La ruta del petróleo en Sancti Spíritus

En varios sitios espirituanos han aflorado yacimientos y expectativas cuyo punto final aún no se ha escrito Casi como en el cuento mil veces repetido en viejos filmes de Hollywood, donde el minero —o el granjero— encuentra una pepita y tras ella aparece una providencial mina de oro, hace mucho

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Fidel con los trabajadores petroleros en el yacimiento de Jatibonico.

En varios sitios espirituanos han aflorado yacimientos y expectativas cuyo punto final aún no se ha escrito

Casi como en el cuento mil veces repetido en viejos filmes de Hollywood, donde el minero —o el granjero— encuentra una pepita y tras ella aparece una providencial mina de oro, hace mucho que en lugares de la antigua provincia de Las Villas como Motembo y Jarahueca surgieron modestos yacimientos de hidrocarburos que, prácticamente, se descubrieron a sí mismos.

Hoy, cuando en el país se invierten cientos de millones de dólares a título exclusivo del Estado cubano, o en cooperación con reputadas empresas extranjeras para la búsqueda de petróleo —que tan escurridizo nos ha resultado hasta la fecha—, la historia de la explotación petrolera en tierra espirituana cobra renovada vigencia.

“MILAGRO” EN JARAHUECA

Es un hecho que en fecha tan temprana como el año 1918, investigaciones realizadas por el especialista estadounidense E.L. De Goyler y el ingeniero cubano Jorge Broderman daban cuenta de la existencia de ciertos materiales bituminosos y vertimiento de gases con fuerte olor a azufre en lugares ubicados a unos 8 kilómetros al oeste del poblado de Jarahueca.

Estos prometedores indicios no fueron aprovechados en aquel momento para una búsqueda intencionada de petróleo, y donde solo existían en la isla los yacimientos de Motembo —1881, el más antiguo— y Bacuranao, Habana (1917), pasarían otros 24 años hasta aparecer en 1941 el que sería el tercer “campo petrolífero” de Cuba.

Según la investigación del periodista Aramís Fernández Valderas titulada Las Minas de Jarahueca; ruta del petróleo en Cabaiguán, fue en el caserío de Las Minas, específicamente en la finca Rosa de Cancio, del barrio de Pedro Barba, en el actual territorio de Las Minas Arriba, donde se produjo el hallazgo.

Fernández refiere que, necesitado de proveer agua para sus animales en la temporada seca de aquel año, Carlos Delgado Barrera, el dueño de la Rosa de Cancio, ordenó a sus peones perforar un pozo a unos 20 metros de la exigua corriente de un arroyo que pasaba por la parte baja de su propiedad.

A la sombra de un grueso árbol los hombres horadaron la tierra y brotó de ella un agua amarillenta y burbujeante que hizo creer a sus descubridores que se trataba de un pozo embrujado, por lo que corrieron en busca del dueño. Este los recibió con una sonrisa, caminó hasta el lugar y lanzó un fósforo a la superficie del líquido, que se prendió al instante. A Delgado se le olvidaron todas sus demás preocupaciones y, sin pérdida de tiempo, se fue a Motembo.

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La gente especulaba con el pozo que dejó sellado la compañía yanqui en Guamajal, recuerda Andrés Bello Oliva. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Allá lo atendió uno de los responsables nombrado Ramón Cordero, quien luego de escuchar el relato de Carlos vino a la Rosa de Cancio, tomó muestras del pozo y regresó para analizarlas en su laboratorio. La respuesta positiva no tardaría en llegar de retorno, como tampoco la primera perforadora a vapor y las buenas noticias de los nuevos hallazgos, que hicieron cambiarle el nombre a la finca por el más comercial de Minas de Jarahueca.

Lamentablemente, hace ya mucho que la visión de unas máquinas perforando y otras extrayendo el crudo, los carros pipa transportando el líquido y los hombres tocados con cascos moviéndose en todas direcciones, es cosa del pasado. Según Fernández Valderas, hasta el año 1960 en esta área se perforó y explotó el pequeño campo petrolífero que, con el decurso del tiempo y el progresivo agotamiento, se fue quedando solo con el nombre de Las Minas.

Hoy en día Las Minas está llena de recuerdos petroleros; la mayoría de las casas usan el gas de los pocos pozos en producción, valiéndose de tuberías galvanizadas. Con ese gas cocinan y se alumbran cuando por alguna razón falla el fluido eléctrico.

¿PETRÓLEO ENTRE DOS RÍOS?

A la finca Vega Grande, ubicada entre los ríos Zaza y Tuinucú, a unos 9 kilómetros en línea recta al este de Sancti Spíritus, también le llegó, pero en 1955, la fiebre del petróleo, solo que allí no hubo indicios previos, como asfalto a flor de tierra (Motembo), ni pozos criollos llenos de agua combustible con olor a azufre (Jarahueca).

Lo cierto es que nadie en aquella comarca agreste cuajada de pastizales y montes, propiedad de marqueses españoles, pudo imaginar entonces que 1955 se convertiría para ellos en un año de especulaciones y esperanzas en torno a la exploración petrolera iniciada en el lote Guamajal, a pocos metros del Tuinucú, por la entidad estadounidense Trans-Cuba Oil Company S.A.

De la ilusión con que fue acogido aquel primer intento en Guamajal da fe una nota publicada en el Boletín de Información Municipal del Ayuntamiento de Sancti Spíritus, del primero de julio de 1955, en la llamada “Columna de Moralitos”. Pocos meses después en el propio boletín se reitera con expectativa lo que pudo convertirse en el cuarto polo petrolero en Cuba.

Zobeida González Hernández se mudó para Vega Grande con sus padres cuando tenía siete años y al empezar la perforación en 1955 ya era mujer. “Por allí se hizo habitual que fuéramos la juventud de la zona al lugar y nos retratáramos al lado de la torre y los equipos… No sabemos si encontraron petróleo o no, nadie lo dijo. Un día recogieron todas sus máquinas, sellaron el pozo y no se volvió a saber de ellos”.

Al cabo de seis décadas, Arturo Posada Méndez, que entonces era niño, refiere a Escambray: “Aquí hubo dos perforaciones; una en la zona de la vaquería Vega Grande, potrero El Guamajal, en 1955-1956, por una compañía norteamericana, y la otra en 1963-1965, por el Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM), en Orozco. “La segunda perforación se inició en 1963 o 1964. Aquí había la sospecha de que una —hipotética— veta petrolífera de Venezuela, pasaba por esta zona, como si se tratara de un río subterráneo”.

Para Andrés Bello Oliva, cuñado de Posada, la perforación del ICRM en el potrero de Orozco fue como una fiesta: “Yo era pequeño aún y estudiaba en la primaria. Un día vimos llegar todos esos camiones, pipas de combustible, maquinaria… y con ellos venían jefes que creo que eran de Matanzas y tenían ciertos antecedentes de que podía haber petróleo por estos rumbos.

“Un hombre de apellido Zurita venía al frente del grupo que perforó en Orozco, cerca de la vaquería 30. Entonces se hablaba del pozo sellado en Guamajal y especulaban. El grupo lo componían entre 50 y 60 personas. Ellos estuvieron allí cerca de dos años y luego, como no hallaron nada, se fueron.

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Hoy los principales yacimientos están en la franja norte de las provincias de Mayabeque y Matanzas.

EL EMPORIO DE JATIBONICO

A la franja de Jatibonico-Cristales le cupo el honor de convertirse en el cuarto polo petrolero de Cuba. La TransCuba Oil Company S.A., que metió sin fortuna sus barrenas en la finca Vega Grande, tuvo mejor suerte en las prospecciones que realizaba en igual etapa en predios jatiboniquenses, de consuno con entidades subsidiarias.

Según datos que obran en el Museo de Historia de esa localidad y en el reportaje titulado “Fidel en Jatibonico”, de los colegas Mary Luz Borrego y Rafael Daniel —Escambray, sábado 5 de junio del 2004—  la tradición oral de la zona señala que todo empezó cuando un lugareño encontró una piedra extraña y se la mostró a Evelio Echemendía, empleado del central o del banco, quien con la ayuda de personas entendidas inició las pesquisas que llevaron a la detección de petróleo y a su consiguiente enriquecimiento.

Prospecciones y perforaciones mediante, lo cierto es que para 1953 ya se reconocía la existencia de un bolsón petrolífero en esa área cuya producción ascendía a cerca de 300 barriles diarios. Sin una tecnología muy moderna, se perforaron varios pozos, algunos con prometedores rendimientos iniciales, lo que atrajo el interés de la Cuban Canadian Oil Company, que adquirió la mitad de las acciones de una de las entidades operadoras, especialmente en las comarcas de Pablo Pérez y Guanabo.

Transcurrieron años con variable suerte en esos trajines hasta que, en diciembre de 1959, ya con la Revolución en el poder, sonaron nuevamente los clarines de la esperanza cuando en la perforación del pozo número 77 brotó una columna de petróleo de 50 pies de altura, lo que inmediatamente trascendió a la cabecera municipal, a Sancti Spíritus, a Camagüey, a La Habana…

A mediodía del 12 de diciembre —a pocas horas del promisorio hallazgo—, ya estaba allí Fidel, y no era para menos, pues por entonces la isla solo producía alrededor de millón y medio de barriles al año, mientras su consumo superaba los 23 millones. El Comandante dio instrucciones de acelerar al máximo los trabajos en esa área, en la que laboraron en turnos sucesivos, trabajadores de Jatibonico y otros más experimentados de Jarahueca.

Versiones no oficiales señalan que se perforaron más de 200 pozos y que en el momento pico el yacimiento llegó a producir 50 toneladas diarias. Siempre según el citado reportaje, Evelio de la Paz, veterano trabajador del sector que estuvo presente durante la visita de Fidel, señaló que el yacimiento fue reduciendo sus entregas hasta la actualidad, cuando se encuentra prácticamente agotado. En particular, refirió, el pozo 77 se extinguió por el casi inmediato agotamiento de la fuente.

En estos momentos sobreviven en Pablo Pérez unos pocos pozos que pertenecen a la empresa petrolera Majagua, con reducidas entregas de petróleo que se envían a la Refinería de Cabaiguán para obtener aceites básicos. Entre tanto, en Cristales, donde en el momento pico se llegaron a extraer 190 145 toneladas de crudo de excelente calidad en un año, hay todavía hoy allí pozos que rinden hasta 30 toneladas por jornada.

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Arturo Posada: “Aquí había la sospecha de que una veta petrolífera de Venezuela pasaba por la zona”. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

OTRAS TENTATIVAS… FALLIDAS

Finalmente, en noviembre de 1994, la compañía Canadian North West Energy inició la perforación del pozo denominado Cabaiguán 9 en el área de Casa de Zinc, en el municipio de Fomento. Fue esa la última hecha en tierra espirituana de que este autor tenga noticia y la primera de esa entidad en tierra firme en Cuba. Tras varios meses y penetrar más de 2 000 metros el subsuelo, concluyó nulamente el intento.

En 2013-2014, una entidad rusa anunció la intención de barrenar en la cayería norte del centro de Cuba, incluida la faja costera de Sancti Spíritus, pero no se concretó el propósito, al parecer debido a los bajos precios coyunturales del hidrocarburo o a la variación del orden de prioridad de la zona a explorar.

Decididamente, no serían espirituanos los siguientes descubrimientos de campos petrolíferos, que hoy suman 13 en la isla grande, fundamentalmente en el norte de las provincias de Mayabeque y Matanzas, con potencial aprovechable calculado, solo en el de Varadero, de más de 2 000 millones de barriles. Pero por estos lares la esperanza subsiste a flor de piel.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

2 comentarios

  1. Por favor una aclaracion, la compania rusa que se menciona lo haria en los annos 1913-14 o 1993-94, de ese aspecto se mencuina poco dada la secuencia logica de la historia q se narra, pienso q sea un errore de fechas, por favor si pudieran aclarar tal aspecto, gracias.

    • Si, amigo Davis Manuel, tiene sentido su duda, pues donde dice 1913-1914, debe decir 2013-2014, ya que fue en esa fecha reciente cuando se anunció el nuevo intento en la prensa. Gracias

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