Yoandi Rodríguez Porra: El rey del tabaco tapado en Cuba (+fotos)

Yoandi Rodríguez Porra ha hecho de las vegas de tabaco el centro de su vida. Recientemente recibió la denominación de Hombre Habano en la categoría de Productor

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Desde hace cinco años el productor logra los mejores rendimientos en el tabaco tapado en Cuba. (Fotos: Vicente Brito/Escambray).

Si no fuera por la estatura del premio, por el hecho de inscribirse como el de menos edad en ese selecto grupo y ser el único espirituano merecedor de tan distintivo lauro, la reciente declaración de Yoandi Rodríguez Porra como Hombre Habano en la categoría de Productor pareciera un resultado más en su reconocida trayectoria agraria.

A riesgo de pecar de exceso periodístico y, más allá del aseguramiento de recursos que respalda su desempeño, cabe decir que a este usufructuario no le queda nada por demostrar en materia de la tierra. Es el productor que más comida entrega al Estado en Sancti Spíritus, su finca se volvió un polígono para probar y multiplicar semillas que el país pone en sus manos, ha levantado una plantación de café arábico en el llano que compite con los mejores cafetales de la montaña, está enrolado en una inédita inversión para realizar en su propia área el proceso de cura controlada del tabaco, y desde hace cinco años es el rey del tabaco tapado en Cuba.

El joven le declara al tabaco su amor por encima de cualquier cultivo y revela que lee las hojas como si repasara las páginas de un libro.

No basta con tener la infraestructura productiva ni la capacidad financiera para sostener el año entero una plantilla en el entorno de los 60 jornaleros; se necesita el arte de combinar voluntad, conocimiento, organización, compromiso y convertir la calidad en la carta de presentación de cuanto producto sale de esa finca anclada a un costado de la Autopista Nacional, en Cabaiguán.

Le han bastado 16 años como usufructuario para tejer una historia productiva tan integral como mediática; una obra tabacalera y de cultivos varios que empezó luego de solicitar por tres años la tierra que le denegaban porque era muy joven; pero se impuso la perseverancia, recibió el área y germinó el cosechero.

“No entré a la tierra buscando grandeza, en realidad no se me conocía, ni tenía experiencia, apenas llegaba a 23 años. No le quité el pie al pedido, hasta que recibí esta área por la loma de La Campana”.

Así se arrimó al campo Yoandi Rodríguez Porra, quien antes de tener terreno propio incursionó en “crías porcinas a nombre de otro productor, también alguna que otra siembra, pero sin compromiso porque era muy nuevo”, explica. Así llegó al mundo del tabaco como usufructuario, y archiva en sus aposentos cinco vegas de sol en palo y 11 de tabaco tapado, esta última la modalidad que ha sido como la vitola que desde entonces marca su vida.

Con 39 años, Yoandi Rodríguez se convirtió en el Hombre Habano más joven entre todos los que han merecido el premio. (Foto: Facebook)

Le declara al tabaco su amor por encima de cualquier cultivo y revela que lee las hojas como si repasara las páginas de un libro; en tiempos de vega, cuando cae la tarde, examina las matas a pura semejanza con un médico, para conocer su estado y emitir el diagnóstico de atenciones para el siguiente día.

“Tenía una idea clara: quería producir, me gustaba el campo, traía el tabaco en mi horizonte y fue por lo que se me dio la tierra”, narra a Escambray, casi cuando nace la mañana. “Empecé sembrando   10 000 posturas de tabaco sol en palo, ¡una veguita!; también sembré yuca e hice una cochiquera. Con el primer dinero que cogí cerqué la finca y compré ganado, porque, aunque estés mal económicamente, las vacas te van dando el diario, como se dice”.

Después estiró la segunda vega a unas 50 000 posturas de tabaco sol en palo, cuando todavía en Sancti Spíritus no se sembraba el tapado. “Ya al tercer o cuarto año sembré como 110 000 posturas, cogí buen rendimiento, hasta que empezó la siembra de tabaco tapado, fui de los iniciadores de la modalidad en el territorio”.

El joven campesino archiva en sus aposentos cinco vegas de sol en palo y 11 de tabaco tapado.

¿No le preocupó experimentar en algo nuevo?

En un primer momento tuve mi preocupación al pasar de un tipo al otro, me decían: “Es tabaco igual, pero más bonito y limpio”; también que exigía más calidad, advertí que era una cosa mejor. Arranqué con una hectárea, imagínate, de llegar a sembrar como 200 000 posturas en sol en palo, bajar a 33 000 posturas en una hectárea.

Fue difícil el primer año, no se sabía mucho de esa modalidad, pero aprendimos en el camino, y ese primer año salí mejor productor de tabaco tapado en Sancti Spíritus. A la otra cosecha subí a 2 hectáreas, así fui creciendo todos los años.

La experiencia se coge visitando, oyendo, mirando, cuando vas con la persona que tiene resultado. Te puedes sacrificar mucho, pero hay que buscar resultado, ir con el veguero que sabe, por ahí arranca el conocimiento. Busqué al maestro Félix Álvarez, en El Purial, un campesino con muchos conocimientos en la agricultura.

¿En qué momento se sintió un veguero de verdad?

Vine a soltarme un poco, a tenerme más de confianza, en las últimas tres campañas; ya hay una experiencia, manejo bien el cultivo, me di cuenta de que sí podía con el tapado, de hecho, en esta cosecha sembré 12 hectáreas.

Estuve tres años sembrando 8 hectáreas para ver si podía dar un salto, porque no hacemos nada con crecer por crecer, sino que las 12 hectáreas sean iguales a cuando tenías 4; ¿de qué vale sembrar tanto para después decir: hay 3 bien y las otras mal? Demoré 11 años para ese estirón, si la suerte acompaña debo llegar a alrededor de 34 000 cujes de tabaco, serían 20 toneladas, unos 400 quintales de tabaco tapado, números respetables.

El veguero que no llegue a la escogida y defienda el sacrificio del campo es como si no terminara el trabajo, apunta el joven.

¿Acaso Yoandi pensó solo en la vega?

Fui creciendo en el área de tapado, hice tres casas de cura, logré estabilizarme en 8 hectáreas, aunque pidiendo aposentos a otros campesinos porque ya tenía más tabaco que capacidad en mi infraestructura. Mi filosofía es ir a la par de la tecnología y decidí entrar en un proyecto de casas de cura controlada; primera vez que se hace una inversión de este tipo por un productor, sufragada con los ingresos del tabaco.

En realidad, por la magnitud de la siembra necesitaba más aposentos; me explicaron el proyecto, el proceso es mucho más rápido, me aporta desarrollo, el tabaco se daña menos y permite buscar mejores clases de tabaco. Me metí en eso, ya las cinco casas de cura controlada están terminadas, ahora llenas y los equipamientos están al lado de las casas esperando montarlos para cuando saque el tabaco, hoy tengo ocho casas.

¿Cómo lograr calidad en un cultivo tan exigente?

El secreto es que lo que lleva el tabaco hoy en mi finca no se deja para mañana; soy muy estricto en eso, peleo bastante; quiero decir, ponerle amor, y los trabajadores que están en el tabaco tienen que estar contentos contigo, con la finca, con el resultado.

Todo lo que le haces mal, al final el tabaco te lo cobra, un productor tiene que coger una hoja de tabaco seca, ya lista para torcer, y lograr descifrar todo lo que le pasó a esa hoja desde que la sembró hasta que llegó ahí. Es difícil, hay que leer la hoja de tabaco y decir: a esta el botón no se le cogió a tiempo, o se vació, por eso tiene falta de grasa; saber el fertilizante que le echaste por la grasa, por el brillo, por le textura; descubrir que ese tabaco lo cogiste pasado de cosecha, porque salió un poquito sobre lo grueso, se te pronunció la vena; detectar los daños mecánicos; que esa lectura te diga en qué momento del proceso lo maltrataste.

Yoandi: Mi filosofía es ir a la par de la tecnología y decidí entrar en un proyecto de casas de cura controlada, primera vez que se hace una inversión de este tipo por un productor.

Cuando miras la hoja y te preguntas: ¿por qué no está pareja?, ¿no habrá sido que la cura, lo mismo natural que en la casa controlada, no tuvo todas las condiciones para que pasara de verde a amarillo, haga el esqueleto y de ahí para seco? Si esos colores varían, es que, en el momento de curación, hubo algún pasmo. Lograr que, mirándola, tú puedas decir: a esta sí se le hizo todo bien desde que la sembramos hasta que la recogimos; ¡esta es una muñeca!

Me gusta ir solo a la vega, y por la tarde. Empiezo a caminar, a sacar ideas, a identificar cosas que hay que hacerle, que el cultivo está pidiendo; luego yo le digo a la gente: tiene que ser como que yo hablo con esas matas, porque usted entra con la cabeza vacía y cuando vira trae todos esos detalles, conocimientos; que si tengo que echarle agua el miércoles, o el otro martes cogerle el botón para que no se me vaya, o arrimarle un poquito de tierra porque la veo medio aguantá’. El productor que no haya llegado a ese paso no conoce la mata de tabaco, como digo yo, no ha leído la hoja.

Lo otro es irte para la escogida, no es que no confíe, es que prefiero meterme también en ese paso y tocar con la mano que se hace con mi tabaco. Llevo más de cuatro años dándole el proceso al tabaco mío; discuto con las mujeres, ¿por qué esta hoja no?, ¿y esta qué tiene? El veguero que no llegue a la escogida y defienda el sacrificio del campo es como si no terminara el trabajo.

Mirando la hola, tú puedas decir: a esta sí se le hizo todo bien desde que la sembramos hasta que la recogimos; ¡esta es una muñeca!

¿Le sorprendió la denominación de Hombre Habano?

Llevaba dos años nominado y ahora en la tercera ocasión se me entregó. Llevo cinco años siendo el mejor productor de tabaco tapado del país por calidad de las capas, creo que ese es el resultado que más determinó.

Cuando subí al escenario, creo que ha sido la única vez que las palabras no me salían; me conmovió ese momento, estaban allí el Presidente del país, el Primer Ministro, otras personalidades; me abrazaron, me dijeron: “¡Qué bien, un reconocimiento muy merecido!”; vi mucha gente allí que sintió el premio como algo justo.

Ser declarado Hombre Habano es algo que llegó a mi vida para más compromiso, más tabaco, más trabajo; sigo siendo el mismo Yoandi, ahora más comprometido con mi encargo de productor. El tabaco tapado es el protagonista de lo que tengo, de mis resultados, de mi proyecto de vida en el campo; conozco que con mis hojas se hacen marcas de alta regalía como Cohíba, Guantanamera, Partagás…; lo voy a seguir sembrando, pasándole la mano mientras tenga deseos y fuerza; pienso serle fiel al tabaco.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

Comentario

  1. Jorge Luís Perdomo mena

    Soy matancero, Ing Mecánico, vivo en el municipio de pedro Betancourt, donde hay una empresa tabacalera y quisiera contactar con el productor Yoan di Rodríguez Porra

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