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Con ventaja apreciable del presidente Correa en las encuestas su Movimiento Alianza País necesita también obtener amplia mayoría en el legislativo para impulsar su programa de gobierno.

Con una ventaja que algunas encuestadoras sitúan en más del 60 por ciento de los votos posibles, y otras en alrededor del 53 o 54 por ciento, lo cierto es que el actual presidente ecuatoriano Rafael Correa Delgado aparece como el virtual ganador en la primera vuelta de las elecciones previstas para efectuarse el próximo 17 de febrero en el llamado país del centro del mundo.

Con una oposición fuerte y virulenta en sus métodos, sobre todo en lo económico, las agrupaciones adversarias aparecen bastante disminuidas en cuanto a sus oportunidades en las urnas, toda vez que la mayoría de los sondeos realizados hasta la fecha muestran la posibilidad matemática de que Correa pudiera vencerlas a todas juntas si presentaran una candidatura única.

Pero en Ecuador, igual que en otros países del área, las llamadas empresas de opinión ofrecen sus vaticinios llevadas en parte por la filiación de sus dueños o promotores, y así mientras unas sitúan al ex banquero Guillermo Lasso en la segunda posición después del actual presidente, otras, en cambio, colocan en ese sitio al ex-presidente Lucio Gutiérrez, un ex-militar de origen indígena que traicionó a su pueblo y fue expulsado del poder.

Para Perfiles de Opinión, una entidad sindicada de ser más objetiva, Correa alcanzaría el 63 por ciento de los sufragios, Lasso el 9, Gutiérrez el 4 y Álvaro Novoa, otro ex-presidente, el 2 por ciento, mientras detrás se ubicarían Alberto Acosta de la alianza de izquierdas, y Martha Roldós, hija del ex-presidente Jaime Roldós, con porcentajes menores.

Lasso, del Movimiento Creo, dijo a la agencia española EFE que el ALBA constituye “un imperio del Tercer Mundo” y afirmó que si gana la poltrona presidencial en el Carondelet, impulsará el ingreso de Ecuador en la llamada Alianza del Pacífico, integrada por México, Chile, Colombia y Perú, agrupación a la que tienden Costa Rica y Panamá, todos regímenes neoliberales y, por ende, de derecha. Muy posiblemente procederían igual Gutiérrez y Novoa.

Pero aún más, pues Lasso afirmó luego que daría prioridad a los tratos con los EE.UU. y la Unión Europea, dos modelos fracasados que precisamente en estos momentos buscan desesperadamente la forma de descargar sus insolvencias en América Latina y servirse de ella y de sus inmensos recursos para intentar salir de la crisis.

Por tanto, Lasso, Gutiérrez y Novoa representarían para Ecuador un gran salto al pasado con su secuela de atrasos, arbitrariedades y subdesarrollo que dejaron a esa nación hermana los regímenes derechistas como herencia nefasta.

Lo curioso es que, siendo el economista Rafael Correa el promotor de la Revolución Ciudadana que tantos logros ha traído al país del centro de la Tierra -con su crecimiento sostenido del PIB, la disminución de la pobreza, el aumento del empleo, la eliminación del analfabetismo, los bonos de ayuda a los más necesitados y la mejora continuada de los índices de salud- enfrente además la oposición de una alianza de izquierdas y movimientos indígenas.

Es de destacar que la Unidad Plurinacional por las Izquierdas, que lleva como candidato a Alberto Acosta, un exaliado de Correa que llegó a la política de la mano de su partido Alianza País, luego se apartó y asumió finalmente la candidatura por la nueva agrupación -que incluye una decena de organizaciones que van desde la centro-izquierda a la izquierda radical- se oponga a Correa con tal encono.

Entre las entidades que integran la “Unidad”… figura el indígena Pachakutik, considerado el brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), y el Movimiento Popular Democrático, de orientación maoísta, radicado sobre todo en los sindicatos, especialmente en la rama de la educación.

Acosta acusa a la administración de Correa de apuntar a la izquierda y doblar a la derecha, como un mal bus, y le atribuye ya no ser de izquierda y mucho menos revolucionario, porque, ahora, supuestamente está atentando contra la Constitución de Montecristi que en un inicio promovió e hizo aprobar.

El líder de las izquierdas, quien podría estar animado de sed de protagonismo, fue ministro del actual gobierno y presidente de la Asamblea Nacional, hasta desertar y aliarse a otra agrupación, pero al paso que van las cosas tiene muy escasas perspectivas electivas.

Él reconoce los logros del Gobierno, pero le echa en cara muchas limitaciones, entre ellas tendencia hacia el caudillismo, no obrar de manera democrática, participativa y consensuada, no atacar los verdaderos males que afectan a la república, como es el latifundio, la concentración de la propiedad en pocas manos y otras lacras.

Lo que no explica Alberto Acosta es cómo podría lograr Correa con un parlamento dominado por la derecha, realizar los cambios que requiere la nación, de ahí la lucha electoral del Presidente, encaminada también a lograr mayoría decisiva en la Asamblea Nacional.

Solo entonces le sería posible al gabinete de Alianza País llevar adelante sus 35 propuestas para el Socialismo del Buen Vivir, cuyo lema principal es “gobernar para profundizar el cambio”, como apunta el licenciado Juan Manuel Karg en un artículo recientemente publicado en Rebelión. En lo inmediato, las urnas dirán la última palabra. Luego, el Presidente dispondrá de todo un mandato para confirmar o desmentir a sus detractores.