Peligra guarida de la literatura en Guayos

Desde hace más de un año, una de las áreas de la Biblioteca está declarada en peligro de derrumbe

Biblioteca, Guayos, literatura
La institución es una de las edificaciones emblemáticas del poblado de Guayos. (Foto: Vicente Brito / Escambray)
La institución es una de las edificaciones emblemáticas del poblado de Guayos. (Foto: Vicente Brito / Escambray)
La institución es una de las edificaciones emblemáticas del poblado de Guayos. (Foto: Vicente Brito / Escambray)

Cuando en Facebook apareció: “La conocida Peña Los Elevados que se venía realizando en la biblioteca guayense Ramón Balboa Monzón se interrumpió (…). Todo comenzó por una gotera y terminó en un posible derrumbe…”, muchos comentarios, desde distantes partes del orbe, estremecieron ese nuevo escenario de compartir noticias. Las preocupaciones no solo desnudan el desánimo porque ese proyecto sociocultural se fue a bolina, sino por la pérdida de uno de los centros más importantes de Guayos.

Desde el umbral de la institución de 1932, se confirma el post publicado por Héctor Cabrera Bernal, historiador de Cabaiguán. Un cartel con letras improvisadas alerta el peligro de derrumbe en su segunda área, otrora salas Infanto-Juvenil, Proceso y Computación. En el fondo, una puerta emparapetada por un calzo de cartón para evitar su caída y un techo de madera agrietado delatan su crítico estado.

En su Sala Principal, con mejores condiciones constructivas —aunque sus ventanas de grandes hojas evidencian a simple vista el paso del tiempo—, se han hacinado los libros, revistas y periódicos sobre sillas, estantes y mesas; en otro lado, el personal aglomerado. Apenas queda espacio para caminar.

“Hace más de un año, una comisión de seguridad y protección del trabajo nos informó que debíamos clausurar el centro porque la parte de atrás puede venirse abajo. Nos resistimos para no perder toda la colección y seguir ofreciendo nuestros servicios, que hoy en estas condiciones no tienen toda la calidad. Por eso, hacia esa zona nadie pasa y todo lo hacemos en el salón principal”, explica Ada Lidia Álvarez, directora de la institución hace 30 años.

Es una verdadera pena para una construcción nacida gracias a lo recaudado quilo a quilo por el gremio tabacalero guayense, dirigido por Joseíto González Treche y que contó con la visita de Jesús Menéndez. Luego, el 19 de mayo de 1960, acogió los restos de Elcire Pérez para que el pueblo lo honrara; sirvió de sede de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y más tarde del Partido Comunista Municipal. El 21 de diciembre de 1977, gracias al empuje de Tomás Álvarez de los Ríos, se vistió con sus mejores galas para ser hasta la actualidad guarida fiel de la literatura.

Por ello, desde su génesis, ha sido testigo de los sucesos más importantes de Guayos. Razón por la que Héctor Cabrera Bernal no dudó en el 2007 en convocar la Peña Los Elevados.

“Durante casi 11 años vinieron como invitados más de 200 personas procedentes de todos los sectores de la sociedad: Orlando Cardoso Villavicencio, Thelvia Marín, Narciso Suárez, el Trío Palabras, Cary Lastayo, Orlando Torres, Yumari González… En un principio avisábamos por la radio-base del parque; llamábamos a nuestras amistades. Al poco tiempo no era necesario, esto se llenaba”, rememora su principal gestor.

A este espacio una comisión del Centro de Intercambio y Referencia sobre Iniciativas Comunitarias (CIERIC) lo evaluó de significativo y en las redes sociales no son pocas las opiniones que lo reconocen.

Edelmiro Bonachea Jiménez, músico espirituano, afirma: “No creo que pueda desaparecer y menos que sea por un problema de reparación mayor o menor de este histórico local”.

Gaspar Marrero, reconocido investigador, apunta: “Confieso que nunca presencié evento cultural alguno con tanto público”.

Y, aunque varios criterios insisten en que se mantenga en otro sitio, tanto Cabrera Bernal como el colectivo de la biblioteca insisten que es imposible en otro lugar.

“El cine no tiene luces y además su estructura no permite el diálogo directo con el público y en la Casa de Cultura no se pueden abrir sus puertas y está rodeada de una zona wifi y un centro recreativo con reguetón a todo volumen, situaciones que impiden que se escuche lo que se hable”, concluye el historiador cabaiguanense.

VÍA CRUCIS

La biblioteca Ramón Balboa Monzón, de Guayos, recibió una reparación total en 1999, según cuenta Ada Lidia Álvarez. Y no fue hasta el 2017 que el techo de su Sala Principal volvió a tener una pasada de manos.

“Es una construcción, como las de su época, con puntal alto, por lo que no todo el mundo quiere hacer la labor. Nos han visitado varias veces directivos de Cabaiguán y la respuesta es que no hay presupuesto planificado para asumir la inversión, tanto así que no tenemos agua y sí contamos con todos los elementos para echar a andar la turbina, pero no hay cómo pagar la mano de obra”, agrega.

Al hojear los papeles que respaldan la economía de la Dirección Municipal de Cultura en Cabaiguán se confirman esas palabras. Su directora en funciones, Mildrey Rodríguez Alemán, alega que desde hace dos o más años no se designa ningún monto para la reparación y mantenimiento de sus entidades.

“Además, atravesamos por lo que se conoce como daño económico. En el pasado mes de febrero el director detectó un faltante significativo y lo denunció. La auditoría forense que ingresó acá para analizar el hecho nos comunicó que desde el 2018 hasta el actual febrero se cuantifica la pérdida de más de 1 184 000 pesos, hecho que ha puesto en jaque el presupuesto de este 2019”, refiere.

Con las manos atadas la referida entidad por no prever fondos económicos para necesarios mantenimientos y reparaciones, sobre todo en un sector donde predominan centros antiguos y falta de control económico, el Gobierno de Cabaiguán ha pensado en una alternativa para evitar el total derrumbe de la institución.

“Al no poder usar la llamada cuenta del 1 por ciento por incumplir con los ingresos cedidos, se habló con los dos barrios guayenses para aprovechar los insumos que compran para sus carrozas y plataformas como madera, cartón y puntillas. Para el pago a la mano de obra, que es propia de esos barrios, se haría con la cuenta de festividades, que hasta el momento es de las pocas que no tienen deudas en la provincia”, informa Leonardo Díaz Jiménez, vicepresidente del Consejo de la Administración que atiende Bienes y Consumos, en Cabaiguán.

Dicha opción, que podría dejar libre de peligro la biblioteca Ramón Balboa Monzón para noviembre —mes que deja escuchar la algarabía de las Parrandas—, aliviaría la situación por muy poco tiempo, ya que para nadie es un secreto que la calidad de los insumos que se utilizan en esas celebraciones no tienen calidad, pues solo precisan mantenerse con “vida” muy pocas horas.

Desde ya esa idea presupone que en poco tiempo se volverá a hablar de las fisuras del techo de las tres habitaciones clausuradas. Y mucho más peligrosa será si se convierte en remiendo para el resto del sistema de instituciones culturales de Cabaiguán, donde únicamente su Museo Municipal exhibe una imagen adecuada.

Sobran los malos ejemplos de cuando no se procede con materiales y manos de obra con calidad se pierde el tiempo, se bota el dinero, y lo que es peor, se desnuda la falta de sentido propio para preservar lo que nos identifica. 

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

3 comentarios

  1. hector cabrera, historiador de cabaiguán.
    ¿en serio?

  2. No es posible que esas cosas pasen en un centro cultural y nada menos de una biblioteca,que en estos momentos tienen que tener las mejores condiciones para que pueda atraer a los jóvenes estudiantes y pueblo en gral ya que poco a poco con las tecnologías e internet,se ha reducido las asistencias a esas instituciones

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