Sangre joven en el valle de La Llorona

En agosto de 1957 jóvenes cabaiguanenses intentaron abrir el primer frente guerrillero en el Escambray, pero fueron masacrados por la tiranía

En Cabaiguán se erigió un monumento a la memoria de los jóvenes asesinados. (Foto: Radio Cabaiguán).

Desde el golpe de Estado de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, el pueblo cubano se decidió a llevar adelante la lucha contra la tiranía establecida. Cabaiguán, distinguido por la organización de su movimiento obrero, no estaba ajeno a la situación. Los hechos del 26 de julio de 1953 influenciaron de manera decisiva en la unidad de las distintas agrupaciones que se oponían al batistato. A partir de la constitución del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en el municipio, en noviembre de 1955, con la intervención personal de Faustino Pérez Hernández, se crearon células de dicha organización, lo que impulsó la actividad revolucionaria clandestina que permitiría apoyar y protagonizar acciones contra la tiranía, entre las que no se descartaba la lucha armada, y rápidamente prendió entre los jóvenes revolucionarios la idea de crear un frente guerrillero en el Escambray que apoyara la lucha en la Sierra Maestra.

En las zonas rurales, fundamentalmente de Neiva, Echenique, Potrerillo, Pozas y Santa Lucía, se agruparon jóvenes —casi todos de origen campesino—, que recolectaron armas, medicinas, ropa y dinero; así como realizaron prácticas de tiro y ejercicios preparatorios para un posible levantamiento armado.

El primero de agosto de 1957 estalló en Santiago de Cuba una huelga tras el asesinato de Frank País y Raúl Pujol. En Cabaiguán se creó un comité de huelga. El día 2 en la finca La Loma, en Neiva, se reunieron jóvenes revolucionarios que recibieron la orden de recoger las armas que el movimiento tenía localizadas en la zona para apoyar el paro con acciones armadas y sabotajes. Se dividieron en dos grupos, a uno de ellos se le presentó un imprevisto mientras hacía recogida de armas: fue atacado con un machete por un campesino probatistiano y este resultó muerto de un tiro, lo cual complicó la situación, ya que seguramente las fuerzas de la tiranía se volcarían furiosos contra ellos.

El día 4 los dos grupos se encontraron en el monte Fermín, armados con revólveres, fusiles 22 y escopetas de caza, y ante la difícil situación en la que se encontraban la decisión fue avanzar hacia las montañas del Escambray para iniciar la lucha. Fueron ayudados y guiados por campesinos de la zona hasta llegar el día 5 en la noche al Valle de La Llorona, donde esperaron al amanecer del 6, cuando llenos de patriotismo dejaron constituido el grupo guerrillero, cantando el Himno nacional y levantando la bandera del 26 de Julio; eran sin dudas los primeros en intentar la creación de un frente de lucha en estas montañas del centro del país.

Pero la traición los rondaba. Mientras esperaban la llegada del avituallamiento necesario para iniciar la subida al Escambray fueron delatados por un campesino, supuestamente un hombre de confianza, quien les preparó almuerzo. Era el 7 de agosto cuando fueron sorprendidos por fuerzas del ejército batistiano, superior en número de hombres y armas, lo que hacía difícil la defensa de los rebeldes. No hubo muertos en ese primer encuentro, pero una salvaje cacería se extendió hasta el 10 de agosto, pues hacia el lugar fueron trasladadas fuerzas militares de Fomento, Trinidad, Santa Clara y Cienfuegos, y hasta el propio gobernador de la provincia participó en la persecución. De los 15 hombres alzados, ocho fueron capturados, golpeados bárbaramente y ametrallados, algunos recibieron de parte de los uniformados de la tiranía varios tiros de gracia.

La recuperación de los cadáveres, ya en estado de putrefacción, se logró tras muchas gestiones de los familiares. El entierro de cada uno fue regulado y vigilado por el ejército, temeroso de que el crimen exacerbara la rebeldía del pueblo cabaiguanense. Después del triunfo revolucionario de 1959 y siguiendo el precepto martiano de honrar, honra se levantó un obelisco en el parque La Palmita. Allí se rinde tributo a Dionisio Rodríguez Mederos, Orestes Isidro González Morales, Manuel Brito Morales, Sergio Espinosa Águila, José Manuel González Crespo, Horacio González Méndez, Vitalino Calero Barrios y Beremundo Paz Sánchez.

*Estudiante de Marxismo Leninismo e Historia

Adriana Alfonso Martín*

Texto de Adriana Alfonso Martín*

2 comentarios

  1. Muy bien escrito el texto e interesante el tema. Felicitaciones a la joven autora

  2. Michel Fernández Velázquez

    Muy interesante tu publicación, Felicidades.
    Esperamos que sigas evocando con admiración la historia local.

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