Los desafíos de la Liga Élite

Una incógnita se instala ya en el círculo de espera: ¿Cómo lograr entrega y pasión en hombres cuyo único incentivo será jugar pelota por amor al arte?

Sin que haya cesado la polémica por los nombres de los equipos — según dicen, nacidos de la consulta popular—, la Primera Liga Elite del Béisbol cubano será una realidad próximamente y no será la nomenclatura el principal reto del evento.

Visto desde la silla de las conjeturas, el desafío esencial de un torneo anunciado con toda la rimbombancia del nombre consistirá en hasta dónde será capaz de atraer al público a los estadios y cómo puede, desde su primera versión, sentar las bases para ser trascendente.

Y el primero es el más difícil. Aun con la sed de béisbol que deja siempre el cierre de la Serie Nacional, no será ese el catalizador que se precisa para atraer la afición, que necesita siempre un incentivo que lo haga salir de sus casas para sentarse tres o más horas en un graderío.

 De ello están conscientes los principales protagonistas, los peloteros, algunos de los cuales fueron testigos de cómo murieron otros formatos similares en el pasado, llámense Súper Selectiva, Súper Liga o Copa Revolución, cuando los estadios vivieron el síndrome de las gradas vacías; el último intento se frustró en el 2005.

Les tocará a los atletas y, por supuesto, a los técnicos que los dirigen, hurgar en lo más recóndito de sus motivaciones para que los juegos resulten atractivos y contengan el hálito de competitividad y rivalidad que precisa un evento que reúne lo mejor del béisbol cubano.

Hacerlo evitaría que, como sus predecesores, la Primera Liga Élite se convierta en una especie de entrenamiento con vistas a integrar futuros equipos Cuba.

En este sentido, una incógnita se instala ya en el círculo de espera: ¿Cómo lograr entrega y pasión en hombres cuyo único incentivo será jugar pelota por amor al arte? Está claro que, como sucede a nivel mundial, al deporte le entran las motivaciones por el bolsillo y, hasta dónde sé, este torneo no prevé pagos al estilo de la Serie Nacional, algo que no encaja con la alcurnia de un evento que pretende tener en vilo por casi cuatro meses a sus protagonistas. Está claro también que algo debe mover a quienes, sin poner aún un spike en el terreno, no se sienten “elegibles” para los eventos foráneos que se avizoran en el 2023, sobre todo el V Clásico Mundial, previsto en marzo.

Si los juegos convidan al bostezo, entonces el desafío es mayor para atraer a los actores de gradas, vitales para inyectar a quienes se desempeñan en el terreno los deseos de entregarse y dar lo mejor a la altura de sus calidades y posibilidades.

Así como no hay fiesta sin cake, sin público no hay espectáculo, deportivamente hablando. Por más cojeras que tenga en el orden cualitativo y por más detractores también, hay que reconocer que la Serie Nacional de Béisbol sigue siendo el principal suceso sociocultural del país, capaz de atraer por el simple hilo de la identidad, la identificación y la representatividad, y agregaría que hasta por razones genético-sanguíneas, a los aficionados de cada provincia.

Los más recientes play off, incluso, derrotaron una matriz mediática de buena parte de los expertos: los estadios no se llenan si no hay refuerzos, como símbolos de calidad.

Por más que hayamos inventado eventos que reúnan lo más selecto de nuestra pelota, ninguno —a no ser las primeras versiones de las Series Selectivas, mucho más apegadas al sentido de pertenencia de territorios afines a partir de los vestigios de la antigua División Político-Administrativa por las regiones simbólicas del país (occidente, centro y oriente)— logró ganarle la partida de las gradas llenas o semillenas al clásico nacional.

Tal arraigo tiene este, que, a tanta insistencia popular, la Comisión Nacional del deporte se vio en la necesidad de reevaluar su anterior decisión de pasarse 14 meses sin Serie Nacional y ahora habla de moverla hacia marzo, un calendario que también necesita colegiarse mucho más porque de ese modo estaría “invadiendo” el de la primavera con sus lluvias, su calores  y porque también ataca en su esencia el cronograma que distinguió siempre a ese torneo y que hemos movido a lo largo del tiempo según los dictados del alineamiento con el calendario nacional

De eso hablamos luego. Sigamos la ruta de la Primera Liga Élite, ahora con fecha de inicio pospuesta debido a dificultades con el arribo al país de los uniformes de los equipos participantes. Mencioné el asunto de la supervivencia en el tiempo ya que forma parte de la estrategia nacional del deporte.

Para ello no basta con que se anuncie un calendario fijo, que parece ser octubre. La permanencia dependerá de cuánto aporte al mejoramiento de la calidad de nuestra pelota, un propósito mayúsculo si nos atenemos a que los bateadores seguirán enfrentando un pitcheo discreto. Únale a ello que no deben intervenir aquí las estrellas contratadas, sobre todo porque cuál sería su incentivo tras jugar por meses en ligas profesionales superiores y que les abultan los bolsillos, para no hablar del quimérico propósito de que peloteros de clubes foráneos vinieran a formar parte de este evento.

No pueden pasarse por alto cuestiones logísticas que, aunque se anuncien garantizadas, no pueden desprenderse de un escenario marcado por las carencias materiales y financieras y habrá que ver qué tan “suyos” ven a los Ganaderos los gobiernos de cada provincia implicada, visto no como fincas territoriales, sino como conjunto.

 La Liga contará de 50 partidos en su fase clasificatoria de donde emergerán los cuatro primeros para los play off que componen dos fases: las semifinales y la final, cada una de siete juegos a ganar cuatro.

A los espirituanos les tocará el desafío de seguir a Ganaderos, el conjunto “representativo” de sus intereses propios por la presencia mayoritaria de los Gallos en la nómina, pero también deberán hacer suyos a los avileños y camagüeyanos, unidos bajo una misma bandera competitiva. A ello se une que será su estadio José Antonio Huelga la casa principal del elenco.

Es verdad que no se puede vivir de la añoranza, también porque por los “volcanes” de la emigración se nos han ido varios equipos, incluidos integrantes que ya estaban anunciados para el evento que está por comenzar. 

Cuba necesita un techo más alto con lo que tenemos. Mas, en conquistar la élite del corazón de los cubanos se resume la vitalidad o no de la Primera Liga que se ha buscado un nombre que se las trae en eso de alinear expectativas y realidades.

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

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