la historia de esta tierra, con el canto emocionado del Himno Nacional, la caravana se dirigió, sorteando calles repletas de personas, nuevamente a la Avenida de los Mártires.

 Desde la esquina donde se alza el único monumento en este suelo de un Martí que, vigilante y en toda su estatura, presenciaba la caravana en la tierra del Mayor General de las tres guerras independentistas, se incorporó a la Carretera Central y emprendió rumbo hacia el municipio de Jatibonico.

Desde la entrada y hasta la salida de la ciudad del Yayabo, se encontraban desde la madrugada miles de espirituanos que aguardaban la llegada de su líder, hoy convertido en cenizas, pero también, y más que eso, en un símbolo no solo de Cuba, sino de todo el mundo y una advertencia para el mundo de que las ideas nobles y grandes no mueren jamás.

El alma de la gente aquí y sus rostros no muestran más que pesadumbre por la partida física del líder innegable, el Gigante que un día asaltó, desde el cuartel Moncada, la historia, para que Cuba fuera libre y el pueblo pudiera disponer de su destino.

Banderas, flores, carteles y mucho llanto acompañaron al Comandante eterno en cada instante de su estancia en Sancti Spíritus.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

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