La única estrella que alumbró La Habana

  Escribir sobre Fidel después de su muerte es un acto que no me resulta agradable. Cuando pongo su nombre sobre el papel me carcome el miedo a caer en la frase trillada y vacía o en lo que otros han dicho ya. Por eso prefiero recordarlo desde mi silencio;

 

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Tributo a Fidel en la Plaza de la Revolución. (Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate)

Escribir sobre Fidel después de su muerte es un acto que no me resulta agradable. Cuando pongo su nombre sobre el papel me carcome el miedo a caer en la frase trillada y vacía o en lo que otros han dicho ya. Por eso prefiero recordarlo desde mi silencio; desde el mismo silencio que me hizo chocar con la realidad de su deceso aquella tarde en la Plaza de la Revolución José Martí, de La Habana hace un año.

Sentado desde las tres de la tarde sobre el asfalto, rodeado de jóvenes y atónito por las mil y una iniciativas mediante las cuales gente venida del mismísimo confín del mundo rendía tributo a Fidel, entre cantos de vida y esperanza, no comprendía la trascendencia real de la muerte del hijo de Birán. Y no podía comprenderla, si todos hablaban de Fidel, como hoy, en tiempo presente.

Un amigo me convidó a mirar al cielo renegrido y lleno de nubarrones, y a contemplar en él la única estrella que alumbró La Habana esa noche. Y yo, no muy dado a las creencias, vacilé ante sus palabras: “Ahí está el hombre”.

Yo sabía que Fidel no estaría más físicamente, por eso estaba allí; pero aquella multitud, aquellos discursos, me figuraban una concentración más de las que está acostumbrado el pueblo cubano.

Incluso, recuerdo haber sido bastante fuerte ante las emociones excepto en el momento en que Raúl lanzó al aire las cuatro últimas palabras de aquella noche: ¡Hasta la victoria siempre!

Y ahí, lágrimas mediante, lo comprendí todo. Fidel se nos va, me dije. Y lloré, como cuando niño, por el héroe que no vería más en mis cuentos infantiles.

La avalancha de información de esos días, la euforia, no me permite recordar con exactitud todas las emociones vividas, aunque está claro en mi mente el instante inmenso en que la urna con la cenizas de Fidel pasó a unos metros de mí a las afueras de la ciudad de Santa Clara y no atiné a más que a saludarlo militarmente.

Cuando escribo de él después de su muerte no fluyen mis palabras, y es que exclusivamente una palabra resume su existencia: Fidel.

Este amasijo de letras es el de un muchacho que conoció al Comandante en Jefe más por los libros que por las vivencias; pero que por sus vivencias de alrededor de dos décadas en Cuba y por los libros y las historias contadas por los abuelos regresará a Santa Ifigenia el próximo 28 de enero como un año atrás para dialogar con el guía.

Para entonces le diré que evocarlo me regresa al camino cuando gente que se olvida de su pensamiento dialéctico y genuinamente revolucionario me invita a claudicar, cuando gente lo cita en vano y hace y deshace en su nombre. Cuando las dudas me empantanan el camino, pienso en Fidel.

Entonces allí, frente a su gloria, otra vez en nuestro silencio compartido, apelaré a la grandeza del poeta para jurarle fidelidad: “Yo soy tu soldado, yo confío en lo que digas tú”.

Javiel Fernández

Texto de Javiel Fernández

2 comentarios

  1. Comandante te perdimos
    Y nadie ha podido hallar
    Palabras para explicar
    El dolor con que vivimos.
    Hace un año que te vimos
    Salir de allí de La Habana
    Con la bandera cubana
    Sobre tus restos tendida
    Dándonos la despedida
    De la última caravana
    La Biblia en su sacramento
    Cuenta de que Dios le hablaba
    A Moisés y le dictaba
    Todos los “Diez Mandamientos”.
    FIDEL Castro con talento
    Paralelos a la acción
    Desde el Moncada a Girón:
    El Dios con barba: FIDEL
    Le dictaba al mundo el
    CONCEPTO REVOLUCIÓN
    Luz de la Revolución
    En tu nombre y tu apellido
    Cuajó lo más distinguido
    Del alma de la Nación.
    Por esa misma razón
    Cuando digo “SOY FIDEL”
    Resumo que soy Abel,
    Camilo, el Che, Sanguily,
    Gómez, Maceo, Martí,
    Ignacio y Carlos Manuel.
    Él que luchó junto al Che,
    Junto a Raúl y a Camilo
    Y junto a Almeida al estilo
    De una montaña de pie.
    Hoy toda Cuba lo ve
    Más que en brazos de la gloria
    Haciendo su trayectoria
    Con su pueblo allí en la plaza
    Para cuidarles a la casa
    De los cubanos la historia.
    Por su barba y su sonrisa
    Todos saben que FIDEL
    Fue con Hugo Rafael
    Un momentico a la misa.
    Por los mares y la brisa
    Con el pueblo de testigo
    “el amigo del amigo”
    Fue en un Granma de madera
    Llevándose a Cuba entera
    Dentro del alma consigo

  2. Sadys Porcegués

    Sobre un mar de pueblo resplandeció el Astro

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