En el nombre del hijo

A más de 50 años de concluida oficialmente la Operación Peter Pan, Escambray revela el calvario de una familia espirituana. Ella no ha dejado de esperar un solo día. Siempre en balde, acompañada por la soledad más absoluta. Un alma de madre apenas en pie, huérfana de sus hijos. Cada

A más de 50 años de concluida oficialmente la Operación Peter Pan, Escambray revela el calvario de una familia espirituana.

Ella no ha dejado de esperar un solo día. Siempre en balde, acompañada por la soledad más absoluta. Un alma de madre apenas en pie, huérfana de sus hijos.

Cada día espanta los buitres y las serpientes de tantas amarguras. Ni la más poderosa urna de bálsamo podría desdibujar cada recuerdo, cada estremecimiento. En la agenda reposa, como secreto de confesión, su nombre difícil de pronunciar.

Las paredes desconchadas de la casa aún conservan, intactas, algunas fotografías de los niños, como si no hubieran partido para jamás regresar aquel lejano septiembre de 1962. Ella no podía sospecharlo entonces. Ahora, ya con 84 años, se reclina en el viejo sillón de cabillas y espontáneamente desnuda las aguas de una cascada tormentosa, de esa vida feroz que lleva atragantada hace más de 50 años.

CALVARIO QUE COMIENZA

Algunos me culpan, la gente no sabe y habla. Ahora paso unos días mal porque no me gusta conversar sobre esto. Mis hijos estudiaban en “Carlos de la Torre”, una escuela privada, Presbiteriana, de la Iglesia Protestante. Carmen* era muy inteligente y linda. Le adelantaron el inicio del preuniversitario, pero como se habían ido muchos maestros la pusieron a dar clases, hasta alfabetizó. Mis suegros, que estaban bien preparados, le habían enseñado piano, mecanografía, taquigrafía, corte y costura. Carlos era otra cosa, cabeciduro, intranquilo, fuerte, rebelde, no se entendía bien con su padre. Estaba más atrasado en la escuela.

Nosotros vivíamos bien, mi esposo trabajaba en el juzgado y yo como maestra. Él era un enemigo acérrimo de la Revolución y un poco violento. La iglesia empezó a sacar los muchachos y un día se apareció con las planillas, las llenó sin pensarlo y yo me quedé callada porque antes no era como hoy, las mujeres no mandábamos.

A los 40 días les llegó la salida. Mi niña tenía 17 años, solo se pudo llevar dos blumitos, dos ajustadores y dos vestidos. Ese día Carlos cumplía los 15 y viajó con la ropa que llevaba puesta. Aquello fue muy triste y muy difícil. Nos dijeron que allá iban a estar juntos, que el gobierno se iba a hacer cargo de ellos, que luego nos iríamos nosotros. Todo era una política, cosa de Polita, de Mongo Grau y de los otros**, un engaño que no se debió permitir.

Yo no soy revolucionaria, este gobierno ha hecho cosas buenas y malas, pero Fidel es el hombre del siglo XX con esa claridad que Dios le dio, todo lo que ha hablado es como si estuviera escrito. Tuvo pocos errores y creo que uno de ellos fue anunciar la creación de los círculos infantiles porque ahí se aprovecharon para decir que nos iban a quitar los hijos para mandarlos a la Unión Soviética, aquello era un terror.

Fuimos a La Habana a despedirlos, en un balcón grande por un cristal, los vi montar en un avión diciendo adiós con la manito. De la iglesia no me hables, más nunca he entrado allí, empezamos a preparar para irnos y el aviso nunca llegó. La vida ha sido muy dura, no sé cómo he podido llegar a tantos años. Si me imagino lo que me esperaba, me hubiera vuelto una fiera, creo que mi esposo y yo nos hubiéramos matado, pero nunca los habría dejado ir.

RASTROS DE PETER PAN II

Escasos rastros quedan de la Operación Peter Pan (OPP) en Sancti Spíritus, salvo esa irreversible secuela de desencuentros y angustias que padecen un puñado de sobrevivientes anónimos. Muchos esquivan el tema y otros intentan inútilmente olvidarlo. Este semanario rastreó con familiares, historiadores, combatientes, religiosos, agentes de la Seguridad del Estado… Poco salió a flote, apenas alguna referencia desperdigada en la memoria.

Al parecer, los archivos oficiales de entonces quedaron en la antigua provincia de Las Villas, cuando se dividió en tres territorios. Ni una sola estadística firme corrobora la cantidad de muchachos de esta región sacados del país durante la mayor maniobra de manipulación de niños con fines políticos que se recuerde en el hemisferio occidental.

Elda Rubio, por entonces maestra y miembro del Movimiento 26 de Julio, recuerda cómo trataron de informar a las familias confundidas y desenmascarar aquella farsa, cuyo principal vocero en la villa resultó el Padre Cirilo, mientras que de la Iglesia del Parque La Caridad, se dice, partió la mayor cantidad de víctimas.

“La iglesia católica dirigió el éxodo. Yo era alumno del Colegio de La Salle, que junto al del Apostolado y al de Santa Teresita, fue donde se concentró la Operación Peter Pan. Mi familia practicaba esa religión de toda la vida y yo era monaguillo en la Iglesia Mayor. Había un cura reaccionario que entraba en todo y si no lo sacan creo que el pueblo lo hubiera linchado”, recuerda Ramón Madrigal, ahora Licenciado en Historia y Máster en Ciencias Pedagógicas.

Ramón -hijo de quien fuera en aquel tiempo dueño del conocido Supermercado Pancho, de la calle Agramante- todavía conserva el pasaporte que sus padres obtuvieron para sacarlo del país con sus otros tres hermanos durante la OPP, pero finalmente nunca la familia utilizó estos documentos.

“Enviar los hijos fuera de Cuba se convirtió como en una moda, decían que los iban a mandar para Rusia, pero el trasfondo era la inconformidad de la burguesía con las propiedades que estaba perdiendo. Muchos de los que iban conmigo al colegio se fueron. Mi papá había estudiado en una academia militar norteamericana, pasó mucho trabajo por allá y siempre decía que nosotros no íbamos a sufrir todo eso. Admiraba a los Estados Unidos, pero no quería vivir allí. Tuvo mucha visión y no creyó en aquella campaña.

“En los años 60, en medio de aquellas tensiones, mi mamá y otras mujeres muy católicas recogían dinero para el Seminario de La Habana; cuando venía el Obispo le cocinaban y jamás fueron molestadas. Ella decía que no nos podíamos separar. Sacaron los pasaportes, pero le fueron dando largo a aquello y al final toda mi familia se quedó en Cuba. Para mí fue una suerte: sin ser militante del Partido he vivido en este país con mucha seguridad, mantengo relaciones con mis parientes de allá, he tenido todas las posibilidades y no me arrepiento de estar aquí”.

CALVARIO QUE NUNCA TERMINA

Sin embargo, ella sí se arrepiente. Ahora mece nuevamente sus recuerdos en el desvencijado sillón de cabillas mientras disimula unas discretas lágrimas de acíbar. Nadie viste la piel del otro. De una jaba antigua desprende cada recuerdo, fotos, documentos, recortes de periódicos editados en Estados Unidos. Una ansiedad indescriptible bautiza la escena. El silencio espesa la desolación.

A mi hijo lo mataron después. Cuando llegaron allá a ella la pusieron en un campamento de jovencitas y a él lo mandaron para un lugar muy frío, donde nunca había sol, en Indianápolis, creo. Solo escribió tres o cuatro cartas, parece que se dedicaba al juego y eso. Como no teníamos familia allí, nadie los recogió ni los adoptó. Se acabaron de criar solos y no se encontraron hasta mucho tiempo después.

Carmen era tan dulce, ahora es que se ha puesto amargada, no quiere saber de Cuba, está inyectada. Me escribía unas cartas preciosas, me mandaba postales, fotos, si se cambiaba el color del pelo, echaba una mechita para que lo viera. Del campamento la pasaron para una escuela de monjitas. Luego se casó bien, con un inglés.

Se quedó viviendo en Miami. Después buscó al hermano y lo trajo. Lo encontraron muerto, parece que por problemas de mujeres. Eso fue en julio de 1984, ese día tuve como un presentimiento, en la escuela había fiesta y no fui. La otra mañana llegó aquel telegrama.

Estoy muy lastimada, pero me adapté porque estudié y trabajé mucho. Mientras esperábamos que nos sacaran, mi esposo hizo contrarrevolución, tenía delirio de americano, y lo cogieron preso un tiempo. Una vez amenazó con matarme. Cuando le llegó la salida y supo que no me iba con él rompió todo lo que tenía en el cuarto. Allá vivió poco con mi hija porque empezó a buscar a su gente y a ella no le gustaba eso, lo puso en un hogar de ancianos hasta que se murió.

Cómo me iba a ir por presa política si no tenía nada que ver con la contrarrevolución que él hacía. Si salía así no podía regresar más ni a ver a mi madre y a mis hermanos. También tuve miedo coger por el Mariel en un barco de esos. Ahora todo es más flexible, cuando aquello estaba difícil, cerrado, no se podía ni hablar casi por teléfono, ni decir mucho que uno tenía familia en el extranjero. Mi hija me sacó pasaporte por tres países distintos y nunca me pude ir. Fui tres veces a La Habana, nunca me llegó la visa, nada, ni me aprobaron la salida. Aunque si me hubiera llegado tendría que pensarlo: luego no podía volver y dejaba a mi madre atrás.

Me quedé cuidando a mis suegros, a mi madre y ahora estoy solita. Por la iglesia de Los Pinos Nuevos me pusieron a unos jóvenes que me acompañan. Carmen nunca ha venido ni va a venir, está demasiado lastimada. Ya hace tiempo que no me escribe, no me contesta ni quiere saber de mí. Se cansó, pasaron más de 50 años.

No sé cuándo me llegará el final y quisiera verla antes. Sé de ella por otras personas. Mandó un recado diciéndome que si estoy pasando trabajo es porque quiero. Una vez le pedí dinero para ponerme los dientes y me lo hizo llegar. Allá hay que tener mucho cuidado, aquello es un infierno chiquito y no quiero perjudicarla. Esto ha sido un daño tan profundo a tantas personas. Muchos padres se fueron, otros se murieron esperando.

Hace poco le mandé a decir que si quiere verme y paga el pasaje yo voy allá. Ahora puede ir todo el mundo, pero nada de quedarme, aquí me siento libre y allí tendría que vivir encerrada. Iría solo un mes para verla, conocer a mis nietos, comerme una rueda de pescado sin espinas y tomar helado juntas. No ha respondido. Creo que está un poco brava conmigo, aunque Dios sabe que no tengo la culpa, esta es la vida que me tocó. El tiempo va alejando a las personas. La única conformidad que me queda es que vive bien, en las fotos que mandaba se veía feliz. Ahora solo me queda tener paciencia para esperar la muerte.

*Carmen y Carlos no son los nombres verdaderos de los hijos de la entrevistada, pero Escambray los utiliza para proteger su identidad.

**Se refiere a Leopoldina y Ramón Grau Alsina, sobrinos del expresidente Ramón Grau San Martín y figuras claves en la organización de la OPP en Cuba.

UNA OPERACIÓN MAQUIAVÉLICA  

 

La Operación Peter Pan se desarrolló, según se reconoce oficialmente, entre diciembre de 1960 y octubre de 1962, cuando cesó por la denominada Crisis de los Misiles. Sin embargo, luego continuó con la Operación Madrid, que utilizó a España como destino intermedio para sacar a los muchachos hacia Estados Unidos durante varios años más.

Todo comenzó con una falsa campaña sobre la Patria Potestad, según la cual el gobierno revolucionario preparaba una nueva ley para quitar a los padres la custodia de sus hijos y enviarlos a Rusia en aras de su adoctrinamiento. Por entonces no pocas familias temían al Comunismo o a los peligros de una guerra.

Desde Radio Swan se trasmitieron las primeras calumnias. El impacto caló sobre todo en la pequeña burguesía y la clase media de la sociedad, fundamentalmente católicos. Se calcula que más de 14 000 niños cubanos salieron hacia Estados Unidos, con el visto bueno de su gobierno, la violación de no pocas leyes migratorias, el patrocinio de la CIA, de la iglesia católica bajo el liderazgo del clérigo residente en Norteamérica Bryan O Walsh y sus aliados en la isla, además del apoyo de varias familias contrarrevolucionarias y embajadas extranjeras en Cuba.

La OPP sacó a niños de hasta 18 años sin acompañantes, la mayoría de los cuales se ubicaron en casas de crianza, en adopción, en campamentos, orfelinatos y hasta reformatorios para delincuentes a lo largo de Estados Unidos. En Cuba, no pocos involucrados incluso lucraron con la venta de pasaportes y visas. El gobierno norteamericano entregó abultados millones para este propósito y la iglesia católica fortaleció su estatus económico y las influencias en Miami.

Los menores sufrieron desde inadecuada alimentación, acoso de pandillas, castigos corporales, la imposición abrupta de una cultura e idioma ajenos, hasta violaciones, soledad y esa especie de desarraigo incurable. Con el paso del tiempo unos profundizaron sus sentimientos de amor a Cuba y evidenciaron posiciones de izquierda, incluida su oposición al bloqueo. Otros, se aliaron al terrorismo anticubano y han asumido posiciones agresivas contra la Isla. Muchos no supieron nunca que formaron parte de una operación contra su país. La mayoría jamás comprendió ni perdonó la decisión de sus padres.

En el libro Operación Peter Pan. Un caso de guerra sicológica contra Cuba, del cual ha bebido básicamente Escambray para elaborar este aparte, sus autores ponen al desnudo profusos detalles sobre esta acción desestabilizadora que dividió y lesionó a familias cubanas.

Uno de sus autores, el investigador y Coronel retirado de la Seguridad del Estado, José Buajasán comentó en exclusiva a este semanario: “el gobierno no podía impedir la salida de estos niños porque los padres tenían derecho a sacarlos y entonces sí hubiéramos violado la Patria Potestad”.

Y acuñó categórico: “Esta fue una operación de la CIA. Incluso falsificaron una ley en la Universidad Católica de Villanueva. La introdujo aquí un agente de la CIA, José Pujals Mederos, y llegaron a imprimirla en tres lugares, que el gobierno intervino durante un mismo día. Siempre han utilizado a la emigración como un arma política.

“La Operación Peter Pan no tuvo nada de humanitaria, fue contra la familia de este país. La académica cubano americana María de los Ángeles Torres, también víctima de ella, obtuvo un documento desclasificado donde el Alto Comisionado para asuntos de refugiados de Naciones Unidas ofrecía pagar los vuelos a los padres de esos niños y el gobierno de Estados Unidos rechazó la oferta. Lo que buscaban a toda costa era el fracaso de la Revolución”.

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

4 comentarios

  1. Muy triste la historia de este BUEN reportaje, humano, conmovedor, necesario…. Además, yo conozco como sigue el resto de las historia, porque esos jóvenes que hoy la cuidan crecieron conmigo en los campos de Vueltas, un pueblecito perdido en la geografía villaclareña. Tal vez, esa vida caprichosa le ha devuelto de alguna manera el cariño de esos dos hijos que un día se fueron para no volver….

  2. Muy de acuerdo con Lazaro Izquierdo, y creo que aún en nuestra sociedad con la cultura que nos ha dado está Revolución y Fidel Castro como guia, existen personas que creen que los cantos de sirenas son ciertos, sin tener en cuenta estas tristes realidades que nos golpean como a esa señora que aun esta llena de angustia y dolor por creer en tal absurdo. Duele mucho la perdida de un hijo cuando es muerte natural, pero debe doler más aún cuando por tal ignorancia se vea la falta de humanidad en nuestros hijos causandole tal dolor por creer en vanalidades.

  3. Triste horrible por consiguiente monstruoso lleno de realidad este espectacular relato capaz de estremecer la sensibilidad humana de cualquier persona por desgracia ese es parte del juego de los gusanos anti-cubanos y del imperialismo norteamericano aun hoy dia pues en sus afanes de crear dificultades y difamar sobre la REVOLUCION CUBANA crearon falsos testimonios y aun continua la forma de tergiversar mediante los mercenarios internos y los gusanos anti-cubanos de MIAMI por lo cual siento pena por esta mujer que hubo de pecar de incauto para por caprichos de ajenos y sin ni siguiera que tal de veraz tenia los comentarios por el cual se dejo esterilizar pues es casi lo mismo cuando a una mujer culta y preparada como ella por caprichos del destino voluntariamente decide separarse de sus hijos sin saber cual sera sus destinos sin tomarse la molestia en pensar lo peor pues muchos casi todos los chicos pedro pan fueron violados por los propios religiosos por lo cual no es facil estar en ese lugar pero mas vale PAJAROS EN MANOS QUE CIENTOS VOLANDO yo resido en los ESTADOS UNIDOS y les aseguro que en esta nacion una enorme cantidad de personas de origen cubano pierden los sentimientos al punto de no sentir ni ser compasivo pues incomprensiblemente se llenan de odio y rencores muchos cubanos ambiguos y recientemente llegados padecen de este mal yo no soy de esa manera pues yo se valorar que la REVOLUCION CUBANA Y FIDEL CASTRO RUZ nos han dado dignidad a todos los cubanos y gracias a ellos no hay miembros del BATISTATO asesinando ni despojando de sus casas a nadie en CUBA por lo cual todos los cubanos debemos estar agradecido a FIDEL CASTRO RUZ y del CCPCC. Lazaro izquierdo

    • Franklin Ledezma Candanedo

      Más de cinco décadas de esta operación criminal, para desintegrar a la familia y golpear a la dirigencia
      de la heróica Revolución Cubana ¡misión imposible!, porque sigue firme e insobornable, progresista y
      solidaria. ¡Cuánto lamento la situación que han vivido tantas madres como la de ésta terrible historia!
      Pero, por sobre el dolor humano que nos ha entregado -y entrega- el imperio hegemónico, es preciso
      seguir avanzando, hacia la formidable meta que nos señalan próceres-héroes de nuestra geografía del
      Sur, de ayer, de hoy y de siempre: Un mundo diferente, realmente libre, justo, pacífico, solidario, con una
      amigable al ambiente y hacia todas las especies. Fraternal saludo y adelante, siempre adelante.
      Franklin Ledezma Candanedo, Periodista y Escritor, desde el Corinto Bolivariano – Panamá.

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