Maratón eléctrico en Zaza del Medio

Los eléctricos mejoraron la calidad del servicio en esa localidad con trabajos que benefician a más de 10 000 pobladores La avalancha empezó bien temprano cuando aproximadamente medio centenar de trabajadores eléctricos invadieron las calles de Zaza del Medio, aunque el grueso de ellos fue rumbo a la vieja planta

Los eléctricos mejoraron la calidad del servicio en esa localidad con trabajos que benefician a más de 10 000 pobladores

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El nuevo transformador casi duplica la potencia del anterior. (Foto: Vicente Brito / Escambray)

La avalancha empezó bien temprano cuando aproximadamente medio centenar de trabajadores eléctricos invadieron las calles de Zaza del Medio, aunque el grueso de ellos fue rumbo a la vieja planta que alimenta la localidad. El silencio electrónico no se hizo esperar, pero el ruido de todo el equipamiento automotor rompió el mutismo; se inició así y así iniciar una obra de gran magnitud que no podía demorar porque miles de zaceños necesitaban la luz: había que cambiar el enorme transformador de la planta antes del anochecer.

Si para los pobladores de la localidad espirituana siempre ha sido importante el glamour de sus parrandas, motivo de orgullo congénito, también resultaron trascendentales la llegada de la electricidad en los primeros años del siglo XX y, años más tarde, a inicios de la década de los 80, la puesta en marcha de una pequeña subestación eléctrica.

En esa época llevar la luz a los cuatro asentamientos poblacionales que tiene el poblado resultó reto para una provincia que hasta hace tres años contaba con la infraestructura eléctrica más desvencijada de Cuba, sin seguridad tecnológica ni garantía en la calidad del servicio.

DE LAS TENDEDERAS A LA CORRIENTE SEGURA

De paso por el lugar, Remigio Ballester, toda una enciclopedia en materia de electricidad, símbolo de los linieros en Zaza con más de 35 años en el sector, cuenta que la primera planta fue concebida por los americanos y se dice que en 1914, junto al trazado urbanístico de calles, plazas, parques, manzanas y solares, nació aquella primera planta para llevar la luz a ese lugar y algo más allá.

“Esto era una especie de centro de carga que se alimentaba por Camagüey y más adelante llegó a ser una de las más importantes de Sancti Spíritus, porque cuando había una interrupción en el pueblo o en Taguasco entonces aquí se abría y no se cortaba la corriente, porque también se alimentaba por Tuinucú; es decir, que recibía corriente por dos lugares”, precisa Ballester.

Linieros del municipio de Cabaiguán, dos brigadas del Centro de Operaciones en Sancti Spíritus y otra de Taguasco comienzan lo que para ellos es una rutina: apurar la barrena para abrir el hueco que acogerá un poste con un tensor, cambiar cables, desarmar un viejo tocón para después alistarse en espera de la grúa para llevar a término el objeto de tanto ajetreo: levantar un transformador de 1 600 kilovoltios (kV), que está al máximo de su capacidad, por uno de mayor potencia.

“El que hoy vamos a desmontar lleva mucho tiempo, pero el pueblo y su infraestructura económica y social han crecido y, con ello, el consumo de los pobladores, de modo que ya no da abasto y se precisa instalar uno de mucho mayor volumen, 2 600 kV, que dé un servicio de mejor calidad. Con ello existirá una mayor fiabilidad en cuento a capacidad ya que esta se veía limitada, además va a eliminar los bajos voltajes y mejorar ostensiblemente la calidad de vida de los pobladores, a la vez que permite extender el servicio a otros clientes, incluidos el sistema de bombeo de la agricultura y los regadíos”, explica Reinaldo Carmona, jefe técnico de la Empresa Eléctrica en Taguasco.

BENEFICIO PARA MUCHOS

El trabajo es arduo, los operarios cortan conexiones, trepan a lo alto, desarman tensores viejos para instalar los nuevos; otros por el pueblo cambian líneas y postes; todo eso tarda horas a pleno sol. Gente como Oriente, Omar o Miguel Ángel y otros trabajan sin parar; pasado el tiempo solo escuchan la voz de Tojo, el jefe de la brigada, con sus regaños. Para el viejo liniero todo es seguridad, refunfuña, insiste con Omar, el muchacho que está arriba, quien aun cuando es pequeño y delgado requiere de más soga para subir a un poste de madera carcomida.

“Siempre es así —explica Omar—, estamos en riesgo todo el tiempo y para el peligro que corremos y lo fuerte que se trabaja, en condiciones increíbles, con las piernas llenas de picadas de mosquitos y de garrapatas y dentro de la picapica, lo que no se corresponde es el salario, que es muy bajo, de algo más de 300 pesos como promedio, por eso hay fluctuación en la fuerza de linieros”.

Costó trabajo arrancar de raíz el viejo transformador que se aferró con rudeza a su sitio de tantos años, pero los hombres y la grúa hicieron lo suyo.

Desde lejos, la planta parece la misma, pero el pueblo cambió. Elvira sabe que ya no habrá más sustos ni bajos voltajes porque el nuevo equipo quedó conectado para asegurar, sin complicaciones, un servicio vital a más de 10 000 zaceños, quienes agradecen tanto como lo hicieron sus ancestros la llegada del ferrocarril en la primera década del siglo XX, lo que facilitó la comunicación y el conocimiento de un terruño hasta entonces ignorado.

Carmen Rodríguez

Texto de Carmen Rodríguez
Reportera de Escambray por más de 30 años. Especializada en temas económicos.

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