La entereza del 10 de octubre

El inicio de las luchas por la independencia de Cuba, el 10 de octubre de 1868, fue la consolidación del proceso de formación de la identidad nacional y condición esencial para los futuros caminos
independentistas en la Nación.

Los acontecimientos relacionados con el 10 de octubre de 1868 en la región oriental de Cuba fueron el fruto de múltiples factores que se dieron en el plano social y que condujeron a contradicciones irreconciliables entre criollos y peninsulares.

LO HISTÓRICO

La colonización venida de España trajo a tierras cubanas un trasplante de modos, esquemas y estructuras de orden económico, político y social, que fueron adoptando matices peculiares, catalizadores de una polarización de intereses por ambas partes.

El nacimiento de las primeras generaciones de criollos constituyó un largo proceso que estuvo matizado por el regionalismo. Lo único que identificaba a los habitantes entre sí era el lugar de nacimiento, con su correspondiente efecto ideológico apegado al concepto de “patria local” o “patria chica”.

El esquema económico y social impuesto por España tenía en inicios a la ganadería como su actividad fundamental y el Hato su estructura básica, pero pronto dio paso a la plantación. Apareció entonces una burguesía que se dedica en lo fundamental, al cultivo de la caña de azúcar, apoyándose en el uso de mano de obra esclava.

Esta modificación ocurrida básicamente en entre los siglos XVII y XVIII tuvo su reflejo en la creación de instituciones que respaldaron la necesidad de cambios de todo tipo, entre las cuales se destacaron la Real Compañía de Comercio de La Habana, la Sociedad Económica de Amigos del País y el Seminario de San Carlos y San Ambrosio.

El florecimiento de la vida económica en Cuba atrajo a los ingleses, quienes llegaron a dominar La Habana y parte del territorio occidental. Se demuestra que las murallas militares de la ciudad eran vulnerables y que el colonialismo español al circundar la Isla con murallas económicas frenaba su desarrollo. La fe en Dios, padre todopoderoso, comienza a alternarse con la creencia en el progreso.

A ello se suma el auge del ingenio como negocio en la mayoría de las regiones de Cuba. La plantación fue la actividad económica fundamental que marcó el paso a finales del siglo XVIII y principios del XIX, con su correspondiente repercusión en la vida política, cultural y social en Cuba como una vía hacia el capitalismo, aunque anómala y retrasada, sin ajustarse a ningún sistema clásico.

Si el quehacer del hatero estuvo permeado por el escolasticismo y la fe, el quehacer del burgués esclavista estuvo matizado por la creencia en el progreso que debía construirse en la tierra, lo cual fue secundado por otros grupos y clases sociales que necesitaban mejoras, buscar nuevos métodos productivos, formar los científicos y técnicos, introducir nuevas tecnologías para la industria y trasformar la enseñanza de escolástica en científica.  

LO LÓGICO: EL DOMINIO ESPAÑOL ERA EL FRENO

Siendo José Martí un adolescente escribió por aquellos días del año 1868:

“No es un sueño, es verdad: grito de guerra

Lanza el cubano pueblo, enfurecido”.

Los cambios en la ideología del cubano hasta llegar al sentimiento de identidad nacional fueron protagonizados en las instituciones que aparecieron y se desarrollaron para el siglo XIX.

En ellas se formaron connotados patriotas como los casos de José Agustín Caballero, Félix Varela, José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero y toda una extensa lista de ideólogos que formaron a la generación que más tarde se lanzó a la manigua en contra del dominio español.

Progreso económico, reforma educativa, identidad de cubanía e independencia política fueron los ejes que protagonizaron la idea de organizar una contienda emancipadora en la Isla.

Como presupuestos se contaba con la derrota de España contra los ingleses en el occidente del país, la victoria de la revolución en Haití y el nacimiento de las repúblicas latinoamericanas que fueron fruto de las campañas de Bolívar y los grandes próceres independentistas de América.  

Otros factores de índole político y social fertilizaron el inicio de la guerra, entre los que destacaron la sangrienta esclavitud, abolida de manera tardía cuando ya el mundo desarrollado usaba el trabajo asalariado, así como las restricciones de todo tipo de libertades para los cubanos.

Y llegó el glorioso día, que pudo ser antes o después, pero que era inevitable en la intención emancipadora de una generación de criollos, en un intento glorioso movido por una suma de factores a los que se refirió Martí:

“El pueblo que tres siglos ha sufrido

 Cuanto de negro la opresión encierra”.

Mientras en el occidente cubano se vivía bondades citadinas de privilegio y de puerto principal del comercio con España, fue en la región oriental donde se organizó el estallido; la región más sufrida, donde las contradicciones llegaron a su máxima expresión, sobre todo en un grupo de cubanos terratenientes que tuvieron ante sí la influencia cultural de tipo liberal, presionada por la necesidad del progreso y el cerco económico impuesto por España.

Se organizó entonces el alzamiento, como cualidad sistémica de todas esas contradicciones que en aquel preciso momento fueron sintetizadas por un José Martí cuando tenía solo 15 años, soportados por sus adelantados talento y patriotismo:  

 “Gracias a Dios que ¡al fin con entereza

Rompe Cuba el dogal que la oprimía

Y altiva y libre yergue su cabeza!”.

José F. González Curiel

Texto de José F. González Curiel
Editor Web y reportero del Periódico Escambray. Sancti Spíritus. Cuba.

Comentario

  1. La bandera que se enarboló ése día los cubanos jamás tenían que haber permitido que fuera cambiada por otra y menos por una anexionista

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