Los sonidos de la creación

El taller de artes visuales de la Casa de Cultura de Trinidad es refugio para Erriggemny Carlos Valdivia Rodríguez, quien se sienta en el pupitre de la inclusión

Yunior Cabrera y Erriggemny Carlos Valdivia durante uno de los procesos creativos. (Foto: Cortesía de Yunior)

Una cartulina a medio trazo los convoca. En su centro, parece una rosa lo que emerge. Yunior Cabrera Landestoy y Erriggemny Carlos Valdivia Rodríguez acomodan líneas en movimientos y claroscuros.

Es otra jornada de deleite en la Casa de Cultura Julio Bartolomé Cueva Díaz, de Trinidad. En una punta de la mesa, el profesor tatúa letras inmensas. En el lado opuesto, Erriggemny prefiere profundizar los bordes de los inmensos pétalos.

¡Una obra a cuatro manos!, murmuran quienes husmean por encima de los cuadros, vasos, cubos, sillas, telas… No; es una complicidad creativa. Basta observarlos unos segundos. Gozan de un diálogo a golpe de miradas y manos que jamás permanecen calladas.

Se han propuesto desafiar las dimensiones de las obras que brotan en el pequeño espacio. Sueñan con la admiración y ovaciones de quienes visiten la galería de la añeja casona ubicada en la calle Rosario, en el mismo corazón del Centro Histórico de la Ciudad Museo del Caribe. ¡Será el mejor de los carteles que jamás se haya colgado en sus paredes!

La idea nació en los días en que aún la covid no desandaba las callejuelas empedradas. Dos o tres veces a la semana se daban cita en el taller de creación de artes visuales de la institución cultural. Erriggemny es uno de los integrantes de la unidad artística Duende de colores. Yunior los conduce por las diferentes técnicas y estilos.

Desde el 2019, cada encuentro es un reto. Esculpir el talento no resulta fácil. Lo sabe el experimentado instructor de arte. Y mucho más cuando solo sus manos pueden avivar las musas que conviven en el más profundo de los silencios. Por ello, ha precisado además sumergirse en los ojos del pequeño que la hipermetropía y astigmatismo aspiran a ensombrecer. La sensibilidad e inocencia los alumbran. Ni tan siquiera los gruesos cristales que los recubren han podido disiparlas.

Tiene 11 años y todavía su rostro se ilumina como con los primeros trazos. Los reproducía tras intentar descifrar las imágenes de la televisión. Creaba así sus propias historias. Dibujo a dibujo llamó la atención de la familia. Sin dudarlo, tocaron las puertas de quienes pudieran encauzarlo en los caminos de la creación.

Por tal motivo tomó asiento en el pupitre de la inclusión, no solo en la escuela primaria León Francisco, de Trinidad. En la Casa de Cultura comparte pinturas y pinceles con otros niños y niñas; un colectivo que ya espanta las barreras de su sordera bilateral profunda.

Interpretan sus dedos danzando en el viento. Cuando la prisa de sus manos genera una lluvia de ideas para contar por qué sobre la cartulina brota un Guerrillero del Ttiempo con tanta luz, un Camilo con un sombrero alón gigantesco o una bandera cubana con un azul mucho más azul que el cielo. Compartieron en el evento Fidel en mi corazón y en las más de 10 muestras colectivas convocadas durante el 2021 como estímulo genuino a las horas de trabajo bajo condiciones excepcionales y la ausencia de materiales.

El cartel del Concurso Escaramujo a nivel municipal fue resultado de la camaradería del profesor y alumno.
El cartel del Concurso Escaramujo a nivel municipal fue resultado de la camaradería del profesor y alumno.

Erriggemny es un huracán con el dibujo y el trabajo con los colores y las acuarelas. Todavía se habla con orgullo de su primera muestra titulada Revolución, un pretexto perfecto para contarle al mundo sobre la historia patria a través de trazos y colores. Obras hijas de encuentros por WhatsApp o Messenger como burla al asfixiante SARS-CoV-2. Yunior se auxilió de la familia para corregir y orientar. Fue ese el valor añadido de la exposición. Su inauguración sepultó la tranquilidad que por meses se adueñó de la Casa de Cultura.

“Hoy por suerte comunicarnos resulta más fácil porque ya tiene una intérprete”, dice el joven instructor de arte, quien no ha echado a un lado su anhelo de conocer más sobre el lenguaje de señas para que sus manos hablen con mayor destreza.

Mas, nada le ha impedido lanzarse a cumplir con su juramento de enseñar. Cada encuentro es un goce pleno como en aquella mañana, cuando junto a su alumno Erriggemny hizo nacer una hermosa rosa blanca en el mismo medio de una cartulina color café y sobre letras en blanco y negro.

Fue un parto de sonrisas escondidas detrás de los nasobucos. Consejos ante trazos torcidos. Enseñanzas del vocabulario de señas. Una camaradería artística que legó el mejor de los pórticos del Concurso Municipal Escaramujo.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

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