Dame tu plan de trabajo

En tiempos en que prácticamente solo se puede planificar un día, los planes de trabajo coartan las iniciativas y la capacidad de adaptación de los trabajadores

Ilustración: Tomada de Internet).

Esa es la primera frase de una visita. Casi antes de sentarse, casi antes de llegar, te piden en plan de trabajo. El beso, el saludo cordial y el pedido inminente: alcánzame el plan de trabajo.

Esos planes —digo yo ahora—, aunque son herramientas comunes en el ámbito laboral, presentan diversos inconvenientes que dificultan su eficacia y adaptabilidad a situaciones cambiantes.

En primer lugar, suelen ser rígidos o poco flexibles, lo que impide —en tiempos de imprevistos como los que vivimos— la reorganización de tareas. Además, al estar basados en una planificación mensual, no permiten una adecuada adaptación a las necesidades diarias, donde la incertidumbre es mayor.

Lo otro no es un secreto: muchos de estos planes se elaboran de manera apresurada, cortando al azar actividades del mes anterior y pegándolas en el mes actual. Es como si el subconsciente nos hablara de la inutilidad de ese plan.

En tiempos en que prácticamente solo se puede planificar un día, los planes de trabajo coartan las iniciativas y la capacidad de adaptación de los trabajadores. En situaciones de crisis, es fundamental contar con la flexibilidad suficiente para enfrentar situaciones imprevistas y priorizar las tareas más urgentes y relevantes.

En el plan de trabajo no está el día en que el trabajador tuvo que salir porque le tocaba el arroz en su bodega, o venden sabrá Dios qué en una esquina, los imprevistos de los tiempos actuales son inmensos.

Así como se instauró el uso obligatorio del nasobuco por contingencia, los planes de trabajo también deberían desaparecer en los tiempos de crisis. En lugar de ello, se podría optar por tener una lista de prioridades —no diarias, porque sería falsa— que permita a los trabajadores enfocarse en las tareas más importantes y urgentes en cada momento, e ir cumpliendo, además, con todos los quehaceres de su puesto. Esto favorecerá la agilidad y la capacidad de respuesta ante imprevistos, sin perder de vista los objetivos generales del trabajo.

Es necesario contar con una mayor flexibilidad y adaptabilidad en la gestión laboral. Los planes de trabajo, con su rigidez y falta de actualización, pueden convertirse en obstáculos para una adecuada respuesta a las necesidades cambiantes. Recuerdo que, además, muchos planes se rigen por una metodología y luego de confeccionarse, debe firmarlo San Pedro y toda la corte celestial.

Pienso que una lista de prioridades estaría bien… y que luego ese trabajador demuestre que es efectivo en su gestión.

Es importante replantearse la utilidad de estos planes y considerar alternativas que permitan una mayor agilidad y priorización de tareas en situaciones de crisis.

De todas maneras, lo tengo claro: vendrá alguien, me va a saludar con afecto, me pedirá el plan de trabajo y me dirá: “Yo sé lo que escribiste, y créeme que tienes toda la razón, pero es lo que está establecido”.

Ángel Martínez Niubó

Texto de Ángel Martínez Niubó
Poeta y narrador espirituano. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Autor de la novela Luzángela.

6 comentarios

  1. Los planes de trabajo es incierto lo que uno pone en el papel hasta la hora de merendar…. por dios eso lleva papeleos y hasta molesto los planes de planes. Cual es el plan de trabajo de un maestro? Cual es el plan de trabajo de un policía? El de un médico? El de alguien que es operativo en funciones como reparaciones comunicaciones electricidad que son cosas que fallan y no están escrita en el día a día. Es una locura.

  2. Usted se lleva mi aplauso, el plan de trabajo sirve para perder tiempo haciendolo y para perder tiempo evaluandolo al final del mes. Solo para eso sirve.

  3. Ricardo Marín Marín

    Sin intención de polemizar, en mi modesta opinión, lo que debemos atacar no es el plan de trabajo, no es la planificación, ni la organización, como elementos de la Dirección, sino la improvisación, los deficientes estilos de dirección, la anarquía, la mala costumbre de establecer metas incumplibles, sin un análisis objetivo, el iniciativismo a ciegas, sin una previsión de lo que se quiere, del objetivo que perseguimos. La planificación es todo un proceso que permite trazar estrategias de trabajo y en función de ellas surge el modelo teórico (el plan), que se apoya en el resto de las funciones de la Dirección, para convertir esa teoría en realidad; planificar no es hacer una lista de tareas, es determinar las tareas principales y definir las que van a posibilitar la buena consecución de aquellas; además trabajamos en colectivos, donde no todos pensamos igual, ni todos tenemos similar capacitación para hacer las cosas y conseguir resultados, por tanto tiene que existir un orden lógico de ejecución. El hombre, en todo tipo de sociedad planifica y organiza hasta en su vida privada. Si cada cual hace por su cuenta, para nadie es un secreto que el resultado será desastroso. Es cierto que hoy tenemos muchos problemas, sobre todo personales, pero hay que ser capaces de lidiar con ellos y con las responsabilidades que tenemos como trabajadores. Para no hacer extensa mi opinión, quiero reiterar un concepto del General de Ejército Raúl Castro, cuando dijo: “… si en épocas normales la planificación es un instrumento imprescindible para la labor de dirección, en el complejo escenario que estamos viviendo, se convierte en una necesidad vital para excluir los riesgos que entrañan la improvisación y la falta de integralidad”

  4. Los planes de trabajo no sirven para nada ni resuelven nada, lo unico que hacen es gastar papel que no hay.

    • Ricardo Marín Marín

      Sin intención de polemizar, en mi modesta opinión, lo que debemos atacar no es el plan de trabajo, no es la planificación, ni la organización, como elementos de la Dirección, sino la improvisación, los deficientes estilos de dirección, la anarquía, la mala costumbre de establecer metas incumplibles, sin un análisis objetivo, el iniciativismo a ciegas, sin una previsión de lo que se quiere, del objetivo que perseguimos. La planificación es todo un proceso que permite trazar estrategias de trabajo y en función de ellas surge el modelo teórico (el plan), que se apoya en el resto de las funciones de la Dirección, para convertir esa teoría en realidad; planificar no es hacer una lista de tareas, es determinar las tareas principales y definir las que van a posibilitar la buena consecución de aquellas; además trabajamos en colectivos, donde no todos pensamos igual, ni todos tenemos similar capacitación para hacer las cosas y conseguir resultados, por tanto tiene que existir un orden lógico de ejecución. El hombre, en todo tipo de sociedad planifica y organiza hasta en su vida privada. Si cada cual hace por su cuenta, para nadie es un secreto que el resultado será desastroso. Es cierto que hoy tenemos muchos problemas, sobre todo personales, pero hay que ser capaces de lidiar con ellos y con las responsabilidades que tenemos como trabajadores. Para no hacer extensa mi opinión, quiero reiterar un concepto del General de Ejército Raúl Castro, cuando dijo: “… si en épocas normales la planificación es un instrumento imprescindible para la labor de dirección, en el complejo escenario que estamos viviendo, se convierte en una necesidad vital para excluir los riesgos que entrañan la improvisación y la falta de integralidad”

    • El plan de trabajo es solo corta y pega, más nada y gastar papel y tiempo haciéndolo más nada que eso

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