Las palabras escritas me ayudan a escapar

Así se presenta Ariel Fonseca Rivero, uno de los miembros de la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz más premiados en los últimos tiempos Fiel a sus palabras escritas, minucioso en todas las historias que redacta, el joven espirituano Ariel Fonseca Rivero se acomoda detrás de cada letra, a

Así se presenta Ariel Fonseca Rivero, uno de los miembros de la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz más premiados en los últimos tiempos

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Con el texto El circo invisible obtuvo el Premio Herminio Almendros otorgado por la Editorial Oriente y la Beca de Creación La Noche, conferido por la AHS. (Foto: Lisandra Gómez)

Fiel a sus palabras escritas, minucioso en todas las historias que redacta, el joven espirituano Ariel Fonseca Rivero se acomoda detrás de cada letra, a fin de transgredir los límites posibles de la realidad.

Y en esa constancia de llevar al papel cuanto detecta en su diarismo le ha permitido no solo develar su personalidad o sus otros tantos yo, sino colarse por la puerta ancha del panorama literario cubano.

“Al crear en cada texto un mundo interior, las palabras escritas me ayudan a escapar. Aún no creo que tenga todas las habilidades para considerarme un buen escritor, pero desde hace tiempo sentí la necesidad de expresarme de esa manera.

“Escribo por acumulación. Mientras camino veo todo lo que me rodea. Observo cualquier detalle, por mínimo que sea, ya que me puede dar pie a una historia. Cuando me siento a escribir es porque ya me está martillando la cabeza”, explica este joven que como la Asociación Hermanos Saíz (AHS), a la cual pertenece, está próximo a celebrar su cumpleaños 30.

Sin escudarse en grandes fórmulas, Ariel Fonseca Rivero ha cosechado ya un extenso currículo de lauros. Algunos de los que resaltan a simple vista son la Beca de Creación La Noche 2012, conferido por la AHS; Premio Herminio Almendros 2014, otorgado por la Editorial Oriente; Premio Celestino de Cuento 2014, entregado por Ediciones La Luz y la AHS, de Holguín, y la Beca Dador 2016, también auspiciada por la organización que agrupa a la joven vanguardia del país.

Con tantos lauros, ¿te consideras un hombre con suerte?

“Para nada, aunque sí cuestan trabajo. Los premios te los dan o no. Tampoco son sinónimos de calidad. Hay muchos factores que van de la mano en los concursos. Si en algún momento me he entristecido porque no he recibido alguno, me ha servido para seguir esforzándome y alcanzar otros”.

¿Concursante nato o por obligación?

“Mando bastante porque es la manera más efectiva de que te publiquen si ganas. Hay muchas personas con talento que escriben y la competencia en las editoriales es muy fuerte. Los premios, muchas veces te dan derecho a ir directo al plan editorial”.

Esa estrategia de trabajo, a quien labora hace más de 10 años en el Instituto Vocacional de Ciencias Exactas Eusebio Olivera, de Sancti Spíritus en el área de Computación, le ha dado muy buenos resultados. Tan es así es que textos como …aquí Dios no está (2010), El circo invisible (2015) y otros con olor a próximo estreno como Hierbas y Do not disturb (No moleste) integran la colección de ideas llevadas al papel.

¿Cómo logras el equilibrio entre la profesión (ciencias técnicas) y la pasión (literatura)?

“El pensar que para poder escribir hay que ser graduado en alguna carrera de letras es un cliché. Aposté por el técnico medio en Computación y luego me licencié, aunque hubiese preferido algo relacionado con la Veterinaria. Disfruto mucho mi labor en el IPVCE, sobre todo cuando fuera de ese centro me encuentro a mis alumnos y me saludan agradecidos por lo que aprendieron en las clases”.

¿Cuánto te ha valido ser miembro de una organización de tu misma edad?

“En mi territorio me ha ayudado mucho, pero a nivel nacional no me he sentido totalmente promocionado. Quizás sea por el fatalismo geográfico o porque las personas que se dedican a eso no abogan por mi literatura”.

¿Cómo evalúas el movimiento creativo de otros jóvenes que como tú hacen literatura?

“Hay varios jóvenes escribiendo cosas muy interesantes, pero no todos se esfuerzan. Aunque me reservo el derecho para criticar, pues cada quien hace su trabajo como entiende. Ojalá y saquen adelante sus escritos”.

A pesar de ser ya un escritor reconocido en las lides literarias del territorio y un poco más allá, aún a Ariel Fonseca Rivero se le ve a menudo muy cerca de sus inicios, junto a su amiga y asesora Dalila León, quien lo condujo de la mano en los primeros pasos por la literatura.

“En el 2009 comencé a integrar los talleres literarios. Al principio me señalaron muchas cosas. Con unas estuve de acuerdo; con otras, no tanto. Varias veces en esos espacios te encuentras con opiniones malintencionadas que te deforman o entristecen. Dalila, por fortuna, me ha orientado, sin violentar las esencias de mi quehacer. Gracias a todos esos esfuerzos actualmente tengo resultados y ando en los finales de una noveleta para jóvenes y otros cuentos para adultos”.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

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