Mil poemas para Hugo César y Lenin Oriol

Los enfermeros espirituanos que domaron a la COVID-19 en Lombardía, Italia y enfrentaron antes el ébola en África, demostraron su alta profesionalidad y humanismo

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Escena del recibimiento a Hugo César en la cabecera provincial. (Foto: Salud Sancti Spíritus)
Escena del recibimiento a Hugo César en la cabecera provincial. (Foto: Salud Sancti Spíritus)
Escena del recibimiento a Hugo César en la cabecera provincial. (Foto: Salud Sancti Spíritus)

Llegar a un país europeo del Primer Mundo como Italia, bajo una lluvia de aplausos que no cesaban de cientos de personas que los recibieron en el aeropuerto, con una temperatura bajo cero, fue otra experiencia extraordinaria de cuánto valoran los pueblos la colaboración médica cubana.

Los enfermeros espirituanos Lenin Oriol Martínez y Hugo César González, integrantes de la Brigada Henry Reeve que regresaron a la patria hace apenas unos días, después de domar a la COVID-19 en la ciudad de Crema, región de Lombardía, compartieron sus experiencias con el pueblo en la Revista Especial de Centrovisión, en cadena con Radio Sancti Spíritus.

Abrió el recuento Lenin Oriol Martínez, un hombre de escasas palabras y muchos hechos: “La llegada a Italia fue una cosa increíble. En el mismo aeropuerto, un aeropuerto muy grande, tuvimos que caminar durante un buen rato hasta llegar a la puerta y allí estaba una enorme cantidad de personas aplaudiéndonos durante tanto tiempo sin dejar de aplaudir y eso me motivó. Me sorprende que en ese país, que nosotros no tenemos colaboración con Italia y llegamos allí, pasen tanto tiempo aplaudiéndonos, tanto tiempo recibiéndonos; es una experiencia única.

¿Cómo fue la adaptación de ustedes con la diferencia del idioma?, indagó el conductor del programa, el periodista Javier Alejandro Brito.

“Fue difícil, no solo por el idioma. A nosotros nos orientaron que debíamos adherirnos a los protocolos de Italia, que no debíamos imponer nuestro trabajo, pero nosotros los enfermeros que trabajamos en la Brigada Henry Reeve, y que ya tenemos algo de experiencia, nos es bastante cómodo trabajar. Tenemos un problema con el idioma, pero inmediatamente que ya llevábamos trabajando una semana ya nos sentíamos bien”.

¿Cómo vencieron la barrera del idioma?, insistió el periodista.

“Mira, el idioma italiano, si se habla lentamente, uno comprende lo que le están diciendo y si tú le hablas el español con algunos gestos, pues ellos comprenden también. Pero al llegar allí tuvimos la ayuda de una enfermera de Morón, que nos ayudó en todo el trabajo, con la misma jefa de la sala que siempre estaba observando el trabajo que hacíamos para valorar si era bueno o no, pero esta enfermera, que se llama Aidée, es una persona buena, nos ayudó mucho al comienzo en cuanto al idioma y al trabajo”.

Lenin, ¿cuán difícil resultó para ustedes sentirse lejos de su familia?, ¿cómo mantuvieron la comunicación con sus seres queridos, esposas, hijos?, preguntó Javier de nuevo.

“Es difícil, en todas las misiones es difícil. Cuando uno va a una misión tiene que ir allí a cumplir la misión, pero tú extrañas la familia, las costumbres, la alimentación, extrañas muchas cosas. Pero tú dices: tengo que cumplir la misión y comunicarme con la familia también, en eso nos ayudaban mucho las autoridades allá en Italia y aquí en Cuba, para que la comunicación con la familia fluyera”.

Muchos dicen que Lenin es el niño lindo de María Julia, su madre, y que ella se cuidaba mucho para estar bien cuando retornaras, aunque por momentos la presión arterial a veces estuvo en su contra. ¿Es así?

“Déjame decirte que no es que yo sea el niño lindo, yo creo que soy el más feo (se sonríe), bueno sí, mi mamá tiene su cosa conmigo, yo me siento mucho con ella a escucharla, y sí, la presión arterial le sube, ella tiene mucho estrés, por los problemas que puedan existir, ella quiere arreglarle los problemas a toda la familia y le sube la presión, pero bueno, mi hermana, mi esposa, todas iban allí y le ayudaban con eso de la presión, hasta que regresé ahora”.    

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Lenin recién llegado a Sancti Spíritus en mayo del 2015, luego de su misión contra el Ébola en Guinea Conakry. (Foto: Reidel Gallo/ Escambray)

Pero este hombre, que nació en Itabo, un pueblito del municipio de Yaguajay en la provincia de Sancti Spíritus, que lleva varios años residiendo en Cabaiguán, ha cumplido otras misiones internacionalistas humanitarias.

“Yo tuve una misión en Haití contra el cólera, que para mí fue bastante difícil, porque fue todo el tiempo en casas de campaña, en la montaña, comiendo carnes enlatadas y galleticas de soda, estábamos cuatro compañeros y solo los fines de semana bajábamos a una casa donde podíamos comer arroz y frijoles. Esa misión fue difícil. La misión del Ébola fue también bastante difícil, allí el traje era más grueso, con tanto calor, nos era difícil acostumbrarnos al trabajo, además de que esa enfermedad mata a muchas personas y no es que uno se acostumbre, pero guapea con eso”.

Usted mismo se califica como una persona de pocas palabras, ¿es así ante la prensa o ante los vecinos también?

“Sí, yo en realidad le decía al compañero mío que yo soy más bien un hombre de acción, no de palabras. A mí no me gusta mucho hablar, pero con la prensa hablo mucho menos todavía”.

Bueno, dicen que una acción vale más que mil palabras y las acciones que ha realizado en Italia y en varios países del mundo dicen mucho cuando se le pone el corazón y la fuerza a un trabajo tan importante como es el de salvar vidas, así cerró Javier el diálogo de Lenin Oriol con su pueblo a través de Centrovisión y Radio Sancti Spíritus.

Le toca el turno ahora al enfermero Hugo César González, su compañero en la misión de Lombardía.

“Nuestra llegada allá fue complicada y difícil, por la poca costumbre de un clima tan agresivo. Llegamos con temperaturas de 2 grados bajo cero y no íbamos preparados para eso, pero de una forma muy rápida y eficaz el Gobierno se identificó con nuestra situación y comenzaron con donaciones de abrigos, lo cual nos facilitó el trabajo, porque el clima es bastante agresivo.

“Otro escollo que tuvimos que enfrentar es el idioma desconocido para nosotros. Otra situación fue con el protocolo de trabajo, porque un medicamento que en Cuba se aplica de una manera, allá se hace de una manera diferente. La suerte nuestra fue la enfermera cubana que lleva más de 20 años viviendo allá y fue nuestra guía y traductora dentro de la sala y nos ayudó a irnos adaptando, poco a poco fuimos adaptándonos al sistema de trabajo italiano y pudimos cumplir nuestra misión satisfactoriamente”.

Hugo, usted no es muy amante a las tecnologías como el celular, su esposa Sinaí me decía que acá en Cuba apenas lo usa. Cuéntenos esa experiencia.

“No es mentira, es real, a mí el celular, no sé por qué, pero no me gusta, pero se hizo necesario para la comunicación con la familia desde Italia. Aquí en Cuba lo uso solo en situaciones excepcionales. Todo el mundo sabía a qué nos estábamos enfrentando y tengo una familia que le doy gracias a Dios que me adora y muy preocupada por mí. Entonces lo menos que podía hacer era mantener esa comunicación y tranquilizarlos un poco. Mis padres son de avanzada edad y se preocupan también. En la anterior misión, cuando el Ébola, la que más sufrió fue mi madre, y al regreso de la misión la encontré muy deteriorada. Diariamente mantenía la comunicación con mi esposa, que me era más factible, y a través de ella me comunicaba con mi mamá y con mi hermana, con mis hijas, pero la mayoría de las veces era con mi esposa, entonces era necesario el uso del teléfono”.

Pero, ¿qué sería sin el apoyo de Sinaí en su casa, también enfermera, en el cuidado de la familia, en especial un adolescente de 14 años?

“Bueno, sin Sinaí es imposible que Hugo pudiera dar el paso a esta misión y a misiones anteriores. Sin Sinaí hubiera sido imposible ir a Sierra Leona, ir a Haití, ir a Trinidad y Tobago, Sin Sinaí la educación de mi hijo hay cuestiones que me duelen porque a veces él siente como que pena dirigirse a mí, porque como dice mi esposa, siempre ando volando. Pero además de Sinaí están mis padres, están mis hermanas, pues todo el mundo se preocupa por Hugo. Así es que Sinaí es un factor indispensable para que Hugo pueda cumplir estas misiones”.

De todas las misiones que usted ha cumplido, incluyendo la COVID-19 ahora, ¿cuál considera la más compleja?

Bueno, he tenido la posibilidad de participar en cinco misiones anteriores: estuve en tiempo de guerra en Angola en el año 1983, después volví a Angola ya finalizando la guerra, después estuvimos en Trinidad y Tobago, después participé en Sierra Leona en el Ébola, después estuvimos en Haití y ahora en Italia. Para mí la más difícil, la más compleja, la de más alto riesgo fue la misión en Sierra Leona, en el Ébola, por el índice tan alto de letalidad y mortalidad que tenía este virus. Esa fue la misión que aún me tiene marcado, no sé por qué, pero me marcó”.

Cumplió la misión en Italia, háblenos del regreso a la patria, a Sancti Spíritus, y el abrazo con su esposa y la familia.

“Siempre el regreso de una misión es bonito, pero esta por la connotación que tuvo, por el riesgo que tenía, el regreso a la Patria yo lo considero indescriptible. Es emocionante, es único, es sentimental; volver a ver a los tuyos, caminar por las valles de tu pueblo, darle un abrazo a tu madre, a los hijos, a tu esposa, a un amigo, para mí es indescriptible, es algo que con palabras me costaría mucho trabajo explicar”.

Y en su caso, Lenin, ¿cómo vivió ese retorno a la Patria, ese abrazo con su madre de 82 años, con su esposa, con sus hijos, su sobrino que también es muy querido por usted?

“El regreso a la Patria es muy reconfortante, es muy bonito, cuando uno está en otro país y llega a Cuba es una emoción tan grande, sentirte con los tuyos ahí, abrazarte con ellos, es una cosa muy bella y muy emocionante”.

Ahí hubo un momento en que Lenin se olvidó que es de pocas palabras y agradeció al pueblo de Cabaiguán que fue a recibirlo.

“Es que en realidad me hicieron un recibimiento muy lindo las autoridades de Cabaiguán, de la provincia, en La Habana nos hicieron un recibimiento increíble también”.

Pero, bueno, Lenin y Hugo no son los únicos especialistas espirituanos que están por el mundo. Quiero hablar ahora con el doctor Aris Fontain Espinosa, jefe del Departamento de colaboración médica de la Dirección Provincial de Salud de Sancti Spíritus. Cuéntenos, doctor, ¿cuántos espirituanos del Contingente Henry Reeve hay en misiones humanitarias en el mundo en estos momentos, enfrentando la COVID-19?

“Actualmente del Contingente Henry Reeve tenemos espirituanos en 17 países, en total eran 83, de los cuales han regresado algunos, tenemos dos compañeros más en el centro de cuarentena y en su momento los vamos a recibir. Dentro de ellos tenemos 41 médicos, 37 enfermeros, muy reconocidos internacionalmente en estas brigadas, también tenemos técnicos de Electromedicina, licenciados en Epidemiología, especialistas en Imagenología y un profesor de Inglés. En el Caribe tenemos 26 colaboradores en ocho países, en América Latina tenemos tres países con 21 colaboradores, tenemos también en África en dos países con 16 colaboradores, en cuatro países de Oriente Medio con 20 colaboradores, hay en Italia, en Emiratos Árabes Unidos y en Kuwait, y en estos momentos tenemos un grupo importante en La Habana preparándose para salir en nuevas brigadas. Si contamos todos los espirituanos que están en misiones sanitarias regalando salud, hay que decir que tenemos más de 150 en 44 países. Todos están enfrentando a la COVID-19 en las naciones donde se encuentran. 

Luis Herrera

Texto de Luis Herrera
Reportero de Escambray por más de 35 años. Especializado en temas económicos y de orden interior.

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