La tercera vida de Randy García (+fotos)

Tras pasar más de 100 días en total inmovilismo, sin tragar alimento alguno ni respirar por sí solo, un joven yaguajayense se declara vencedor por partida doble del Síndrome de Guillain-Barré. Cuando a las seis de la mañana sintió una fuerza inusual atenazándole la garganta sin dejarlo tragar y una

Randy mantiene su programa de rehabilitación con diversos ejercicios en su natal Yaguajay.Tras pasar más de 100 días en total inmovilismo, sin tragar alimento alguno ni respirar por sí solo, un joven yaguajayense se declara vencedor por partida doble del Síndrome de Guillain-Barré.

Cuando a las seis de la mañana sintió una fuerza inusual atenazándole la garganta sin dejarlo tragar y una debilidad inexplicable al saltar de la litera, Randy García Delgado no necesitó más señales para confirmar lo que ya venía sospechando desde horas de la madrugada.

“Llévenme corriendo pa’ l hospital, que yo sé bien lo que tengo”, dijo a sus compañeros del IPUEC Mártires de Yaguajay, en Centeno, quienes no atinaban a comprender a ciencia cierta la insistencia del muchacho.

Con el remitido en la mano, entró caminando al Hospital Provincial Camilo Cienfuegos, de Sancti Spíritus, el 4 de junio del 2008 e, incluso, ya en la sala, sin sospechar la odisea que estaba por llegar en horas, pidió a las enfermeras que no le pasaran sondas, “que la cosa no era tan grave”.

El Síndrome de Guillain-Barré, que había padecido seis años atrás y que tanto él como su madre venían calculando ahora en silencio, les fue confirmado de inmediato, una recidiva que el doctor Rodolfo Rodríguez Gómez, Especialista en  Medicina  Intensiva y   Emergencias , define como “extremadamente rara”.

ME RESPONDÍA CON LOS OJOS

Las manifestaciones periféricas del padecimiento -falta de fuerza y de control muscular- comenzaron a agudizarse, y en apenas horas los especialistas tuvieron ante sí un cuadro totalmente agravado que los obligó a luchar durante más de 100 días frente a complicaciones de todo tipo.

“Randy me respondía con los ojos”, rememora su madre Marité Delgado, al evocar el inmovilismo total al que lo redujo la enfermedad durante tres meses y medio, lapso en el que obviamente no podía ingerir alimentos y se mantenía vivo gracias a la ventilación mecánica y a técnicas  de nutrición utilizadas en  la  unidad  de terapia  intensiva.

“Él hizo lo que se conoce como Parálisis Ascendente de Landry -precisa el doctor Rodolfo, actual  jefe  del  grupo provincial de  Medicina  Intensiva  y  Emergencias, o sea, una pérdida de fuerza muscular que va progresando desde la parte inferior del organismo a la superior y en ese tránsito paraliza también los músculos respiratorios e impulsa al paciente a una insuficiencia de origen neuromuscular, es decir, que no tiene fuerzas para respirar”.

Como si ello no fuera lo suficientemente grave, recaídas intermitentes e incluso un sangramiento digestivo que requirió de múltiples transfusiones mantuvieron al equipo médico y a la familia en vilo hasta que por fin el paciente fue dando muestras de recuperación y por primera vez ladeó la cabeza, una señal de resistencia inequívoca que su madre compara con el mismísimo alumbramiento.

Luego vendría el desacople de los sistemas de ventilación artificial, un capítulo que Randy García ha aprendido a contar como el mejor de los guionistas cinematográficos:

“Había un médico, que era el que más seguimiento me daba, Pável Nodarse, bastante flexible, tenía mucha fe y no me forzaba con la recuperación, pero un día llegó el doctor López, y le dijo que él era muy flojo conmigo, que había que trabajar más fuerte y que me preparara, que al mediodía me iba a retirar el aparato de respirar.

Pável siempre me lo quitaba un rato y se quedaba por ahí, velándome, pero López me lo quitó, me dijo: ‘tú verás que vas a respirar’ y se fue. Yo en ese momento no entendía que él estaba haciendo lo correcto y como a los 15 minutos comencé a sentir mucha ansiedad y nerviosismo, y le pedí a una enfermera que me lo pusiera un rato. Ella me dijo: ‘Te lo pongo solo 10 minutos, pero si el doctor viene y me regaña tengo que quitártelo’; entonces yo me puse bravo y le dije que no me lo pusiera, luego me arrepentí y me lo colocó un rato y me lo volvió a quitar, en eso me quedé dormido y cuando me desperté ya no lo necesité más”.

LOS PUNTALES DE RANDY

Luego de 20 años de trabajo como enfermera, Marité Delgado no estaba del todo preparada para un “posgrado” de más de 100 jornadas en Terapia Intensiva, y mucho menos con la vida de su hijo en juego, un episodio que cuatro años después todavía no ha podido borrar de su mente.

“Cuando supe que el síndrome lo atacaba por segunda vez, siempre tuve esperanzas como madre, pero como enfermera sabía que estábamos luchando contra una enfermedad muy dura con un pronóstico bastante reservado y viendo el curso de los acontecimientos: que los días pasaban, que mi hijo no se podía mover, que no podía respirar por sí solo; ya se pueden imaginar”, confiesa.

“Mis padres siempre estuvieron conmigo -certifica Randy-, mi papá fuera de las salas, y mi mamá adentro. Ella me transmitía mucha confianza, siempre tuve mucha fe, incluso cuando supimos que el síndrome se estaba repitiendo; él se afectó tanto que todavía hoy no se le puede ni tocar a la puerta con fuerza, porque se pone muy nervioso”.

Yohandra Caballero, jefa de Enfermería en la sala de Intensiva, califica como heroica la labor de Marité y Boris, el padre, en la recuperación del muchacho: “En estos casos es importantísima para el apoyo psicológico, la alimentación, hasta en la fisioterapia, y Randy tuvo todo eso al ciento por ciento”.

QUIERO SER UNA PERSONA ÚTIL

Ni el celo de los médicos, que llegaron ser 10 alrededor de su cama; ni los medios técnicos; ni los antibióticos de última generación, que siempre estuvieron puntuales; ni siquiera las súplicas de la madre para que intentara respirar por sí solo al cabo de los 100 días con ventilación artificial, habrían sido suficientes para levantar a Randy si él no hubiera contado con una resistencia a prueba de cañón para encarar la enfermedad.

“A pesar de su juventud, siempre ha sido muy optimista y cooperativo, con muchos deseos de vivir y muy pocas veces se ha visto que la enfermedad lo supera y, con independencia del tratamiento sicológico, eso lo ayudó mucho”, reconoce Yohandra.

Ahora, sentado en la silla de cuádriceps del policlínico Camilo Cienfuegos, de Yaguajay, Randy García espera ansioso para, con la misma disposición con que venció por partida doble al Guillain-Barré, concederle a la vida otra victoria: su total recuperación.

¿Cómo te atienden actualmente?, le pregunta Escambray.

Desde que salí del Hospital de Rehabilitación tengo un tratamiento en el policlínico; este incluye, además de los ejercicios, corriente, masaje y estiramientos; trabajo con los cuádriceps, bicicleta y semicuclillas, además de un adiestramiento para la coordinación con terapia ocupacional.

¿Y cómo llevas tu vida social?

Yo salgo demasiado, todos los fines de semana voy para la calle, a todas partes. Casi no paro en mi casa, me paso el día montando bicicleta por el pueblo. Me ha ayudado mucho mi estado de ánimo, soy muy alegre.

¿Qué planes tienes para cuando completes tu recuperación?

Ya terminé el doce grado en la Facultad, hice un curso de computación y ahora quiero matricular otro de masajista. También me dijeron que iban a abrir la escuela de FORMATUR aquí, a ver si aprendo a hacer algo más porque quiero ser una persona útil.

¿Qué es el SGB? También conocido como Polineuropatía inflamatoria desmielinizante, el Síndrome de Guillain-Barré (SGB), fue descrito por primera vez en 1859 por el médico francés Jean Landry. En 1916, Georges Guillain, Jean Alexandre Barré y André Stohl, en la continuación de dichos estudios, notaron en los pacientes un aumento de la producción de proteínas en el líquido cefalorraquídeo. Especialistas aseguran que se trata de un trastorno en el que el sistema inmunitario del cuerpo ataca la mielina, capa aislante que recubre los nervios, los que como resultado de esta afectación no pueden enviar las señales de forma eficaz. Los músculos pierden su capacidad de responder a las órdenes del encéfalo y este recibe menos señales sensoriales del resto del cuerpo. Mundialmente afecta a una de cada 100 000 personas y a pesar de que puede presentarse en cualquier edad, es más común en pacientes de entre de 30 y 50 años. Causas Aunque sus causas no están muy claras, los expertos afirman que tiene una base infecciosa. El 70 por ciento de los casos se reporta 15 o 20 días después de la aparición de una  virosis respiratoria. El otro 30 por ciento está asociado a infecciones del tubo digestivo, hepatitis, el virus de la varicela y herpes virus. Pronósticos Aproximadamente el 80 por ciento de pacientes del SGB se restablece completamente en un período de unos pocos meses a un año (la pérdida de los reflejos puede persistir). El resto, del 5 al 10 por ciento se recupera con invalidez severa. La muerte sobreviene aproximadamente en el 4 por ciento de los enfermos.

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Elizabeth Borrego

Texto de Elizabeth Borrego
Corresponsal de la Agencia de Prensa Latina.

Comentario

  1. El trabajo que se hizo sobre mi hijo fue muy bueno me gusto y esto espero que muchas madres que esten pasando o que hallan vivido momentos como los que yo pase tan dificil cponfien en nuestros medico y en la medicina cubana estoy muy agradecida de todos los medicos y enfermeros que pusieron su mano para que mi hijo este hoy vivo que no se reflejo su nombre perono fueron olvidos
    muchas gracias

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