Central Melanio Hernández contra el tiempo en las reparaciones (+fotos)

Con la zafra acercándose al basculador, el central Melanio Hernández ha realizado la etapa de reparaciones más abarcadora de los últimos años en una verdadera carrera contra el tiempo

Un elevado por ciento de los trabajadores que participan en las reparaciones se mantiene en la fábrica para la zafra. (Fotos: Oscar Alfonso/Escambray).

Tuinucú no rompe todavía la calma posada sobre el batey después de la zafra; sin embargo, hacia dentro del central Melanio Hernández se ha vivido un torbellino de trabajo tan inusual que apenas ha dejado espacio al descanso. No fue la mala planificación, mucho menos capricho o puro correcorre; fueron las consecuencias dejadas por una zafra muy larga que, casi terminando junio, empezó el movimiento de los hierros más abarcador de los últimos años, en una verdadera carrera contra el tiempo.

Tal desafío ha estado preñado de desvelos porque quien haya visto a las puertas de julio tamaño desarme, cuando menos, se llenaba de preocupación. Pero el central taguasquense pedía a gritos una intervención profunda que despejara riesgos de roturas y tiempo perdido e hiciera más seguro el camino de producir azúcar por segundo año consecutivo, mientras el ingenio Uruguay sigue los trámites para la creación de una empresa mixta con Rusia.

“Nos sentimos bien y nos apoyan”, declara Elisey Gámez.

Fue un reto de cara al calendario entrar a un amplio programa de reparaciones y dependiente de no pocos recursos. Más que la imagen desordenada que trae consigo cada desarme, la industria funcionó como un tablero de ajedrez, con la diferencia de que no había tiempo para pensar las jugadas, sino asegurar cada paso con prontitud, optimizar días y horas, porque la arrancada a fines de diciembre olía también a una amenaza de jaque mate.

Cuánta seguridad ofrece ir a la guerra con experiencia y conocimientos, con unas tropas que tal parece se untan la grasa como escudo; donde hay soldados avezados y noveles, también valiosos refuerzos sin trajes de regionalismo. No hay esteras en movimiento, ni caña, ni ruidos, ni olores dulces, pero sí mucha gente ocupada, trepada por mil recovecos, metidos entre las mismísimas masas, un reflejo de que el tiempo cuenta y nadie como ellos para advertir lo que falta.

Las áreas de molino, basculador y fabricación tuvieron las acciones principales.

DESARME PROFUNDO

“Llegó el momento de irle pa’rriba al central, no podíamos seguir con los desarmes ligeros”; así dibuja Radamés Rodríguez Palmero el trazado de reparaciones que se ha vivido en la industria. Lo dice el hombre que dirige el central Melanio Hernández desde el 2014; y casi un experto en ese laberinto de hierros, porque llegó a Tuinucú luego de transitar con resultados sobresalientes por el Uruguay.

El deterioro de los años y las reparaciones que muchas veces se traducían en un pase de mano obligaron a este desarme voluminoso. Por eso este año empezaron a cambiar hierros; por ejemplo, la entrada de laminado permitió hacer nuevas las bandejas del molino. “Sin una reparación de esta envergadura se podía hacer zafra, pero el tiempo perdido por rotura nadie sabe a dónde iba a llegar”, detalla Rodríguez Palmero.

Todavía el basculador parece un rompecabezas desarmado; justo allí, retrata la osadía del colectivo: “Entre golpes de mandarrias y destellos de soldaduras, después que el central cumplió el plan de azúcar en abril, la industria estuvo dos meses esperando la paralización de la zafra, proceso que desplazó el comienzo de las reparaciones para el 22 de junio.

“Eso nos complicó, la suerte ha sido el paso al frente que dieron los trabajadores; renunciaron al mes de vacaciones, salieron solo 15 días, algunos una semana. No hubo domingos libres, ni salidas a las cuatro y media de la tarde, de lo contrario, esto no sale”, aclaró.

El ajustado calendario ha tenido a su favor el respaldo de recursos, aunque algunos llegaron con retraso. Aun así, lograron intervenir en las áreas clave y actuar en los puntos medulares que provocaron alto tiempo perdido en la última contienda. Eso explica la concentración de los trabajos en los molinos, el basculador y la fabricación.

“Imposible que no haya tensión, hasta hemos tenido que rehacer algunos trabajos en las bombas, los rodamientos; pero no cabe la mala calidad porque esta reparación no es un pase de mano. La garantía de arrancar la zafra es, después de reparar, tener tiempo para probar y probar”, sentencia el director.

“Si haces bien tu trabajo y ves el fruto, no importa estar embarrado de grasa”, afirma el joven mecánico Daniel Cutiño.

Cerca del central, Escambray contacta a Pedro Alcántara Oliva, el administrador del centro de limpieza Batey, un sabio en ese mundo de eliminar las materias extrañas. “Limpiar la caña no es escoger frijoles; con la situación de malezas que tiene el cultivo ante la falta de herbicidas, si la materia prima no pasara por aquí el central que se olvide del rendimiento. Estoy loco porque arranquen lo cortes para probar la estera que levantamos y ver si por fin dejamos atrás el tiempo perdido por los continuos atoros”, puntualiza.

PECHO A LA REPARACIÓN

Incluso con el salario promedio rondando los 9 000 pesos, la fluctuación laboral y el éxodo dejaron vacíos en el ingenio; para encarar un padecimiento común de la época, la administración del central se ha movido por dos caminos: apelar a jóvenes graduados de maquinaria azucarera y contratar a trabajadores del Uruguay, una inyección bien oportuna.

Orlando Mesa Amador, jefe de mantenimiento del área de molinos en el central Uruguay, integra ese grupo de operarios de Jatibonico que, sin asomo de regionalismos, le pone el pecho a la reparación del Melanio Hernández. “No es la primera vez que vengo, la meta es ayudar a preparar el ingenio, si me necesitan para la zafra, sigo en Tuinucú, aquí me siento bien, hay un buen colectivo”, comenta.

Para tomar el pulso a los preparativos del central hay que preguntarle a un especialista con casi 40 años en la industria azucarera, el ingeniero Rodolfo Pérez Arteaga, al frente del Grupo Técnico que supervisa hasta el grosor de los laminados. “Es decisivo asegurar la calidad de cada trabajo, que se cumplan las normas técnicas. Al contar con más recursos se han subsanado problemas de la anterior campaña; eso pone a la industria en mejores condiciones para hacer una zafra positiva”.

El central ha realizado la etapa de reparaciones más abarcadora de los últimos años.

Pedro Zubiaurre Arboláez, técnico en Fabricación, califica la etapa como “un año de tremendas reparaciones, hacía tiempo no veíamos algo así, se han hecho trabajos valiosos en el enfriadero y en los tachos. Los trabajadores están muy contentos, algunos han cobrado hasta 12 000 pesos de salario; se trabajan horas extra y hay atención a los obreros; empecé aquí con 18 años y voy para la zafra 39”.

Por delante quedan pocos días para la arrancada; en el cronograma hay labores por hacer; luego, alistamiento, ejercicio de zafra y la prueba fabril. En el esquema productivo está diseñada una campaña similar a la pasada; empezar con la fabricación de meladura para la producción de alcohol y, en la tercera decena de diciembre, estrenar el central.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

Comentario

  1. A la velocidad crucero de AZCUBA y su sociedad mercantil ZERUS habrá empresa mixta con los inversionistas rusos en la Zafra del 2026.

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