Juntarnos… o morir en las fauces del monstruo

El estudio profundo y multifacético de los Estados Unidos sembró en Martí, más que cualquiera otra motivación, la idea de la necesidad urgente de fundir en una unión de repúblicas la constelación americana al sur del Río Bravo. Un estremecimiento, un frío cerval que no cedió con el paso del

 Jose MartiEl estudio profundo y multifacético de los Estados Unidos sembró en Martí, más que cualquiera otra motivación, la idea de la necesidad urgente de fundir en una unión de repúblicas la constelación americana al sur del Río Bravo.

Un estremecimiento, un frío cerval que no cedió con el paso del invierno crudo, en el septentrión americano, crispó los sentidos de José Martí en el inhóspito Nueva York, pues en la primavera y el verano subsiguientes los siguió sintiendo acrecentados…

Aquel joven literato y político había transitado de manera sutil, inadvertida casi, de la admiración sincera por la incipiente república norteña, a la desilusión; de la contemplación entusiasta de su modo de gobierno, sus instituciones y su pueblo  a la más alarmada certeza acerca del carácter depredador de la que devino, en corto espacio, una especie de Roma americana.

Martí conocía al dedillo la obra de Bolívar, pero de seguro nunca había sentido tan omnipresente la célebre frase del Libertador en la que expresa: “Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.

Si claro estaba Bolívar, sin haber pisado nunca aquella tierra portentosa, más esclarecido despuntaba Martí, que tres generaciones más tarde vivió en USA sus años más creativos y lúcidos, con su desarrollada sensibilidad de poeta, pero también con su profundidad de filósofo, su visión de político y su inteligencia casi sobrehumana.

Un sinnúmero de ideas lo asaltaron: ya no lucharía solo por la independencia de Cuba. Ahora el proyecto sería mucho más extenso y arduo. La emancipación de la patria dejaba de ser el fin último para trastocarse en medio de plasmar una empresa grandiosa, de alcance incalculable.

Pero había que entablar una lucha en muchos campos y uno de ellos, no menos trascendente que los otros, consistía en el esclarecimiento acerca de las esencia de la joven y pujante potencia que emergía al norte de nuestras fronteras con su vista de águila rapaz fijada en rumbo sur.

Mucho admiraban la vertiente literaria de Martí, intelectuales latinoamericanos como el argentino Sarmiento o el uruguayo José Enrique Rodó, o el mexicano Justo Sierra, pero estos y otros excelsos hombres de letras adolecían de una visión sublimada, idealista, de los Estados Unidos.

En cambio Martí había bebido directamente de las fuentes nutricias del intelecto en el seno de la joven República, con una obra tan amplia y profunda, como por ejemplo, sus enjundiosas crónicas agrupadas después en el libro Escenas Norteamericanas. Él conocía al país y a su gente, describiendo desde el linchamiento de un negro en el sur de la Unión hasta el célebre terremoto de Charleston?

Fruto de esa conciencia es el artículo La verdad sobre los Estados Unidos, publicado en Patria el 23 de marzo de 1894, pero mucho antes, ya a finales de 1889 e inicios de 1890, sus trabajos periodísticos acerca del Congreso Internacional de Washington y luego, en 1891, los realizados a propósito de la Conferencia Monetaria Internacional Americana, le quitaron toda duda acerca de los verdaderos propósitos de aquel imperialismo emergente.

Fueron los antecedentes de lo que sería después el ALCA, un primer intento en toda regla de asimilar a sus vecinos meridionales por medio de la preeminencia del patrón plata sobre el oro y de imponer un comercio prácticamente unidireccional en su solo beneficio. Pero Martí hizo lo que pudo enviando sus agudos reportes de alerta a Montevideo, Buenos Aires, Caracas…

Ni corto ni perezoso, unos meses después, en marzo de 1892, funda el periódico Patria, y al mes siguiente, el Partido Revolucionario Cubano para organizar la Guerra Necesaria, y allí mismo, en sus documentos programáticos, incluye junto a la liberación de Cuba, la de Puerto Rico como objetivo prioritario.

Y obsérvese, no solo no alimenta ni de lejos la ilusión de esperar o pedir ayuda al vecino poderoso para lograr su magna empresa, sino que ve en ese ambicioso colindante un peligro mayor que el representado por España. En cambio, sí requiere a la América hispana el auxilio que de la sajona prefirió prescindir.

Con aguda visión geoestratégica, escribió luego: “Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de hermana, y obra con la autoridad de tal. Al salvarse, salva (…). Si quiere libertad Nuestra América, ayude a ser libres a Cuba y Puerto Rico…Es un mundo lo que estamos equilibrando: no son solo dos islas las que vamos a libertar”.

Y en carta a Federico Henríquez y Carvajal, completa esa idea: “Las Antillas libres salvarán la independencia de Nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo”.

Pero no queda aquí el propósito mayor de nuestro Apóstol. Le duele América, la idolatra, la sublima: “¡Mi tierra americana, tan maltratada y tan hermosa! ¡Tan desconocida, tan amable, tan buena!”, la ha llamado. A Cuba y Puerto Rico, a Santo Domingo, al Caribe antillano, a todo un continente: el nuestro, Martí dedica sus esfuerzos postreros.

Ha alertado en cada oportunidad del peligro inminente que se le viene encima. En la famosa carta al fraterno amigo mexicano Manuel Mercado del 18 de mayo de 1895, la víspera de su muerte en combate, el Maestro explicita su designio más íntimo: (…) “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

El mártir de Dos Ríos había llamado antes, de manera ferviente, a la integración americana. Su ensayo Nuestra América es un tratado, un estudio prodigioso de nuestras raíces y destino común, pero también guía de acción proyectada al futuro.

“Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos”, apunta, para luego señalar: “(…) ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

Comentario

  1. Excelente cronica martiana y latinoamericana el APOSTOL fue el gue retrato en mayuscula los propositos detestables y desleales de los colonizadores norteamericanos hoy sus garras imperiales intentan dar el golpe final a su macabra obra extraterritorial secundados por perdedores y aduladores pero el imperialismo yanki y sus neoliberales burgueses confiados no contaron gue hoy las ideas y pensamientos de los gloriosos proceres de toda la AMERICA y CARIBENA como SANDINO BOLIVAR SUCRE MARTI, ETC han vuelto con fuerza hidalguia y lealtad con el patriotismo fidelidad y transparencia en gloriosos nombres como FIDEL CASTRO RUZ HUGO CHAVEZ FRIA ETC creadores del ALBA EL CELAC Y MAS convirtiéndose. Ambos en rescatadores del patriotismo-martiano hoy están haciendo temblar por primera vez al imperio yanki y a los neoliberales y yo repito la frases del GUERRILLERO HEROICO esta gran humanidad a dicho basta y a echado andar. Lazaro

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