Amagos secesionistas de Estados Unidos

La reelección de Obama ha generado en el bando republicano reacciones de descontento que llegan al pedido abierto de separación de la Unión americana en algunos estados sureños. El 12 de abril de 1861 el tronar de los cañones del ejército de los Estados Confederados del Sur, sobre la guarnición

Obama resulta “demasiado” para lo que los recalcitrantes del Tea Party están dispuestos a aceptar. La reelección de Obama ha generado en el bando republicano reacciones de descontento que llegan al pedido abierto de separación de la Unión americana en algunos estados sureños.

El 12 de abril de 1861 el tronar de los cañones del ejército de los Estados Confederados del Sur, sobre la guarnición norteña de Fort Sumpter, inició la famosa Guerra de Secesión que enfrentó al sur esclavista de los Estados Unidos de América, liderado por Jefferson Davis, con el norte industrial abolicionista presidido por Abraham Lincoln.

Aunque se trataba de una guerra provocada por la colisión de dos bloques de intereses opuestos, basados en diferentes modos de producción, ocurrió que buena parte de la prensa y la historiografía estadounidense y foránea atribuyó a los sentimientos cristianos del bando norteño y a su mística humanista contra la cruel institución de la esclavitud, la causa fundamental de aquella conflagración que duró alrededor de cuatro años y costó cerca de 700 000 muertes.

Tanto fue así que el propio Lincoln, cuando conoció a la reputada escritora Harriet Beecher Stowe en 1862, en plena contienda, le espetó a la reconocida autora del libro La cabaña del tío Tom: De manera que es usted la pequeña mujer que escribió el libro que provocó esta gran guerra”, porque no se podía subestimar el efecto provocado en la población ilustrada de Norteamérica por aquella obra aparecida el 20 de marzo de 1852.

El afable Thomas fue el paradigma del esclavo sufrido y maltratado por los dueños de las grandes plantaciones meridionales de algodón, tabaco y cacahuetes, cuya familia había sufrido los azotes del látigo y la separación, tan comunes en aquella época, y tan condenados desde el punto de vista ético y religioso en el libro de la Beecher Stowe.

El sangriento suceso, que provocó asimismo más de 400 000 heridos y mutilados, concluyó el 9 de abril de 1865 con la victoria de los ejércitos de la Unión, con lo que la abolición se iría imponiendo en el territorio de los vencidos en un proceso preñado de tropiezos, contradicciones y dificultades de todo tipo.

Desde entonces, mucho ha llovido. Los oligarcas sureños nunca aceptaron de buena gana su derrota e hicieron todo de su parte para mantener a los exesclavos en el escalón más bajo de la sociedad, sin esperanzas ni oportunidades de progreso.

A tal punto llegaron que, todavía en 1960, imperaba en buena parte de la antigua Confederación: Alabama, Georgia, Louisiana, Carolina del Sur y Mississippi, entre otros, un sistema de apartheid similar al que existió en África del Sur hasta 1990, y una institución cavernícola propia de la edad media como el Ku Kluk Klan, que ahorcaba y quemaba vivos a los negros, y cuyas reminiscencias duran hasta hoy.

Pero el agua caída en los 147 años transcurridos desde la derrota de los secesionistas en Gettisburg no ha fluido de balde. Por arte del tiempo y del birlibirloque político, en USA el bando republicano, que antes estuvo presidido por un hombre de bien como el norteño Lincoln, y asentado en el septentrión americano, ahora representa la causa de los más ricos y reaccionarios, cuyos baluartes más recalcitrantes se ubican en los antiguos dominios confederados.

En cambio, los demócratas, que ahora sientan sus bases principales en el norte, han asumido -al menos de palabra- los postulados originales de sus opositores políticos, y tienen en la Casa Blanca a un “descendiente racial” del Tío Tom: Barack Hussein Obama, hijo de un africano de Kenya. No resulta extraño entonces que la crápula ultrarreaccionaria dentro del Partido Republicano quiebre lanzas contra Obama y todo lo que él representa.

Y no salvan al Presidente ante ese sector agrupado en el llamado Tea Party ni siquiera el haber continuado la línea política exterior de la repudiada administración de W. Bush, y su connivencia con mucho de lo malo que hizo al interior de la Unión ese obtuso exmandatario oriundo de Texas. Antes de las elecciones de noviembre pasado, los extremistas de derecha tuvieron esperanzas de que Obama no fuese reelegido, pero se equivocaron.

La oposición, entonces, no se hizo esperar y he aquí que en varios estados sureños que siglo y medio atrás formaron parte del ente confederado ha surgido un movimiento secesionista que exige la separación de la Unión americana.

Las petitorias de ciudadanos de esos territorios pidiendo la secesión del resto de los Estados Unidos han llegado por cientos de miles a la Casa Blanca, y según las leyes de USA, el presidente está en la obligación de responderlas cuando pasan de 25 000.

Según el periodista Manuel E. Yépez, en un artículo publicado en Granma el pasado 3 de diciembre, “hasta el 26 de noviembre las peticiones de secesión provenientes de Texas suman alrededor de 170 000, sin incluir la del actual gobernador Rick Perry”. Siempre de acuerdo con Yépez, entre los Estados que acumulan por encima de las 25 000 firmas figuran Florida, Carolina del Norte, Tennessee, Georgia y Louisiana, todos con más de 30 000 rúbricas.

Es cierto que los modernos “confederados” están encontrando una fuerte oposición a sus reclamos, pero su actitud sediciosa no deja de proliferar y constituirse en símbolo de las contradicciones en que se debaten hoy los Estados Unidos, nación inmersa en una enorme crisis económico-financiera y de valores, donde se desarrolla una aguda lucha interna que polariza en extremo el ambiente político.

Conocidos especialistas en América del Norte, cubanos y extranjeros coinciden en que se trata de una situación a todas luces insoluble, que la superpotencia intenta solventar con una política exterior particularmente agresiva y aventurera capaz de llevar el mundo al holocausto.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

Comentario

  1. Estos actos y amagos secesionistas deja serias dudas en credibilidad para mi entender es gue estan tratanto que crear miedo terror la ultra derecha y otros del mismo corte pero se hacen pasar por democrata y se manifiestan a la vista solamente como democrata pero por dentro son mentirosos y peligroso por lo que creo y estimo que estamos en frente de unos chantajista y manipuladores que traspasan los limite de lo real y razonable para mi los oligarcas y millonarios de los estados de la union americana y los politicos corruptos no desean perder las ganancias a costa del actual nuevo sistema de esclavitud a la americana que se lleva practicando desde decadas atras y representan el muy llamado 1 porciento. Lazaro izquierdo

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