La Ley por sí sola no da comida (+fotos)

Juan José Nazco González, delegado de la Agricultura en Sancti Spíritus, intercambió con Escambray sobre los desafíos de la producción y las realidades de la Ley de Soberanía Alimentaria

La producción de viandas constituye uno de los retos agrícolas. (Fotos: José Luis Camellón/Escambray).

Poco tiene que ver la Agricultura actual con la de hace cinco años,  lo que se produce, brota más de la voluntad que de los recursos y, es a puro gasto del productor. Sin embargo, sobre el sector cuelga la misma demanda de alimentos, tal vez más. Tampoco las medidas diseñadas para estimular las producciones han logrado aumentar los envíos de comida hacia las tarimas.

Peor no puede ser el escenario para buscar respuestas; de ahí el imperativo de no darle vacaciones a la tierra, aun cuando los insumos llevan meses alejados de la campiña. Si un sector conoce los caminos es el agrícola, pero le falta vencer el nuevo reto que ha impuesto la época: producir sin respaldo de casi nada.

Nazco González insistió en que los procesos de contratación y comercialización no se pueden dejar a la espontaneidad.

Sobre esas realidades, la urgencia de revivir el contrato, los desafíos de la producción y los rumbos de la Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional dialogó con Escambray Juan José Nazco González, delegado de la Agricultura en Sancti Spíritus.

¿Cómo fijar bases de contratación sin garantía de recursos?

La contratación es decisiva en lo que la Agricultura puede garantizar para el año próximo, teniendo en cuenta la escasez de insumos, tanto en la parte agrícola como ganadera. Potenciamos los cultivos rústicos, aquellos que menos exigencia tienen de fertilizantes y plaguicidas. Evaluamos los rendimientos que pueden obtenerse, luego contratar toda la producción posible para los encargos estatales y el autoabastecimiento de cada municipio.

Todavía no hemos llegado al ciento por ciento de los productores, ahora queremos involucrar a la mayor cantidad; desde los recursos propios que tienen, ver qué cultivo pueden lograr y con qué rendimiento; sobre esas pautas establecer la contratación.

¿Es válido exponer que la contratación en el 2023 fue mala?

A veces cometemos errores al decir que hubo una mala contratación, lo que no ha habido es un buen cumplimiento de la contratación, donde influyen las deficiencias y la falta de recursos. También pensamos que el 2023 quizá iba a tener mejor solución de recursos de lo que en realidad ha existido.

Para el 2024 estamos previendo un año igual que este, si hubiese una mejoría para la Agricultura sería una buena noticia. Buscamos que todos los productores tengan una responsabilidad con las entregas a los distintos destinos previstos. Aun en estas condiciones, si cada cual aporta un poquito podemos llegar a mejores resultados.

Los procesos de contratación y comercialización no se pueden dejar a la espontaneidad; hay que discutir, comprometer a los productores y pactar el contrato; después darles seguimiento para abastecer lo mejor posible los mercados estatales de la provincia.

Incrementar los suelos bajo riego, un camino necesario.

¿Puede sobrevivir la Agricultura casi sin insumos ni combustible?

Sin insumos —productos químicos y fertilizantes— lo que hemos podido hacer es una agricultura con bajos rendimientos y una atención a los cultivos ineficiente. Sin combustible es más difícil, porque con lo único que lo podemos sustituir en los campos es con la tracción animal; así, los niveles productivos son ínfimos. Ahora la campaña de frío está muy afectada por la falta de combustible.

¿Habrá alguna posibilidad de recuperación productiva en este contexto tan complejo?

Recuperación no, lo que logramos hace cinco años fue con los mismos productores que tenemos hoy; pero tendríamos que sembrar mucha más área —que no contamos con ella—, incorporar productores, incluir más terreno bajo riego. No es lo mismo, como ocurrió en el arroz, llegar a 5, 6 y hasta 8 toneladas por hectárea, a lograr ahora 2 toneladas por hectárea.

Tenemos que ir adaptándonos a hacer una agricultura con menos recursos, lo que nunca vamos a lograr los resultados que queremos. Si tuviéramos los recursos, por ejemplo, en la arrocera Sur del Jíbaro pudiéramos tener otros niveles de producción; allí se llegó a producir en otros tiempos 70 000 toneladas de arroz consumo; más reciente, en los años 2015, 2016 las producciones rondaron las 50 000 y 60 000 toneladas de arroz consumo.

¿Cuánto incide la falta de brazos en el escenario agropecuario?

La fuerza de trabajo es poca y los jornales —pago por el trabajo del día— se han vuelto muy caros; a nivel del Ministerio de la Agricultura se acometen acciones con vistas a estimular la permanencia en el campo y facilitar que la gente regrese. Un camino es la nueva forma de gestión de la fuerza de trabajo, como los colectivos laborales, de modo que puedan tener un mayor incentivo salarial, algo extensivo también al trabajador estatal.

Hay cultivos más dependientes que otros de brazos. Por ejemplo, el arroz no está afectado hoy por la fuerza de trabajo, sí por la limitación de fertilizantes y plaguicidas para poder protegerlo y que tenga alto rendimiento; lo que más ha golpeado al arroz es el combustible, por eso no se ha sembrado el área prevista; aunque siempre será importante recuperar fuerza laboral en el campo.

El arroz se inscribe entre los cultivos más afectados.

¿Cómo competir desde la contratación con los altos precios de los productos en la calle?

Es un trabajo que tenemos que hacer de conjunto la Agricultura, la ANAP y el Sindicato con los productores; evaluar lo mínimo que se le puede dar, que ha sido un poquito de combustible. En el Comité de Concertación de Precios de cada municipio, donde participen también los productores, analizar los gastos, las ganancias, y comprometer al productor con un nivel de entrega de producción.

Por ejemplo, el frijol se ha vuelto muy difícil producirlo. Hay lugares donde no recogen un grano, en otros han tenido buena cosecha; no es que la plaga no se coma el que se vende en la calle, es que está caro porque hay poca producción; si a todo el frijol que se siembra lo hubiese atacado la plaga, no hubiera ninguno. La única forma de bajar los precios es la abundancia, las otras medidas pueden regular algo, pero no es la solución, la vía para bajar el precio es producir.

¿Hay alternativas para controlar la producción y que la comida llegue más por la vía estatal?

El descontrol ocurre cuando algunas estructuras que tenemos no funcionan bien, desde las delegaciones, las empresas, hasta las bases productivas. Pasa cuando no hay suficiente control de los productores y la producción; entonces, el intermediario, o el comprador-vendedor, llega a la finca y se lleva la comida.

Nos toca perfeccionar esas estructuras de dirección con el objetivo de que controlen la producción y contraten la mayor parte posible, aunque hay otros destinos, como autoconsumo y ferias. Se trata de tener ese control directamente con el productor; evaluando, persuadiendo y controlando lo que siembra en cada lugar para que llegue al destino previsto. Lo primero es hacer el contrato, después dar seguimiento al cumplimiento, porque no basta con haberlo hecho.

¿Qué ha pasado con la medida del sacrificio legal de ganado?

Lleva poco tiempo, la carne por la libre podremos tenerla por el desarrollo que logremos en la ganadería; el autorizo es un estímulo al productor, pero muy pocos de ellos han reunido los parámetros para aplicarlo y eso no da cantidad para una oferta de carne así. La medida sí ha dado posibilidades de venta en algunos municipios más que en otros, también hay comunidades más beneficiadas. Sigue vigente con las mismas condiciones, este año ha crecido el sacrificio legal y hay productores con animales autorizados que los dejan más para fines de año.

¿Contar con una Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional es equivalente a tener comida?

La ley por sí sola no da comida, lleva un conjunto de acciones que son las que le dan vitalidad; tiene cosas buenas, una de ellas es la exigencia de llegar a la totalidad de los productores agropecuarios, a partir del diagnóstico nutricional de las necesidades que tiene cada municipio, llevar ese proceso, poder distribuirlo y ponerle nombre a cada una de las producciones; en eso trabajamos.

Si un municipio lleva 300 hectáreas de plátano, hay que saber quién las va a sembrar, con nombre, por meses y la responsabilidad que tiene. Es aterrizar los planes con el compromiso productor a productor, para lograr lo que dice la ley. Pero los niveles productivos no se incrementan con una ley; los incrementan los productores a partir de todo lo que se está haciendo en este contexto de limitaciones.

¿Cómo sacar la ley de las intenciones y llevarla a la concreción de sus propósitos?

El pueblo ve la situación que tenemos con la comida y la relaciona con la Ley de Soberanía Alimentaria; pero reitero, por sí sola no produce. No obstante, en estas condiciones, si se hace cumplir lo que está indicado, si todo el mundo apoya y trabaja en función de eso, puede haber un resultado.

Aprobamos la norma en un contexto muy adverso; sin embargo, tiene aspectos funcionales, organizativos que, aun con los recursos de hoy podemos buscar mejor resultado productivo. Se necesita que cada cual aporte lo que tiene y no concentrarnos solo en algunos lugares o polos productivos; cada pedacito puede hacer algo y contribuir. Son de las cosas que podemos trabajar con la ley.

¿Se siembra menos en la Agricultura?

Tuvimos un mes de septiembre bueno, en octubre las siembras fueron muy malas por la falta de combustible; hemos podido hacer algo con algunas alternativas, pero en una campaña que proponemos plantar más de 31 000 hectáreas, es fundamental el combustible; no son posible esos niveles sin dicho recurso.

No hemos renunciado a ningún polo productivo, los atendemos en dependencia de los recursos. Para las ofertas de fin de año, la mayor garantía está en algunas hortalizas como tomate, col, pepino y cebolla; también hay niveles de plátano, yuca, malanga y boniato.

Necesitamos producir más para bajar los precios, no depende solo de los productores y de nosotros, intervienen más elementos. Hay que aprovechar lo que tenemos para sembrar e identificar aquellos lugares donde tengamos una mejor respuesta productiva. Aspirar en lo inmediato a una transformación de los precios con más producción depende de la disponibilidad de insumos y recursos.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

3 comentarios

  1. El periodismo que necesitamos es el que explique la enorme diferencia de la distribución presupuestal entre el Turismo y la Agricultura, la entrega de tierras sin respuesta productiva, el descenso de la leche para alimentar a los niños que ya está en niveles de alarma y no seguir repitiendo lo mismo.
    El nuestro, recién egresado de un Congreso, es el Periodismo de las desdichas , ¿Hasta cuándo señor?

  2. porque de pronto el platano subio en los mercados de 15 a 20 pesos

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