Buena ortografía… al privado

Los grupos en redes sociales de Internet, lejos de ayudar a la buena ortografía, coadyuvan, como regla, a afianzar los errores en la escritura y en el dominio del idioma en general

Ilustración: Osval.

El vocablo, por disparatado e inexistente, taladró sus sentidos. «Yo le habizo», decía la oración, que se repitió al día siguiente sin dos de los tres errores (u horrores): «Yo le avizo». Pero el aviso sobre la disponibilidad de azúcar, uno de los productos más buscados de estos tiempos de carencia, no llegó ni entonces ni después.

Sucedió en un grupo de compras y ventas a los que fue invitada la persona de mi historia, que no suele recibir con frecuencia agresiones lingüísticas de ese tipo y se fija, antes que en el vestuario o las prendas, en cómo habla o escribe su interlocutor.

Pero en este tipo de redes sociales los interlocutores son muchos, así que los errores en la ortografía suelen ser tan disímiles como las personas mismas que envían los mensajes o publican sus ofertas. También las trampas del idioma, debido a las jergas que se usan en tales casos.

Por ejemplo, no vaya a condolerse de ese que empieza su promoción con «no tengo domicilio», pues no se trata de un sin casa, sino de alguien que vende un producto, pero no está dispuesto a llevarlo hasta su hogar, como hacen no pocos.

En estos últimos años, meses, semanas, según el momento en que uno se haya incorporado a grupos virtuales —que, dicho sea de paso, permiten conocer a personas reales, y con frecuencia magníficas personas—, se pueden ver escritas perlas del idioma en uso, que por su posible incidencia en quien lee me niego a transcribir aquí. Baste con mencionar la harina sin h, la cocina con s, el llamar con y, o la leche empolvo, así, como si se tratara del verbo empolvar y no del estado de la leche.

Hay otros deslices, al estilo de aquellos carteles que cierto humorista presentaba en nuestra televisión: Vendo ropa para hombre de verano…o ropa para mujer de marca…o relojes de hombre traídos de fuera.

Puede ser también que la distorsión del español esté circunscrita más bien a la información adicional que se ofrece, como horarios y momentos para contactar a quien vende o dirección donde consumar la compra-venta. Entonces a quien lee puede darle vergüenza por la escritura incorrecta de esos héroes cuyos nombres llevan las calles, que debieron ser aprendidos desde la escuela.

Llama mucho la atención esa tendencia de quienes proponen las ventas a remitir al privado, que recuerda los años de la beca en las escuelas en el campo. Los privados eran aquellos compartimentos o habitaciones donde radicaban los profesores, y cuando mandaban allí a cualquier alumno la orden sonaba a regaño, a reprimenda. Ahora suena también como a mandato eso de “al pv”, como si fuera tan difícil escribir «por chat». Y lo mejor es que lo usan igualmente quienes anuncian la voluntad de adquirir o comprar algo, así, sin más ni más: Compro (y el producto o artículo), interesados al pv. O simplemente, sin coma: Compro tal cosa al pv, como si esas dos letras, lo mismo en mayúsculas que en minúsculas, dijeran mucho.

Nada, que la necesidad de los últimos años —porque partamos de que los grupos de redes sociales de Internet surgieron al calor del imperativo de conseguir bienes y servicios a raíz del confinamiento asociado a la covid— ha traído consigo que se comparta públicamente, además de la carencia material en sí misma, otra de índole cultural: los errores en el habla escrita de una buena parte de la ciudadanía. Y no vayamos al lado ético del asunto, que no es el propósito de este comentario, pero entre los horrores que se ven figuran también los nombres de esos fármacos y recursos para uso médico que se proponen y venden sin recato. Muchos de ellos se libran de cuestionamientos por haber sido traídos del extranjero, pero otros son salidos ya sabemos de dónde, aunque se desconozca el modo exacto en que dejaron de ser bienes colectivos para ir a parar al estatus de individuales.

Por sí o por no vale recordar que no toda actividad o publicación en redes sociales y grupos de Internet resulta censurable. Ya alguna vez Escambray escribió al respecto, pero ahí está Te aviso, aquí hay, colectividad nacida en mayo de 2020, aquel primer año de la epidemia, y a la cual se suman miles de ciudadanos de Sancti Spíritus, el resto de Cuba y algunas otras partes del mundo. Ni compra ni venta, que si alguien se arriesga a promover puede ser incluso expulsado del grupo, sino ayuda, préstamos y, sobre todo, donaciones, es lo que se ve en ese espacio, por demás fraterno y sensible.

Allí, allá o acullá, usted, por su bien y el de los demás, procure hacer un uso correcto y adecuado del lenguaje, que eso también habla de quien comunica, aunque sea para, por necesidad, vender o comprar.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

3 comentarios

  1. Juan Carlos Subiaut Suárez

    Estimados compatriotas:
    Soy un matancero y me acerco poco a su «Escambray», les ruego acepten mis disculpas por atreverme a comentar en un medio de su provincia.
    Para mí el tener una ortografía aceptable (no creo que sea buena) es una deuda que trato de pagar con mis maestros, en especial los de primaria, que se esforzaron en ello, no recuerdo cuantos miles de dictados hube de ejecutar en la escuela. Es una deuda, además, a pagar ante la montaña de literatura digerida, un poco estimulado desde la más temprana edad, por mis padres. Es una imprescindible prestación en cualquier profesional, aunque su profesión esté en las antípodas de las letras. Hoy, que forzosamente tengo que hacer uso de tecnologías de la información, y casi todas están provistas de herramientas de corrección ortográficas, trato de no descansar en la eficiencia de estas aplicaciones, apercibido de que, quien la creó, también puede atesorar una errata.
    Siempre recuerdo un colega, ingeniero él, quien estaba en una guerra constante con el idioma de Cervantes. Llegó a clausurar el corrector ortográfico de su PC.
    Hoy, no solo están las ¨reducciones¨ y ¨creaciones¨ que se ponen de moda al escribir, sobre todo por el móvil. Está la impresentable ¨música¨ que nos llega desde la aurora hasta la madrugada en ¨voz¨ (gritería) de ¨artistas reguetoneros¨. Reto a alguien escribir correctamente lo que dicen. Por último, recalcar el papel de los medios en esta cruzada. Han desaparecido profesiones en los medios, pero quienes la ejercían no permitían la salida a la calle de un impreso con un error ortográfico. Ningún medio hoy, ni siquiera el Granma, puede utilizarse impunemente como medio de verificación ante una duda ortográfica, como antaño podía hacerse. Abogo, junto a ustedes, para que la buena ortografía siga vistiendo de largo nuestros escritos. Mis saludos.

  2. realmente hay para un libro de cuentos la cantidad de faltas de ortografía que uno se encuentra en las redes insociales.

  3. Excelente y necesaria reflexión

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