Hay que sacudir el pensamiento institucional

Así lo expresó el Ministro de Cultura durante un intercambio sostenido en Sancti Spíritus con artistas, intelectuales y directivos de la región central del país

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Se busca mayor calidad y eficacia de cada uno de los espacios culturales que se presentan al público. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Extraer el máximo de toda idea renovadora, plural, desafiante, capaz de transformar hábitos y sacudir lo cotidiano es una compleja meta para el sector cultural.

Decimos compleja por los años de modorra, diseños de programaciones poco factibles o autoritarias formas de hacer, sin contar con los pensamientos en parcelas, que impiden, muchas veces, alianzas entre manifestaciones artísticas y centros.

Esta es una realidad tan palpable como la vida misma, según reconoció en predios yayaberos el ministro de Cultura Alpidio Alonso Grau, en un intercambio con artistas, intelectuales y directivos de la región central del país.

Por ello, lo primero que alertó fue la necesidad de sacudir mucho más el pensamiento institucional para acercar a las principales voces de la creación y de esa forma cumplir, de una vez y por todas, con lo establecido por la política cultural de la nación; batalla que verá su victoria con el surgimiento constante de opiniones cuestionadoras de lo que se hace y la eficacia de cada uno de los espacios culturales.

Pero para lograr desterrar las fisuras que hoy entorpecen cumplir con lo establecido se necesita, también, pensar en la formación de públicos con una labor sistemática y no dejarlo solo a la programación cotidiana, muchas veces confeccionada sin valorar las urgencias e intereses de quienes pueden potencialmente disfrutarla.

En ese sentido, instó a conocer la experiencia de un centro capaz de demostrar que, cuando se planifica con corazón y cerebro, se logra transformar todo un entorno. Se trata de El Mejunje, de Santa Clara, con Ramón Silverio a la cabeza, quien ha resistido incompresiones, crisis económicas y hasta censuras para convertir su institución en referente del país.

“Lo primero que hay que desterrar del sistema institucional es la cantidad de personas innecesarias y que no tienen compromiso con el lugar. Luego, sistematizar los espacios con propuestas que sumen, no con opciones mercantiles. La entrada de El Mejunje sigue costando 2 pesos en moneda nacional y de ahí logramos pagar a nuestros invitados, quienes se adecuan a lo que les podemos dar y el que no lo entienda así que busque llenar sus bolsillos en otro sitio”, dijo Alonso Grau.

Mas, las alianzas con otros organismos e instituciones también son imprescindibles para ganar la lucha contra la burocracia e ineficiencia de quienes obvian la política cultural trazada por el país y actúan como censores de lo nuevo y lo auténtico. Hermes Entenza, vicepresidente del Comité Provincial de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en Sancti Spíritus, reparó sobre el tópico.

A su juicio, resulta vital estrechar alianzas con Educación, Turismo y Gastronomía y Comercio para bajo códigos comunes fomentar el buen gusto estético-artístico en la ciudadanía, así como realizar una crítica mediática más sistemática, capaz de romper con inamovibles pensamientos.

Serán, entonces, historia hechos reiterativos hoy como las fiestas pioneriles al ritmo de Chocolate, yutongs con desafinaciones al estilo de Pitbull, bafles a todo volumen con Osmany García y el desembolso de cuantiosas sumas de dinero por opciones de cuestionada calidad como Yomil y El Dany por el simple motivo de que llenan el espacio y hacen crecer las arcas de determinada instalación.

La doctora en Ciencias Literarias Yanetsy Pino Reina puso el dedo en la llaga y lanzó una pregunta retórica como abecé de cualquier institución: “Tenemos que tener siempre bien claro dónde y por qué hacemos determinada propuesta cultural”.

Para eso, sugirió no olvidar el tan analizado tema de las jeraquías artísticas, ya que así no solo se reconoce al movimiento artístico, sino que se contribuye a la educación de los públicos con múltiples conocimientos al alcance de sus manos, por lo que precisan del intercambio con lo mejor y más genuino del arte.

“No puede continuar existiendo un divorcio entre los contenidos y quienes consumen las propuestas. Los inspectores del sector cultural no tienen potestad para ubicar lo que se ofrece, para eso están los responsables de cada espacio, que deben dejarse guiar por quienes conocen”, acotó.

A fin de ganar mucho más en ese sentido, Alonso Grau significó que el Ministerio de Cultura trabaja en el diseño de una metodología que regirá la planificación de la programación cultural en el país, la cual se adaptará a las condiciones de cada localidad; así como en el programa de desarrollo cultural, en consonancia con el económico previsto y aprobado hasta el 2030.

Estas tareas, tal y como mencionó Frank Armando Pérez Agüayo, teatrista y presidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Cienfuegos, exigirán de cuadros que dirijan con la sensibilidad que requiere la cultura.

“Tenemos que contar con sedes de la Uneac y Casas del Joven Creador adecuadas para que las personas las consideren verdaderos espacios de creación y los públicos apuesten por visitarlas”, comentó.

En esa misma cuerda de pensamiento, Rafael González Muñoz, presidente naiconal de la AHS, precisó a la prensa que, tras la conclusión del III Congreso, la organización apuesta por redoblar el trabajo para contribuir a erradicar las expresiones de burocracia e ineficiencia de instituciones que obvian la política cultural trazada por el país y actúan como censores de lo nuevo y auténtico.

“Estos encuentros regionales, además de permitir conocer el sentir de los artistas, posibilitan estrechar los lazos entre quienes asumen la dirección del sector y la membresía, responsables de dignificar cada día la imagen de nuestro proyecto, siempre justo y revolucionario”, concluyó.

En la cita, que contó con la presencia de las principales autoridades del Gobierno y el Partido, se subrayó que otros tópicos de interés de la intelectualidad cubana en estos tiempos son el desarrollo del trabajo comunitario y la calidad de la Enseñanza Artística, en la actualidad gravemente afectada por la ausencia de instrumentos y claustro.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

Comentario

  1. En el concierto de Joaquín Clerch se dieron varias irregularidades.
    No se recogieron las entradas, se permitió el acceso a una pareja con un niño al cual se le explotó el globo que portaba y luego de unos minutos, niño al fin, se puso majadero haciendo todo el escándalo que quiso. Hubo que detener el concierto y sacar a la pareja con su niño. Era necesario que pasara esto? El ruido en los pasillos de gente desplazándose fue una constante y no lo evitó nada, ni aún cuando se cerraron alguns puertas. No se presentó al Maestro, ni se entregó un programa, ni se alertó, como es usual, que se pusieran los móviles en Modo reunión o Avión y sucedió que a una jovencita la llamaran y su móvil con un tono estridente interrumpiera groseramente la ejecución de Clerch, que no sé cómo no dejó de tocar. No vi que al finalizar se le regalara un ramo de flores. Hubo gente tarareando y siguiendo el ritmo con los pies en el piso provocando un ruido incómodo. En verdad, no creo que vuelva jamás a Holguín. Hoy es martes y aún en este Ahora digital no se visualiza la noticia del concierto del domingo 11 de noviembre a las 8pm. Ya desde ayer el de Granma reseñaba ampliamente, incluyendo las piezas ejecutadas por el Maestro, el concierto en Bayamo. Verguenza de Holguín.

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