Canto a Cuba

Frente a las agresiones desde el exterior, artistas e intelectuales de varias generaciones coinciden en que lo primero es salvar la nación

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Patria, obra de Isis de Lázaro.
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Patria, obra de Isis de Lázaro.

Diferentes formas de crear han convivido desde hace siglos en el gran escenario que se sostiene sobre los hombros de nuestra cultura. Unos destellan por ser únicos, autóctonos, revolucionarios, estremecedores, legítimos… Otros reciben el aplauso por la dignidad, constancia, entrega. Mas, todos coexisten aferrados a las más puras esencias de Cuba, nuestra Patria.

“Una mano tiene cinco dedos y ninguno es igual —refiere Jairo Alberto Pacheco Crespo, al frente de la filial de Cine, Radio y Televisión en el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba—, pero todos son útiles. La diversidad de pensar no daña, mientras el fin sea el bien, el de fundar con respeto y hacer crecer a Cuba”.

Precisamente, esa comparación ha sido compartida, con otras expresiones y ejemplos, por artistas e intelectuales espirituanos, quienes como el resto de Cuba se han mantenido atentos a cada uno de los acontecimientos de la isla tras el 11 de julio último.

“Hay que conocer la historia para entender lo que nos sucede. No solo es una estrategia que se ha repetido en diferentes momentos de nuestro país, sobre todo cuando el contexto se ha recrudecido como ahora por la pandemia y el desabastecimiento, sino en otras naciones como recientemente lo vivió Venezuela, cuando vimos como lejanos los hechos vandálicos y ese triste domingo los sentimos bien cerca”, opina Lil Laura Castillo, vicepresidenta de la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz.

Por eso, su colega Yadira Castillo, presidenta provincial de la Brigada de Instructores de Arte José Martí, insiste en que son tiempos de refugiarse en las raíces y desnudarlas para que las más jóvenes generaciones beban de su savia.

“Aprendí a amar mi terruño por mi abuelo, quien estuvo en la Limpia del Escambray, y mis abuelas, una alfabetizadora y la otra miliciana. Por eso como madre e instructora tengo el gran reto de enseñar el legado de tantos hombres y mujeres, muchos fallecidos en sus ansias de construir una Cuba libre de desigualdades y soberana”.

Con esas cartas en las manos los protagonistas de la cultura espirituana proponen refundar consensos, revisar conceptos, sellar incomprensiones, sacudir instituciones, rectificar errores y encontrar salidas frente a las necesidades y las carencias, para mover pensamientos, siempre en busca de impulsar y estimular la creación.

“Hay que dialogar con base en el respeto —señala Dalila León Meneses, escritora y formadora de diferentes generaciones amantes de la literatura—, explicar el porqué de determinada situación y toma de decisión, así como enfrentar todos los problemas, tanto los generados desde fuera como los que se suscitan adentro”.

Estos análisis siempre han sido musas del arte cuestionador por naturaleza, ese que, más que punzar las heridas, propone, alivia, salva.

“Hay que defender nuestras raíces con la mejor música, literatura, pintura… Tenemos muchos creadores que han aportado al actual contexto melodías que nos estremecen o se han ido a las zonas rojas porque saben que ahí es donde son útiles”, dice Alfredo Castro, director musical e instrumentista.

Pero los referidos aportes culturales no son nuevos. Cada contexto, según sus particularidades, se ha apuntalado con el de muchos. Mario Félix Bernal, con la huella de sus años en toda su piel, sabe muy bien cuánto ha contribuido, desde los días que el taller de artes plásticas en Guayos sacó a la luz a varios talentos de ese poblado o cuando en México y Venezuela le preguntaron sobre la formación del movimiento de aficionados.

“Tenemos una identidad política, participativa, cultural. Aquí el que no vivió los días de Girón los conoce porque ha sido nuestra bandera como otros tantos acontecimientos, entre ellos la Campaña de Alfabetización. Pero ahora vivimos la guerra contra el absurdo a partir de la provocación y contra eso solo puede la inteligencia”.

UNA IMAGEN EN CONSTANTE CONSTRUCCIÓN

Estímulos, muchos de ellos preñados de odio que no ofrecen soluciones factibles, sino que punzan el mismísimo corazón de la Patria. Y sucede porque la mayoría llega desde sillones acomodados al otro lado de los mares.

“Ha sido triste ver cómo se ha construido una imagen para el mundo, donde predomina una realidad ajena a la que vivimos. De ahí que muchos colegas, familiares, conocidos y amigos muestren opiniones tan lamentables como apoyar una intervención militar para Cuba. No tenemos que ser avezados en el tema para comprender que una guerra multiplica todos los males y en ella muere cualquier persona, incluso la propia familia de quien la pide”, comenta Yamelys Calero, instructora de arte.

De ahí el llamado de Daniel Gómez, su joven colega y formador en la especialidad de Teatro, de ser mucho más ágiles a la hora de publicar informaciones que desmonten con argumentos sólidos la realidad adulterada y manipulada que muchas veces navega por Internet.

“Hay que aprovechar mucho más esas armas pertenecientes a las grandes potencias: las redes sociales”.

Justamente, cambiar los discursos de todas las plataformas comunicativas resulta vital para también contrarrestar a quienes, en su mayoría, solo repiten las ideas de post o materiales periodísticos superficiales.

“Todo tiene que conducirse a través del convencimiento y el diálogo, no de imposiciones y mucho menos de la censura de aquellos artistas que por alguna razón han expresado una idea diferente. De forma autocrítica tenemos que reconocer que ha sido una debilidad de nuestra Revolución el haber estado a la defensiva, por eso nos han robado muchas veces la iniciativa. No hemos sido capaces de convencer con nuestra artillería pesada, los medios de comunicación, y demostrar que lo que nos ofrecen los que viven del otro lado no es democracia, ni mucho menos libertad”, añade Pacheco Crespo.

Igualmente, estos enamorados de la construcción de un país diverso y plural alertan sobre la necesidad de desterrar la lentitud que ha predominado a la hora de asumir de forma inteligente estrategias comunicativas que busquen desmontar los agresivos y descontextualizados discursos de quienes fomentan el odio y la falta de unidad en el pueblo.
“Tenemos que dar ese salto cualitativo que precisa la Revolución. Nuestras programaciones de Radio y Televisión tienen que tener todos los colores que conviven en nuestra sociedad”, alega Jairo Alberto Pacheco.

Solo así la Patria que dibujó José Martí en su imprescindible Abdala: No es el amor ridículo a la tierra, / Ni a la yerba que pisan nuestras plantas; / Es el odio invencible a quien la oprime; la misma resiliente de todos los tiempos, la que se levanta ante los tropiezos; la que mira de frente sus problemas y la que no deja caer la lucha por lo mejor para ella, para ti, para mí, para cada persona, seguirá latiendo.

“Estamos en la época de ser inteligentes, escuchar, dialogar y sumar para impulsar este país, que al final es de todos los cubanos”, concluye Dalila León Meneses.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

Comentario

  1. Escuchar, dialogar. Estoy a favor del diálogo siempre. Pero me incomoda cuando las palabras «diálogo» y «convencimiento» se ponen en la misma frase. Pasar de imponer a convencer es suavizar el problema, es maquillar la real imposibilidad para el disenso. Quien vaya al diálogo con intención de convencer a su interlocutor, no entiende lo que significa dialogar. Pluralidad, diálogo, significa que todas las opiniones de cubanos son válidas, deben ser todas consideradas en las proyecciones de la política y la economía de este país. Si no se entiende eso, la palabra «diálogo» no pasa de ser una pose para calmar los ánimos. Todos los favorables al diálogo (entre los que me encuentro) , tengan la postura política que tengan, deben entender que si el blanco y el negro se sientan a dialogar, el resultado de ese diálogo nunca será blanco o negro, será gris, pues ambas partes deben ceder algo, si no no es diálogo, es un «paripé».

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