El vía crucis de Managuaco

Después de la mejoría experimentada en el suministro de agua, los pobladores se duelen de las filtraciones insoportables y del estado de indefinición de sus viviendas Cuando en la medianoche un estruendo proveniente de la cocina la despertó, Amarilis González no pudo levantarse de inmediato. Casi impedida en sus movimientos

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En Managuaco reside más del 90 por ciento de la fuerza de trabajo de esa empresa ganadera. (Foto: Vicente Brito / Escambray)

Después de la mejoría experimentada en el suministro de agua, los pobladores se duelen de las filtraciones insoportables y del estado de indefinición de sus viviendas

Cuando en la medianoche un estruendo proveniente de la cocina la despertó, Amarilis González no pudo levantarse de inmediato. Casi impedida en sus movimientos por cuenta de dos prótesis de cadera, que para colmo se fueron de lugar, solo supo lo que había sucedido minutos después.

El trozo de techo cayó encima de su único y viejo tanque metálico, del que se valía para almacenar agua. Según ella, tales desprendimientos suceden a cualquier hora y no solo en su casa, sino también en las de otros residentes en Managuaco. “Yo con el asunto del agua estoy en ventaja, pues vivo en el primer piso”, se consolaba a mediados de febrero pasado.

La red hidrosanitaria del suyo y de otros edificios en esa comunidad presenta un deterioro avanzado, tanto que la tubería habitual de agua parece un colador, por lo que han instalado otras externas; tanto que las aguas albañales provenientes de los entrepisos obligan a adoptar medidas extraordinarias, como aleros improvisados sobre las puertas de las viviendas.

De acuerdo con los reportes de la doctora en ese momento, existían allí situaciones de insalubridad y afectaciones a la salud de un alto número de habitantes, todo por la falta de agua y por su acarreo desde los tanques en la parte baja de los edificios. Como resultado de las gestiones persistentes el panorama cambió a principios de marzo, de modo que ya los moradores de Managuaco aluden a ese asunto, el primero en su lista de prioridades por espacio de 15 meses, como a una adquisición que añoran preservar.

Nacido en 1976 para acoger a los vaqueros de la empresa del mismo nombre, dicho asentamiento no había recibido nunca beneficios similares a los experimentados entre octubre y noviembre del 2016, cuando esta publicación reseñaba los logros del movimiento de reanimación de comunidades en ese punto periférico de Sancti Spíritus. Entonces se habían consumado allí numerosas mejoras, pero a la gente le seguía doliendo el precario estado constructivo de sus domicilios, en muchos casos al borde del derrumbe.

EL AGUA FLUYÓ, LAS FILTRACIONES ARRECIARON

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Los tanques abajo y las personas acarreando fueron la Pi constante de Managuaco por más de un año. (Foto: Vicente Brito / Escambray)

En los primeros días de marzo, se comenzó a bombear agua desde el embalse cercano, conocido como presa Managuaco. “Cerca de la orilla se había colocado, con ese objetivo, una balsa flotante con una bomba sumergible; luego se instaló el equipo para clorar el líquido y bombearlo hasta los tanques de almacenaje, desde donde se impulsa hacia los de encima de los edificios”, detallaba Misael Cala Almanza, delegado de la Circunscripción No. 51 del Consejo Popular.

Si bien con esta novedad dejaron de preocupar los huecos en las tuberías por las que llegaba el agua desde Siguaney, cuando se bombeaba excepcional e intermitentemente continuaban existiendo salideros externos; había, según Cala, al menos seis de considerables dimensiones. Como colofón a los trabajos de abasto de agua, el pasado 26 de marzo se conectaron al nuevo sistema los 250 metros de tubería que restaban hasta los depósitos de los bajos.

“Sabemos que tener agua significa que lluevan las filtraciones, porque las tuberías interiores están críticas, pero mejor así que secos”, advertía semanas atrás Iris Morgado Núñez, administradora de la farmacia. Luego del beneficio, desde esa propia unidad Yamilé Pérez Oyarzábal, dependienta, comentaba los avances: “La mejoría es grande. Los primeros días bombeaban casi a toda hora, excepto los miércoles; ahora, solo unas horas por la tarde, para evitar que se vaya por tantos salideros”.

Cuando se toma la punta del hilo que debería conducir a la rehabilitación de las moradas aparece un laberinto que nadie hasta ahora ha podido franquear. En una indefinición exasperante entre la Agricultura y el Sistema de la Vivienda se hallan los casi 200 apartamentos de la comunidad.

Al indagar en la primera de esas dos entidades, aseguran que ya las casas no son de ellos y remiten a la Empresa Pecuaria Managuaco, perteneciente al grupo ganadero de una Organización Superior de Dirección Empresarial. En tanto, Norge Yero Gómez, director de la Pecuaria durante la última década, afirmaba que “están elevados los expedientes desde octubre o noviembre” y aseguraba que en el primer trimestre debían bajar para que los inmuebles pasaran a la Vivienda. Marzo expiró.

Con verbo seguro, Elba Valdivia Valdés, vecina del edificio No. 3, atestigua: “Ahí es donde está el problema, en que hace 40 años vivimos aquí y a esto nunca le han dado una reparación ni de tuberías ni de nada”.

A su paso por la barriada, Escambray divisó balcones al borde del derrumbe y vio casos muy dolorosos, como el del combatiente internacionalista Leonel Lorenzo López García, quien sufre un trastorno mental como consecuencia de un trauma vivido durante una misión en Etiopía. “Lo que le queda es nada para que le caiga encima el vecino de arriba”, define el delegado del Poder Popular mientras junto al equipo de prensa recorre la casa del exprofesor, quien no está, pese a ello, abandonado a su suerte.

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Algunos balcones ya están en un estado de deterioro tal que amenazan con derrumbarse. (Foto: Vicente Brito / Escambray)

Cala lo sabe quizás como nadie en el barrio: la inversión será grande. Heredó el planteamiento de un tío suyo, quien asumió igual responsabilidad en los años 80, y sueña con verlo resuelto. Por importantes, recalca un par de datos: en Managuaco radica el 90 por ciento de la fuerza de trabajo que garantiza el renglón fundamental de la empresa: la leche, y más de la mitad de la población actual son vaqueros de avanzada edad.

La situación que en mayor medida desvelaba a los habitantes de ese asentamiento cambió para bien, pero a partir de ese instante arreció la amenaza de que trozos de techo se vengan abajo, como le sucede a Amarilis González. Ojalá cuando los expedientes todos estén en manos de la Vivienda el recorrido hacia la normalidad resulte más corto y menos traumático.

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Las grietas en paredes de la escuela y el descenso del techo preocupan al colectivo del centro. (Foto: Viente Brito / Escambray)

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

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