El wushu me abrió las puertas

Roberto Javier Morales Torres fue seleccionado este año como el mejor activista deportivo de la provincia

Roberto Javier se ha granjeado un grupo de seguidores en las calles, barrios, centros de trabajo o estudio. (Foto: Cortesía del entrevistado)

Cuando hace una década Roberto Javier Morales Torres se inició por puro amor en el mundo de las artes marciales chinas, estaba lejos de imaginar que sus sueños se elevaran tanto al punto de ser seleccionado este año como mejor activista de la provincia.

Desde entonces ha trabajado para merecerlo y se ha granjeado un grupo de seguidores en las calles, barrios, centros de trabajo o estudio, más allá de la escuela de wushu que dirige y de la presidencia provincial de las artes marciales chinas en la provincia.

“En la Sala Yara, este deporte me acercó a amistades que ya lo practicaban; me preparé junto a los profesores José Carlos Pardillo Acosta y Darien Zúñiga Hernández, luego viajé a La Habana y conocí a Roberto Vargas Lee, presidente nacional de la escuela cubana de wushu, y más tarde pasé cursos de entrenamiento con los chinos y otros técnicos.

“En los estilos externos (changquan y taijiquan) se agrupa una decena de practicantes entre niños y jóvenes y en los internos (nanquan y qigong) unos 200 adultos mayores en diferentes grupos llegan de forma voluntaria buscando beneficios para la salud y desarrollar nuevas habilidades y capacidades. Además, fomentamos la lectura de libros, el intercambio en redes sociales para mantener vivas las diferentes fechas, los símbolos y mártires de la patria, todo para incentivar la formación que se brinda en la escuela”.

Durante la pandemia los colores de las artes marciales inundaron lugares, reales y virtuales. “Creamos un grupo en WhatsApp y realizamos diferentes cursos como los de baduanjin (ocho brocados de seda) y liangongshibafa (18 maneras para estirar el cuerpo) para motivar a niños y adultos, iniciativa que luego quedó como hábito”.

Pero Roberto quiso llevar salud a los centros de aislamiento: “Fue una experiencia única, fuimos con la música para llevar un poco de felicidad y enriquecer el corazón a quienes estaban allí, por los beneficios de estos ejercicios para la respiración. También hicimos un donativo al Hospital Pediátrico con aportes del Inder, Educación y el grupo de Facebook de Esix Castañeda. Con esa idea encontré muchas personas dispuestas a ayudar para que los niños y el personal de la Salud tuvieran un pedacito de lo que llevamos, ellos son héroes que dedican su vida al bienestar de los demás”.

En su camino Roberto ha conocido de hermandad y dificultades. “Es un trabajo conjunto de varias personas, alumnos y profesores de la escuela. Ha sido difícil convencer a entidades de los beneficios de esta práctica, pero junto a la Unión de Jóvenes Comunistas y Cultura hemos trabajado proyectos educativos en diferentes comunidades”.

Mientras espera por un local propio, Roberto sigue activo como al principio. “No imaginé que me convertiría en activista, pero me formé en la Escuela de Profesores de Educación Física, soy maestro, amo la profesión y el wushu me abrió las puertas”.

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

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