
A golpe de sabiduría guajira y laboriosidad, Pablo Antonio Rodríguez y su hijo Maikel hacen producir su finca Tierra Brava, de Taguasco
Casi a las márgenes del río Taguasco, a las afueras del pueblito del mismo nombre, la finca campesina Tierra Brava, de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Leonel Barrios sabe sobre todo del sudor y del empeño guajiro.
Y es que para Pablo Antonio Rodríguez y su hijo Maikel, no puede ser de otra manera. Ese olor a surco, a frutas, a riqueza del campo, lo llevan en la sangre por generaciones.
La distinción está en hacer producir toda la tierra disponible, porque allí ni los barrancos escapan; limoneros, cocos, guayaba, toronja, mango y otros frutales no dejan oportunidades a lo que pudiera ser espacios vacíos.
En las corraletas, vacunos y chivos muestran saludables rebaños, las gallinas buscan sustento en los potreros y los conejos viven a lo tradicional, sueltos y no enjaulados.

Mas toda la mirada se centra en un principio muy guajiro: sostenibilidad, que la tierra aporte, sume, y no reste. Y para ellos, entre otras cosas, Pablo Antonio y Maikel echaron mano hace rato a la sabiduría guajiro, que entre otras cosas, regala las acciones agroecológicas en función de producir más y con calidad.
Entonces, en Tierra Brava, sí hay historias que contar.




