Lealtad a las ideas

A seis años de una partida física que lo reafirmó en los corazones de Cuba y el mundo, el Comandante en Jefe Fidel Castro multiplica su lucha jurada contra el adversario de siempre

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Monumento erigido en la plaza Fidel Castro, del distrito de Sókol del noroeste de Moscú.

Lo veo ahora, a seis años de una partida física cuya fecha él mismo decidió, erguirse en una plaza de Moscú que lleva su nombre. Allá, donde, de haber podido, seguramente habría prohibido también los monumentos en su memoria. 

Lo suyo no era, ya lo sabemos, el culto a la persona, sino la lealtad a las ideas, y esas —lo dejó claro desde su histórico alegato en el juicio por los sucesos del Moncada— ni mueren ni se matan. 

Lo veo allí, en su traje verde olivo, raído, como sus botas; en posición de mando, completamente en movimiento. Y eso me dice que Fidel es del mundo, y que el mundo guardará para siempre al ser galáctico que nos tocó en suerte tener en este país-caimán, tatuado en la piedra bajo sus pies guerrilleros. 

Lo veo, entonces, nuevamente, lanzándose de un tanque en medio del fragor de los combates de Playa Girón. Pero también lo evoco en la serenidad de un diálogo con su pueblo, hurgando en sus necesidades y preocupaciones, hablando bajo, tan bajo que apenas se le escucha; o mejor, escuchando, algo que sabía hacer como no muchos. 

Lo imagino arrullado en el abrazo de un niño o una niña, con los ojos entrecerrados para sentir su beso; negado a que retiraran de su rostro los colores y el sudor que los infantes de La Colmenita de Tin Cremata le estamparon aquella noche divertida, porque antes quería disfrutarlo un poco más y mirarse al espejo. 

Lo escucho en sus largos discursos nunca repetitivos ni aburridos, sino plagados de enseñanzas que, con cada día, mes o año cobran actualidad, y nos ayudan a seguir el rumbo que nos trazó con pulso claro y firme. 

Siempre celebraré, como una bendición, haber nacido y crecido en la era de Fidel, pertenecer a uno de los ejércitos del que se tuvo por miembro: el de la prensa, al que le encomendó relevantes misiones. 

Fue el Elegido, sí, tal y como se le denominó no solo en el gremio, sino también por personalidades de otros ámbitos. Pero erramos al circunscribirlo exclusivamente a Birán, por donde vino al mundo, o a Cuba: Fidel fue y todavía sigue siendo el Elegido de toda una era, porque su obra de justicia rompió fronteras y se expandió, gracias a su espíritu visionario, a los más insospechados rincones del mundo. 

Su mérito mayor, pienso ahora, no es haber liderado y dirigido una Revolución que rompió y aún rompe esquemas, sino demostrar, a través de ella y sus relaciones con el resto del planeta, que es posible un mundo mejor y que vale la pena perseverar en esa lucha. 

Lo veo ahora, en una plaza de Moscú nombrada Fidel Castro, multiplicar su arremetida contra el adversario, que es, desde hace algún tiempo, también el de Rusia, un país donde su nombre ha estado siempre ligado al de Cuba. 

Y entonces me viene a la memoria aquel juramento, plasmado en una esquela escrita el 5 de junio de 1958, que Celia Sánchez guardaría con celo hasta el final de la contienda bélica. 

“Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario —escribió entonces—, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero”. 

Allá, aquí y en cualquier nación donde se luche por ideales de paz, justicia y soberanía plenas, estará siempre nuestro hidalgo, magnético y visionario líder, cuya vida no terminó la noche de aquel 25 de noviembre. Ni el llanto que siguió a esa fecha ni la nostalgia de no tenerlo entre nosotros podrán apagar su estrella de luminosidad incalculable.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

2 comentarios

  1. FIDEL.
    Llega el 6to aniversario.
    De su desaparición.
    Física pues solamente,
    Altiva y fija la mirada,
    Y su corcel en acción.
    ***
    No falta continuación,
    En su andar y proceder,
    En Rusia Diaz Canel,
    Inaugura emocionante,
    La estatua de ese gigante,
    Que dedica el pueblo ruso,
    También hoy día agredido,
    Por el imperialismo cruel.
    ***
    El ideario mariano,
    Que materializó Fidel,
    Hoy fructifica con creces,
    En los Sudamericanos.
    ***
    Libertad e independencia,
    Justicia e igualdad social,
    Lo que el Neocolonialismo,
    A nadie ha podido dar.
    ***
    Y hoy aquí para la nación,
    Sigue hay, entrega la gente,
    Escuchando, sonriente,
    Confiando en el ser humano
    ***
    Combativo, espartano,
    Intransigente como el Che,
    Solidario e impaciente,
    Haciendo más,
    Con sus manos.
    ***
    Ese Fidel sigue vivo,
    Por dia, en nuestras mentes
    Con acciones y el empeño
    Ante las dificultades
    Que un bloqueo recrudente
    Mantiene en vilo al cubano.
    ***
    Pero que no,
    Nos quita el sueño,
    De construir un sistema,
    Más humano y sostenible,
    Inclusivo y soberano.
    ***
    Es también una bofetada,
    Al que lo quiso borrar,
    Quitar, vilipendiar,
    Vejar o humillar,
    De maneras más solapadas
    ***
    Del que hoy no piensa,
    Ni escucha,
    Del que por más que crítica
    Casi nunca aporta nada.
    ***
    Del que difama y difama,
    Escribiendo payasadas,
    Y grandes fanfarronadas,
    Endulzadas con traición,
    Y dólares de mesada.
    ***
    De ahí la imposibilidad,
    De consumar la omisión,
    Porque Fidel y el Pueblo,
    Son parte de nuestra Unión
    Realidad de este momento,
    Sin presiones, golpes,
    Ni imposición.
    ***
    Ese Fidel ya no pasa,
    Ese Fidel no es historia,
    Ese Fidel somos todos,
    En ese largo camino,
    De nuestra Revolución.

  2. Yo soy leal a mis ideas. Las de otros…les pertenecen.

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