De la Sierra Maestra al Frente Norte de Las Villas

La creación de este grupo fue una hazaña gloriosa que el Comandante Camilo Cienfuegos matizó con su genialidad de jefe guerrillero; experiencias que empleó en la Invasión de Oriente a Occidente y que contribuyeron grandemente al triunfo definitivo del Primero de Enero de 1959

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Camilo y sus hombres resultaron un baluarte para la liberación del territorio central de la isla.

A pesar de que en los más de 60 años transcurridos se han escrito incontables estudios, memorias y artículos sobre la Invasión del Oriente al Occidente de la isla, protagonizada por los heroicos comandantes Camilo Cienfuegos Gorriarán y Ernesto Che Guevara de la Serna entre finales de agosto e inicios de octubre de 1958, permanecen aún hechos poco conocidos relacionados con esa hazaña épica. 

Ejemplo de ello es la falta de respuesta a la siguiente interrogante: ¿por qué si Che y Camilo eran jefe y —en la práctica— segundo al mando de la Columna No. 4 del Ejército Rebelde, segunda en ser creada por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro, no se le envió completa a la Invasión?, ¿qué fue de esta fuerza guerrillera a partir de la salida de la Sierra de las dos columnas invasoras?

Una deducción basada en las decisiones adoptadas entonces permite una hipótesis preliminar que, de manera alguna, da por concluido el tema, y es que, a raíz de la derrota de la gran Ofensiva de Verano de las tropas del régimen de Fulgencio Batista contra el firme de la citada cordillera, Fidel vio llegado el momento preciso para reeditar la hazaña de Máximo Gómez y Antonio Maceo en diciembre de 1895, y decidió encargarlo a dos de sus mejores hombres, a quienes dio potestad para escoger a los miembros de sus tropas guerrilleras.

Así, como Camilo y Che encabezarían cada una de estas fuerzas de choque y sus principales oficiales procedían también de la Columna No. 4, no quedaba otra opción que sumarles combatientes de otras columnas, por cuanto los 92 hombres de Camilo y los 140 del Che sumaban 232 efectivos; es decir, muchos más que el número con que contaba ese destacamento insurrecto.

VALIOSA EXPERIENCIA DE CAMILO

A diferencia del Che, quien siempre había combatido en las montañas, Camilo tuvo las valiosas experiencias captadas durante su incursión en los Llanos del Cauto, iniciada el 31 de marzo de 1958 al frente de un comando de 14 hombres, cuando llevaba exactamente 15 meses y 28 días de vida guerrillera.

Su misión consistía en organizar a los grupos que combatían en esos territorios y agruparlos bajo un mando único. Debía también dar respaldo a la huelga general revolucionaria orientada por el Movimiento 26 de Julio para inicios de abril. Durante su permanencia en los Llanos del Cauto, Camilo logró incorporar y organizar más o menos efectivamente a siete de esos destacamentos e incrementar los 14 hombres iniciales de su guerrilla a más de 30.

Con esa pequeña tropa no dejó de hostilizar a las fuerzas enemigas y sabotear sus comunicaciones, al tiempo que por su forma de actuar y su carisma hizo una gran labor de proselitismo en una amplia zona rural, por lo que se convirtió en uno de los guerrilleros más queridos y admirados entre los campesinos de toda esa comarca.

Entre sus principales logros se incluyen su labor en la reorganización del Movimiento 26 de Julio en Holguín, Bayamo, Manzanillo y Victoria de Las Tunas, así como el osado ataque comando a Bayamo, donde se hicieron sabotajes y se le causaron bajas a las fuerzas represivas. Mas, entre todas, fue la experiencia de Camilo en el Monte de La Estrella una de las más valiosas.

En ese punto el pequeño destacamento guerrillero que comandaba fue localizado y sitiado por centenares de soldados del ejército, que intentaron exterminarlo con el apoyo de morteros y la aviación. Camilo distribuyó sus hombres en posiciones y parapetos claves para poder enfrentar los asaltos terrestres y el fuego de los aviones, consciente de que los pilotos enemigos no los suponían ubicados tan cerca de sus propias tropas, las cuales eran remisas a avanzar frente al fuego cruzado de los insurrectos.

El Señor de la Vanguardia no tardó en percatarse de que caía la tarde y decidió que se imponía resistir hasta la llegada de la noche y luego romper el cerco, pero con las tinieblas los hombres de uniforme abandonaron el campo y aquel pelotón de una treintena de valientes continuó su marcha. Luego sería llamado con urgencia de regreso a la Sierra Maestra para ayudar a enfrentar la ofensiva general de las tropas del régimen contra el baluarte liderado por Fidel.

DEDUCCIONES ALECCIONADORAS

Para una persona tan sagaz como Camilo, estas experiencias no caerían en saco roto, como tampoco las acumuladas durante el enfrentamiento a las tropas del tirano en los distintos frentes de la Sierra, a las cuales los rebeldes causaron más de 1 000 bajas en numerosos combates y escaramuzas, entre muertos, heridos y prisioneros, ocupándoles 507 armas de guerra. 

Una de esas deducciones consistía en que, como lo había demostrado la práctica combativa, para los soldados de la dictadura una cosa era combatir contra un grupo de escopeteros inexpertos y otra muy distinta contra una tropa rebelde bien fogueada, armada y amunicionada.   

Otra enseñanza no menos valiosa era la de priorizar la organización para el combate, llevar la iniciativa y no dejarse sorprender. El mejor ejemplo de un fracaso evitable para una tropa rebelde bien armada que estuvo a punto de frustrar la epopeya del Granma y la Revolución en su conjunto, fue el desastre de Alegría de Pio, donde los 82 expedicionarios dotados de armamento de infantería no inferior al de los soldados del régimen —incluidos 24 fusiles con mirilla telescópica— fueron dispersados y casi aniquilados por no saber elegir un lugar protegido para acampar, situar vigías en puntos estratégicos, ubicar los combatientes en posiciones escogidas y defender el perímetro.

De haber procedido de esa forma el Ejército hubiese tenido gran número de bajas, la mayoría causadas a distancia por los fusiles dotados de aditamentos ópticos y, con toda seguridad, la suerte del encuentro hubiese sido otra.  

Cuando crea la Columna No. 2 Antonio Maceo, Camilo incluyó en ella la casi totalidad de los hombres que lo habían acompañado en su incursión al llano más un grupo de combatientes conocidos, la mayoría veteranos bien fogueados en el enfrentamiento a la Ofensiva de Verano. Se trataba de 92 hombres, de los cuales 82 estaban armados y apertrechados.

El armamento de la Columna, que Fidel había ayudado a escoger, era no menos poderoso que el de cualquier tropa de infantería del ejército, con una diferencia sustantiva: el entrenamiento físico y combativo de aquella fuerza guerrillera y su moral de combate, frente a un enemigo con la moral mermada por su reciente debacle en la Sierra Maestra, de donde se retiró derrotado.

Otra ventaja consistía en que, precediéndoles y a veces en marcha casi paralela marchaba la Columna No. 8 Ciro Redondo, comandada por el Che, con sus 140 hombres, también una tropa de choque. En cambio, ese adversario poseía la ventaja del número, el abasto abundante de víveres, armas y pertrechos, el dominio de las vías de comunicación y apoyo aéreo y artillero.

LA INVASIÓN: 31 DÍAS INFERNALES

La ruta invasora de la Columna No. 2 Antonio Maceo, iniciada en la Sierra Maestra el 21 de agosto de 1958, discurrió sin mayores complicaciones mientras estuvieron en las lomas y los llanos de Oriente, donde el escenario geográfico y social les fueron propicios, pero cambió de manera radical a partir de la llegada al territorio camagüeyano por un lugar llamado La Federal, próximo a Guáimaro, sitio histórico donde nació la nación cubana el 10 de abril de 1869. 

El 10 de septiembre Camilo y su tropa invasora llegan a los montes del central Francisco y allí son detectados por el enemigo, que desde entonces los tiene parcialmente localizados. En lo adelante marchan bajo el peligro constante de emboscadas.   

Sobre esos instantes críticos escribió el Comandante William Gálvez: “…el camino es casi infernal, pero más seguro. El ejército no sabía bien nuestra posición o donde acampábamos pues caminábamos de noche y de día descansábamos (…). Desde ese instante comienza una cacería por parte del enemigo para tratar de exterminarnos y por parte nuestra para burlarlos (…). Otra dificultad que nos ocasionó adentrarnos en el sur fue la escasez de prácticos (…)”.
Camilo aplicó entonces la táctica de dejar a un lado las vías de comunicación conocidas y marchar de noche a campo traviesa, internándose en parajes cenagosos, plagados de mosquitos y sin apenas población civil, lo que agravó ese trayecto endemoniado con los azotes adicionales del hambre y la sed.

Fue a la altura de Baraguá, cuando el ejército creyó llegado el momento de darle el golpe definitivo a la tropa guerrillera, para lo cual movilizó más de 1 000 soldados con apoyo aéreo, en un área llana y con buenas vías de comunicación, donde montó poderosas emboscadas.

LAS VILLAS: EL FRENTE NORTE

Luego de incontables vicisitudes y peligros; del hambre, la sed, los mosquitos y la tortura de marchar con los pies llagados, por fin el 7 de octubre de 1958 la Columna Invasora No. 2 Antonio Maceo llegó a su meta intermedia —que resultaría definitiva— en el nordeste de la antigua provincia de Las Villas.

Era la concreción de un sueño y de un deseo irresistible. Camilo escribió: “¡El río Jatibonico! Se puso una soga, el agua daba al pecho y la corriente era muy fuerte. Yo besé la tierra villaclareña, todos los hombres que componían la tropa estaban alborozados. Una pequeña parte de nuestra misión estaba cumplida (…)”.

Poco después la columna invasora era localizada por una escuadra rebelde durante su primera escala en los Llanos de Alunao, y desde allí conducida en una verdadera carrera de relevo a los montes de Jobo Rosado, al campamento del Destacamento Máximo Gómez del Partido Socialista Popular (PSP), al mando del comandante Félix Torres, a donde llegó en la madrugada del 8 de octubre, que ofreció a Camilo y sus hombres una acogida desbordante y fraterna. 

Sin perder un minuto y aprovechando la cálida recepción de que fueron objeto por parte de los luchadores comunistas de Félix Torres, Camilo se dedicó a unir las fuerzas del Movimiento 26 de Julio y las del PSP en la comarca, organizarlas y mejorar su armamento para redoblar las acciones contra las tropas de la tiranía.

Quince días después de su arribo a territorio villareño —hoy espirituano—  y 14 de su llegada al campamento de Félix Torres, las fuerzas combinadas del 26 de Julio y el PSP lanzaban su primera acción de guerra con una emboscada el 22 de octubre a las tropas enemigas en la carretera principal de la zona de Yaguajay. Acababa de nacer el Frente Norte de Las Villas.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

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