De José Martí a Félix Sánchez Iznaga: Mi cubano de oro

Miembro de la Liga Patriótica Cubana fundada en Tampa, Florida, el trinitario Félix Sánchez Iznaga se hizo al camino de la independencia bajo la mirada de Martí, quien llegó a considerarlo un hijo

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Ilustración: Alexis Gutiérrez Gelabert

Félix Sánchez Iznaga toma entre sus manos el libro, aún con olor a tinta fresca, y lo lleva contra su pecho unos segundos, como el padre que ha aguardado por años a un hijo de viaje. Coloca los ojos en la cubierta: Versos sencillos; no advierte, por ahora, la dedicatoria que le ha redactado el propio José Martí, y va directo al prólogo del poemario, publicado en Nueva York, por Louis Weiss & Co. Impresores en agosto de 1891.

“Mis amigos saben cómo se me salieron estos versos del corazón. Fue aquel invierno de angustia, en que por ignorancia o por fe fanática, o por miedo, o por cortesía, se reunieron en Washington, bajo el águila temible, los pueblos hispanoamericanos”.

Habla de la Conferencia Internacional Americana, celebrada del 2 de octubre de 1889 al 19 de abril de 1890, y a la cual el Maestro no pudo asistir; sin embargo —como refiere la investigadora Marlene Vázquez Pérez—, “desarrolló a distancia y desde posiciones de extrema discreción y conflictividad política una labor intensa, dirigida a proteger a nuestros países, que en buena medida condicionó entonces el fracaso del cónclave”.

Sánchez Iznaga conocía que aquellas tensiones vividas por el Maestro quebrantaron su salud y lo llevaron, en el verano de 1890, a restablecer fuerzas, por prescripción médica, en un retiro en las montañas de Catskill, estado de Nueva York.

“Me echó el médico al monte: corrían arroyos, y se cerraban las nubes, escribí versos”, continúa Félix leyendo el prólogo; pero, ¿quién es este joven que permanecía al tanto de los dolores y el bregar independentista de Martí?

UN TRINITARIO LEAL

 Asediado por el colonialismo español debido a sus ideales políticos, Félix Sánchez Iznaga, junto a su hermano Andrés, emigró a Estados Unidos en los años 80 del siglo XIX, manifestó a este reportero, antes de fallecer en el 2021, el Historiador de Trinidad, Manuel Lagunilla Martínez, uno de los pocos investigadores que han seguido las huellas de las relaciones entre estos hombres y el líder de la preparación de la Guerra Necesaria.

Aunque nacieron en La Habana, ambos cursaron sus primeros estudios en Trinidad, donde su padre, el periodista y literato Andrés Sánchez de Aguerri, fundó y dirigió en 1856 —de conjunto con José A. Cortés—, la revista literaria La Abeja, con el interés de promover lo mejor de la intelectualidad de la tercera villa, y que contó con la colaboración de relevantes figuras cubanas de la época.

El santaclareño Iznaga de Aguerri había contraído nupcias con la trinitaria Josefa Amalia Iznaga Rendón, cuyos hijos residían en 1888 en Nueva York, donde conocieron al Apóstol de la independencia, aseguró Lagunilla Martínez, quien resaltó, además, la integración de ellos a la Liga Patriótica Cubana (LPC), creada en Tampa, en 1890.

Estudios consultados incluyen a los hermanos Sánchez Iznaga entre los líderes patrióticos y obreros como Ramón Rivero, que se sumaron a LPC, en su origen una sociedad secreta, regida por los principios masónicos, convertida en club independentista, vital para Martí en la organización del Partido Revolucionario Cubano (PRC) porque, en efecto, nutrió su membresía. Con exactitud, el 8 de enero de 1892 Martí le presentó en suelo tampeño las Bases y los Estatutos del PCR, refrendados por los integrantes de la asociación, encabezados por Ramón Rivero.

Mucho antes, en carta remitida a Félix —asentado en ese momento en Ybor City—, desde Nueva York el 31 de octubre de 1889, el Héroe Nacional le pregunta por el estado de salud de Rivero, quien llegó a ser presidente del Cuerpo de Consejo del PRC de Tampa hasta 1898.

“Ayer recibí su primera carta, que hasta literaria viene, por lo sentida y sincera. Hace bien en acordarse de mí, porque yo no lo olvido. Lo que no quiero es que le falten ánimos, ni tenga el cuerpo allá y el pensamiento aquí. El secreto del éxito es dedicarse entero a un fin”, le recalca Martí a Félix, uno de sus leales en la Florida, con lazos que trascendían el proyecto independentista, si nos ceñimos a la misiva:

“De casa de Carmita todos le estiman sus cariños. Ojalá pudiera llevar a pasear a María por su río. Cuénteme todos sus lances y esperanzas, que no tienen mejor amigo que JOSÉ MARTÍ”.

RAMONA, OTRA HISTORIA

Presumiblemente, en Nueva York Félix conoció, por intermedio del Apóstol, a Carmen Miyares, su hija María Mantilla y su esposo Manuel Mantilla, cuyo hogar acogió a Martí en dos etapas: poco después de arribar el Héroe Nacional a la ciudad el 3 de enero de 1880 y luego del deceso de Manuel el 12 de febrero de 1885.

En la urbe estadounidense, Martí le asignó a Sánchez Iznaga las funciones de administrador cuando quiso fundar una modesta empresa editora de libros, estrenada con la novela Ramona, de Helen Hunt Jackson, vívido ejemplo de las intenciones del Apóstol de crear conciencia a través del sentimiento, pues la obra revelaba al lector la voracidad imperial de Estados Unidos, que le arrebató a México gran parte de su territorio, y las crueldades contra los indios asociadas a ese proceso, comentó en el 2020 el investigador, pedagogo e historiador Pedro Pablo Rodríguez, en el contexto de la Feria Internacional del Libro de La Habana.

Félix Iznaga devino brazo derecho del artífice de la contienda de 1895 en las cuestiones materiales de la traducción, publicación y venta de Ramona, escribió el ya fallecido especialista del Centro de Estudios Martianos, Enrique López Mesa; consta que Sánchez Iznaga narró que Martí tradujo la obra de Helen Hunt de un lado a otro en la habitación, con el original entre sus manos.

El trinitario vio cómo el Maestro asumió, con sus magros bolsillos, los gastos de la edición —no obtuvo la cantidad necesaria para iniciar su empresa editorial— de Ramona. Novela americana, publicada en julio de 1888 y cuya traducción es considerada por los profesores estadounidenses Jonathan Alcantar y Anne Fountain una versión que supera el texto original en inglés de Hunt Jackson.

SÁLVEME A PATRIA

En tiempos de juntar voluntades; recolectar fondos; curar heridas —no del cuerpo, sino del alma—, abiertas por la Guerra Grande; de preparar una contienda desde la emigración, Martí tomaba la pluma e improvisaba un escritorio donde lo cogiera la noche, como lo demuestra la carta escrita a Félix Sánchez, escuchando el vaivén de los vagones del tren, prácticamente sin luz —como se lo hizo saber al trinitario—, desde la Florida. Allí había arribado en febrero de 1893 en su condición de delegado del PRC para ver cómo germinaban las ideas libertarias entre los clubes patrióticos.  

“Ya ve que fío en Vd., y en todo lo real, con Vd. como hijo mío, cuento de preferencia”, le comenta el Maestro, quien le informa, también de sus quebrantos de salud; no obstante, le advierte: “El deber es mucho. Sigo en pie, y ningún pícaro me mata (…) Es mucho lo urgentísimo. No me cabe el deber, deber que no puedo delegar, en el día y la noche”.

En renglones posteriores, el Apóstol le da indicaciones sobre una misión secreta. “Séame allí (por los referentes contextuales del epistolario martiano, Iznaga debe encontrarse en Nueva York) agente principal y caluroso de entusiasmo”.

Pasados 10 días, el 20 de febrero de 1893, el Héroe Nacional prosigue en la Florida; se ve nuevamente frente al papel en blanco: “—Sálveme a Patria. Corra de un lado a otro y de Gonzalo a Figueroa, como amigo que es Vd.”. Bien conocía Félix que este periódico había nacido “a la hora del peligro —apuntó el propio Martí—, para velar por la libertad, para contribuir a que sus fuerzas sean invencibles por la unión, y para evitar que el enemigo nos vuelva a vencer por nuestro desorden”.

Sánchez Iznaga vivía aquella “angustia patriótica”, que el Apóstol le había confesado. Apenas recibió esta carta, fue en busca del abrigo para salir hacia la oficina de Patria; vio sobre la mesa el poemario Versos sencillos; lo hojeó y posó otra vez los ojos en la dedicatoria: “A Félix Iznaga*, mi tierno y firme compañero: mi cubano de oro”.

Nota:

*Aunque Martí lo nombre así, se trata de Félix Sánchez Iznaga, aclaró a Escambray Manuel Lagunilla Martínez.

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El Héroe Nacional le dedicó uno de los ejemplares de la edición príncipe de Versos sencillos a Félix Sánchez Iznaga.

Enrique Ojito

Texto de Enrique Ojito
Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de la vida (2020). Máster en Ciencias de la Comunicación. Ganador de los más importantes concursos periodísticos del país.

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