La medicina es como los cuentos de Las mil y una noches (+fotos)

Asevera el doctor José Antonio Muga Hernández, una suerte de cátedra de la Ginecología en Sancti Spíritus “Si haces algo mal, vas a salir por el periódico Escambray”, escuchó más de una vez en chanza. Hoy aquella especie de profecía se hace realidad; mas, no con el tono inquisidor que

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Muga, además, prestigia el claustro docente de la Universidad de Ciencias Médicas como profesor consultante. (Foto: Carlos Luis Sotolongo/ Escambray)

Asevera el doctor José Antonio Muga Hernández, una suerte de cátedra de la Ginecología en Sancti Spíritus

“Si haces algo mal, vas a salir por el periódico Escambray”, escuchó más de una vez en chanza. Hoy aquella especie de profecía se hace realidad; mas, no con el tono inquisidor que le vaticinaron entonces, sino con el pretexto de asomarse a la vida de quien alguien bautizó como el segundo padre de la Ginecología por estos lares.

Aunque José Antonio Muga Hernández reniega de semejante nombramiento —demasiado rimbombante, dice— mientras diserta sobre la especialidad a la que ha dedicado casi 50 años, a ratos tengo la sensación de conversar con un erudito de las artes, acaso por el cosmos de alta cultura que también lo habita, más allá de la bata y el recetario, de su título de especialista en primer y segundo grados de Ginecobstetricia. De no ser porque estoy convencido de mis facultades mentales, podía tener la ilusión de tener delante a un hombre del Renacimiento.

“Un famoso endocrino español, de apellido Marañón, refería: ‘el que de Medicina solo sabe, muy poco sabe’. Por eso siempre traté de ampliar mis horizontes, de leer, de buscar. Dicen que soy uno de los usuarios más viejos de la biblioteca de la Universidad de Ciencias Médicas. Cultivarse todos los días es esencial si quieres entender el mundo que te rodea. El hábito de la lectura ha ido desapareciendo en la juventud. Eso me preocupa”, comenta sentado en el sillón de su casa.

Afuera, el calor arremete. “Déjame encender el ventilador, muchacho, que nos vamos a deshidratar aquí —bromea—. Quisiera que no dejaras de poner en la entrevista el nombre de mi esposa: María Antonia. La conocí cuando iba a comprar cosas a la tienda de mi papá, en La Habana. Nos enamoramos y sin ella mi vida sería muy distinta. Ella dejó todo, hasta su trabajo en el despacho de un ministro, por irse conmigo para Santa Cruz del Sur, cuando me asignaron allí, en diciembre del 66, después de graduado. Hice de todo: partos, atendí niños, adultos, medicina general en un hospital regional de 20 camas, me hicieron director y tenía la responsabilidad de dos áreas de salud.

“Por cierto, para que sepas algo curioso, ahí, en Camagüey, conocí el lugar exacto donde había nacido porque mis padres, Marcos y Alba, se trasladaron para Mayajigua a petición de mis abuelos maternos a pocos días de mi nacimiento y nunca más regresaron; fue como un viaje a la semilla, diría Carpentier.

“En todos esos momentos trascendentales, estaba mi esposa. De ahí fuimos para Santa Clara hasta llegar a Sancti Spíritus, donde nos establecimos. Quiero que mis restos descansen aquí porque en esta ciudad me hice persona”.

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Muga: Cuando empecé hice un archivo de Radiología, abrí una consulta de Infertilidad, otra de Patología de cuello…(Foto: Carlos Luis Sotolongo/ Escambray)

¿Cómo fue el primer contacto con la villa?

“El cambio fue brusco, no te voy a engañar. Yo vivía enamorado del movimiento cultural de Santa Clara, también de su prestigio en el ámbito de la docencia. Llegué a Sancti Spíritus como todo recién egresado: lleno de ideas, y tuve la suerte que mucha gente me apoyara, sobre todo el doctor Guerra, un médico de renombre.

“Traje conmigo todo cuanto aprendí en la academia, familiaricé a colegas con procedimientos y técnicas que aquí no se utilizaban como inyectar un líquido de contraste en la cavidad uterina (todavía no había llegado el ultrasonido). Empecé en el antiguo materno que queda por el Coppelia, hice un archivo de Radiología, abrí una consulta de Infertilidad, otra de Patología de cuello… La primera siempre fue la que más me apasionó. Todavía recibo correspondencia de matrimonios que lograron tener hijos gracias a los beneficios de esa consulta. Es muy gratificante saber que uno contribuyó a quitarles esa tristeza.

¿No interpretaron esas intenciones como un ejercicio de autosuficiencia?

Mucha gente había aprendido con familiares médicos. En aquel tiempo, si tú tenías un tío, por ejemplo, que era pediatra, ibas para su consulta para aprender. Yo era de otra generación. Me llevaba bien con todo el mundo y siempre conté con el respaldo del doctor Guerra. Además, a mucho de esos médicos yo los conocía. No te digo que a lo mejor alguien lo vio de otra manera, pero de ahí a expresarlo públicamente…

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Cuando escuché por primera vez el llanto de un recién nacido supe que había encontrado mi lugar en el mundo, afirma el Doctor. (Foto: Carlos Luis Sotolongo/ Escambray)

¿Cómo recuerda el primer parto que realizó?

“Fue en cuarto año de la carrera. Nada, absolutamente nada, es comparable con la sensación de ver nacer un niño. ¡Es una alegría tan grande recibir una vida, acogerla, incluso antes que su propia madre! Cuando escuché por primera vez el llanto de un recién nacido supe que había encontrado mi lugar en el mundo”.

La sala de la casa de Muga parece una galería de arte. Lienzos, dibujos… ambientan las paredes. Más adelante, los libros se amontonan en los estantes. “Leo a toda hora, sobre todo novelas, cuentos y biografías. Acabo de terminar la de Pedro I. Devoro lo que me va cayendo. El pintor que más me conmueve es Carlos Enríquez, por sus colores y la visión de Cuba que dio en su momento. La música también me gusta, sobre todo la clásica, pero no tengo nada que ver con la letra de los reguetones. Y en la literatura no negocio con nadie: muero con las obras de Carpentier”.

¿Qué libros quisiera leer ahora?

“La biografía del Che escrita por Paco Ignacio Taibo II; la de Napoleón, pero de un autor diferente a Emil Ludwig, y la de Gabriel García Márquez”.

Y no puede evitar recitar de memoria pasajes de El siglo de las luces y desbordar su devoción carpenteriana. “Lo mismo hago cuando comienzo las clases para que mis alumnos adquieran algo de cultura. Así mismo he hecho también con mi nieta Gabriela. Es una adolescente que me dice que ella quiere saber el porqué de las cosas. Le gusta la investigación”.

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Necesito a mis alumnos, necesito dar clases, necesito a mis pacientes, alega el prestigioso Doctor espirituano. (Foto: Carlos Luis Sotolongo/ Escambray)

Tiene una hija que apostó por la Medicina.

Con este mundo ocurre lo mismo que con la Música: casi siempre, algún miembro de la familia sigue un camino similar. La especialidad de mi hija Yamila es Anatomía Patológica. También es profesora como yo. Un orgullo, de verdad.

A casi ocho décadas sobre sus hombros, ¿por qué se resiste a la idea de retirarse?

Necesito a mis alumnos, necesito dar clases, necesito a mis pacientes… Imparto docencia en el Policlínico Centro a los estudiantes de diferentes años. El martes por la mañana tengo la consulta de Infertilidad. Reviso tesis, ayudo en la casa. El día que me acomode en un sillón es porque no me quedan fuerzas.

Sus alumnos dicen que usted insiste mucho en el porte y aspecto.

Una de las cosas que llevó a convertirme en médico fue eso. Yo soy el mayor de tres hermanos y me crié con mis abuelos cuando viví en Mayajigua. En el pueblo había un médico muy famoso, el doctor Juárez, todo un personaje no solo por sus conocimientos, sino por su presencia. Mi abuelo, que se llamaba José Hernández, un isleño que llegó a ser mayoral de colonia, me invitaba a fijarme en el comportamiento del doctor Juárez. Cuando él llegaba a la casa, aquello era un acontecimiento: mi abuela le tenía una toalla, un jabón nuevos; mi abuelo le servía un anís especial y le invitaba a hablarme de Medicina.

“Quizás por eso es que no entiendo que alguien puede llegar a una consulta y ver a una profesional en calenticos. Tampoco pienses que hablo de sayas hasta los tobillos ni camisas de manga larga porque nos moriríamos del calor, pero sí un poco de respeto a tu trabajo, un poco de amor propio: la profesionalidad también se define desde la primera impresión que transmites. Si a usted no le interesan las personas que sufren, el dolor ajeno o ayudar a los demás, deje la carrera y dedíquese a otra cosa. La Medicina es igual que los cuentos de Las mil y una noches: interminable.

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Muga: La relación médico-paciente es un vínculo que cura sin medicamentos. (Foto: Carlos Luis Sotolongo/ Escambray)

¿Qué otras urgencias considera merecen revisarse?

“La relación médico-paciente es un vínculo que cura sin medicamentos. Pero se trata de un diálogo privado, eso también se ha perdido. Lo primero que yo hice en Luz y Caballero, cuando abrí la consulta ahí, fue buscar un pestillo. No entra más nadie que el paciente, la enfermera y un servidor. Muchas veces las consultas se convierten en un confesionario público. Otros, en cambio, van al otro extremo y no se acostumbran a que la consulta es sagrada. Hay que examinar, tocar al paciente. La gente me ve por la calle y me dice: ‘tengo un dolor aquí. Recomiéndeme algo para ir tirando’. ¿Y si eso te cuesta la vida?”.

Tanto sacrificio empieza a pasar factura. Lo evidencia la prótesis auditiva para despejar el silencio que en ocasiones lo lleva a ladear la cabeza. La hipertensión y la diabetes también hacen de las suyas. “Ya lo dice la canción: ‘el tiempo, el implacable’ —bromea—, pero ninguna me asusta tanto como perder la vista o la capacidad de caminar. Sería vivir a oscuras, vivir a la mitad.

¿Por qué una persona con su trayectoria y reconocimiento no se fue a La Habana en busca de nuevos horizontes?

No creo en la hipótesis del sueño capitalino. Aquí he podido hacer muchas cosas. A lo mejor, allá no hubiera sido así. Yo me considero espirituano por encima de todo.

Dicen que la historia de la Ginecología en Sancti Spíritus no puede escribirse sin usted.

La vida se encargará de eso. Más me preocupa aprender cómo dar malas noticias en cuestiones médicas. Es algo que con mis 78 años me cuesta todavía. Eso, y vivir con el dolor de que mis abuelos no llegaron a verme graduado porque murieron mucho antes. Creo que es el único reproche que le tengo a la vida.

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Yo me considero espirituano por encima de todo. (Foto: Carlos Luis Sotolongo/ Escambray)

Carlos Luis Sotolongo Puig

Texto de Carlos Luis Sotolongo Puig
Autor del blog Isla nuestra de cada día. Especializado en temas de patrimonio cultural.

8 comentarios

  1. YOSY ARRIETA RODRIGUEZ

    Muchas Felicidades a quien considero mi segundo padre, mi padrecito como cariñosamente le digo, estoy feliz por tus éxitos, mereces todos los reconocimientos del mundo por ser tan especial, por trasmitir tantos conocimientos y por todo el amor, cariño y comprensión que nos das a todos los que te conocemos, ejemplo de esposo, de padre, de abuelo, de profesor, de médico,excelente trabajo» honor a quien honor merece», gracias a todos los que contribuyeron con un granito de arena a realizar esta entrevista, !!!!!!!EXCELENTE TRABAJO!!!!!!!!!

  2. !Felicidades Muga!, continué como hasta ahora, Cosechando éxitos, !Felicidades! . Necesitamos en el mundo personas como usted.
    Soy paciente suya, y me gusta que se continuen haciendo trabajos periodísticos como este, que incentiven a las personas abnegadas y laboriosas, a trabajar como lo hacen.

  3. mayra gomez lópez

    Me enorgullese tanto que el Periodico Escambray , nuestro periodo de Santi Spíritus tenga tan presente a estas personas que son de ejmplo vivo, que hay muchas generaciones formadas por este prestigioso Doctor que todavía no se ha cansado y que sigue enseñando y consultado, para mi el es algo muy especial , como persona como profecional, al igual que su esposa es una persona excelente y de su hija ni hablar , Yumila la Patologa es un desborde de amor continuo y cuando tiene duda no demora para colsultar con sus profes y cuando llegas con ellos tienen un prestigio tan grande que es inesplicable, yo fui testigo de eso en el Hospital Hermanos Almejeira, y se que esa es la educación de sus padres, SOLO LES DESEO A ESA FAMILIA QUE SIGAN ADELANTE Y QUE SIEMPRE ESTEN A PLENA CAPACIDAD PARA SEGUIR ENSEÑANDO, UN BESO GRANDE PARA ESA FAMILIA

  4. Muy merecida entrevista a mi profesor favorito, disculpen, a mi maestro predilecto el fue la persona que hizo de mi un mejor médico, no hace ni un año tuve la dicha de examinarme con el como presidente de tribunal y por supuesto use corbata para la ocasión. Un saludo para mi maestro predilecto desde Venezuela. Yaniel graduado del Policlínico Centro

  5. Enhorabuena profesor! Bonita entrevista acorde a la persona. Muchas gracias por todo. Sandra hija de Oscar.

  6. Se conoce a una persona al coversar horas y horas… Esa oportunidad de conocer al Profe la tuve en un viaje de Ciencias Medicas que hicimos a Santiago de Cuba, conversamos sobre literatura, pintura, musica, la vida…. en fin, el Profesor reune conocimientos enciclopedicos, es increible la cantidad de temas donde puede desenvolverse y por demas amenos y llenos de simpatia…me sumo a las personas que han opinado y agradezco al redactor su trabajo tan merecido para el Profe Muga

  7. Un ejemplo. Me enseñó mucho, luego trabajamos juntos, asistió al nacimiento de mi hija. Es la modestia en persona. Felicidades desde España al profesor Muga. Oscar de Guayos.

  8. Ejemplo de Profesor, Amigo, Padre , esposo, mi querido profesor, mucho de lo que he aprendido en la obstetria y en la vida es gracias a el, mucha salud mi profe, te queremos siempre

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