Relaciones Cuba-EE.UU: Adiós a los pies secos, pies mojados

La llamada Ley de Ajuste Cubano fue erosionada por el Gobierno del Presidente Barack Obama, a días de la entrega del poder a su sucesor Donald Trump   Cuba considera paso importante decisión migratoria de Obama Declaración conjunta Cuba-Estados Unidos sobre política migratoria Declaración de Obama sobre política migratoria hacia

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A partir de ahora se iguala a los cubanos, en términos migratorios, con el resto del mundo.

La llamada Ley de Ajuste Cubano fue erosionada por el Gobierno del Presidente Barack Obama, a días de la entrega del poder a su sucesor Donald Trump

 

Cuba considera paso importante decisión migratoria de Obama

Declaración conjunta Cuba-Estados Unidos sobre política migratoria

Declaración de Obama sobre política migratoria hacia Cuba

 

Como una nueva sorpresa en el campo de las relaciones Cuba-Estados Unidos clasifica el anuncio en la tarde de este jueves, por el Gobierno del presidente saliente Barack Obama, de la eliminación de la política “pies secos, pies mojados, y del Programa de Parole para profesionales médicos cubanos, disposición que deja sin contenido real la llamada Ley de Ajuste Cubano de 1966, adoptada durante la administración de Lyndon B. Johnson.

La decisión, fruto de negociaciones entre La Habana y Washington en el terreno migratorio durante los últimos meses, llegó finalmente cuando solo restaban ocho días al mandatario estadounidense para la entrega del poder a su sucesor Donald Trump, el 20 de enero, en ceremonia nacional en la Casa Blanca, lo que —esta vez al menos— augura un cambio de proyección en muchos frentes.

Tildada por unos de “maniobra política de última hora”, y por otros de un nuevo intento de Obama de dejar lo más consolidados posibles los cambios positivos experimentados por las relaciones con la isla vecina desde el anuncio conjunto hecho con el mandatario cubano Raúl Castro el 17 de diciembre de 2014, lo cierto es que este acuerdo, forzado por la situación insostenible de la política migratoria norteamericana hacia Cuba, depende ahora de la voluntad del próximo dignatario y de un Congreso que —al parecer— le es afín.

Induce preocupación el anuncio formulado por Trump durante la campaña presidencial, y reiterado luego, de que una vez en la Oficina Oval derogará buena parte de las medidas adoptadas por la administración demócrata, entre ellas las referidas a nuestro país.

No obstante, el mandatario entrante debería tener en cuenta que, si bien es realidad que el diferendo migratorio entre Estados Unidos y Cuba fue durante muchos años un asunto bilateral dentro de la proyección de hostilidad generalizada de Washington contra su vecina sureña, en los últimos tiempos empezó a implicar cada vez más naciones de Centro y Sudamérica, y devino problema peliagudo en las tratativas de esos países con la potencia norteña.

A raíz de la crisis migratoria surgida en el otoño de 2015 entre Costa Rica y Nicaragua a causa de la avalancha de cubanos que intentaban llegar a México para cruzar la frontera norteamericana, se fueron involucrando otros estados del área, como el propio país azteca, Panamá, Guatemala, El Salvador, Colombia y Ecuador, cuyos Gobiernos tomaron conciencia de cuán nociva resultaba para todos la Ley de Ajuste y exigieron al responsable visible, Estados Unidos de América, que diera solución al problema.

Les quedó claro que mientras las autoridades estadounidenses ponían todo tipo de barreras a la migración desde sus naciones respectivas y cazaban a sus nacionales indocumentados para deportarlos masivamente, en el caso de los cubanos les otorgaban privilegios de todo tipo, incitándolos a migrar ilegalmente rumbo al “sueño americano”, con fines desestabilizadores.

La Ley de Ajuste, en las modalidades sumadas posteriormente, como la política de pies secos, pies mojados y el Programa de Parole para profesionales médicos cubanos, además de cínica, obsoleta, perversa y anacrónica, se hizo perjudicial para los intereses de muchas naciones, desde distintos puntos de vista.

Hace rato que en Estados Unidos, los emigrados de los países mencionados y de otros como Haití, República Dominicana, Jamaica y otros lugares se quejaban de que los ciudadanos procedentes de Cuba, con superiores índices sanitarios y preparación cultural y técnica, acaparaban los mejores puestos de trabajo y los desplazaban a las ocupaciones más “rústicas” y peor remuneradas.

Desde un enfoque lógico y jurídico, el grado de humedad en los pies para determinar un derecho legal, donde factores eventuales devienen determinantes a la hora de ser aceptados o no en USA, no resiste el menor análisis y clasifica dentro de lo absurdo y arbitrario.

De otro lado, la perfidia del Programa de Parole, enfilado a robar a profesionales de la Salud cubanos que cumplen misiones en otros países no solo daña a Cuba, sino que perjudica sus programas de colaboración y asistencia con terceros y afecta a la población de las naciones que se benefician de ello.

Entre las muchas aristas negativas de la Ley de Ajuste se ubica su sustrato criminal, pues si bien de forma indirecta es responsable de la muerte de miles de los llamados balseros en el Estrecho de la Florida, a lo largo de más de medio siglo, hay que sumarle las víctimas de los secuestros de naves y aeronaves cubanas que en todo este tiempo tuvieron lugar, muchas veces ejecutados por criminales y prófugos de la ley, en su intento por escapar a la justicia isleña.

No se incluyen aquí, por no contar con datos precisos, los daños que dentro de los propios Estados Unidos han debido causar estos indeseables, pues no se  entiende que si en Cuba eran antisociales allá se convirtieran de la noche a la mañana en modelo de ciudadanos honorables.

Las estadísticas y obras como Los años del terror (1974-1976), del investigador José Luis Méndez Méndez, La República de Miami, de este mismo autor en compañía de José Buajarán Marrawi, y Miami, donde el tiempo se detuvo, revelaciones de Luis Ortega, del ya fallecido periodista Luis Báez, textos donde lo político se mezcla con terrorismo y gangsterismo para tributar al lector un mosaico de calamidades aportadas en buena parte al país receptor por individuos que se beneficiaron con la Ley de Ajuste.

En este contexto se impone dar la bienvenida al nuevo acuerdo migratorio denominado Declaración Conjunta, por el cual Cuba y Estados Unidos adoptan de consuno importantes medidas sobre la base de la regularización de los asuntos migratorios entre los dos países, de acuerdo con las legislaciones respectivas, con la voluntad de seguir avanzando por el camino de la plena normalización de sus relaciones bilaterales.

La actitud hacia estos temas por parte de la administración que asumirá los destinos de la potencia más poderosa del planeta el próximo 20 de enero, servirá para definir si obra con cordura, raciocinio y objetividad o si, por el contrario, se proyecta por un retroceso descorazonador hacia etapas ya superadas en el tiempo. En otras palabras: si regresamos a la guerra fría.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

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