Concurso Leer a Martí: ¿Motivación o masividad?

Lo realmente importante no radica, únicamente, en la forma del homenaje, sino en la esencia. Lo necesario es que los niños lean la obra del Apóstol y honren su legado desde distintas perspectivas

Los niños deben sentirse entusiasmados por descubrir la obra de José Martí, en lugar de verla como una obligación escolar más. (Foto: Cubadebate).

El concurso Leer a Martí se convoca desde hace 25 años. Quienes participan son estudiantes desde cuarto grado hasta la enseñanza universitaria. Todos los padres conocen el certamen, pues la convocatoria llega a través de las escuelas y las bibliotecas públicas. El certamen es convocado por el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional de Cuba, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Educación Superior, la Oficina del Programa Martiano, el Centro de Estudios Martianos, la Sociedad Cultural José Martí, la Unión de Jóvenes Comunistas y la Organización de Pioneros José Martí.

La página web de la Biblioteca Nacional de Cuba da fe de que, desde 1998 hasta la fecha, han participado más de 400 000 estudiantes. Centenares de miles de infantes, adolescentes y jóvenes, provenientes de diversas regiones del país, participan en un concurso enfocado en la vida y el legado de nuestro Héroe Nacional. Incluye los géneros de artículo, cuento, texto en prosa, poesía y ensayo, y un jurado evalúa las aportaciones creativas y originales sobre la obra martiana, la elaboración artística y literaria, así como el dominio del idioma, la coherencia y la fluidez en las ideas. Todo ello acorde con la edad y preparación académica del participante.

Sin embargo, existe una cuestión en la cual, por el bienestar integral del certamen y de los propios niños, considero pertinente reflexionar: ¿El evento en cuestión constituye un concurso o una tarea escolar? Desde su año inaugural se nos ha presentado como un concurso y, conforme a ello, se lleva a cabo la emisión de una convocatoria oficial. Nunca quienes convocan han exigido que participen todos los estudiantes del país y esto es algo, pienso, que a veces se confunde en las aulas.

Cierto es que se trata de un movimiento amplio, masivo, que involucra a bibliotecarios, maestros y promotores de lectura…; pero, ojo: es primordial establecer una distinción clara entre un concurso y una tarea que indica el maestro.

La pedagogía nos enseña que exigir a un niño la participación en un concurso puede tener consecuencias negativas en su desarrollo educativo y emocional. Cuando una actividad se convierte en una tarea obligatoria, pierde su carácter motivador y pasa a ser una imposición que puede, incluso, generar rechazo en los niños. Ese no es el amor que inculcamos por Martí ni es el objetivo de quienes convocan al concurso.

Cada niño es único y tiene intereses y habilidades diferentes. Forzarlo puede causar estrés y ansiedad, especialmente si no se siente preparado o no posee habilidades de escritor. La pedagogía nos enseña, además, que es fundamental respetar la individualidad de cada estudiante y adaptar las actividades educativas a sus necesidades y preferencias. O sea, si el hecho de obligar al niño causa desmotivación, estrés y ansiedad, estamos yendo contra la propia naturaleza del concurso. Es importante fomentar la lectura de manera positiva y estimulante.

Los niños deben sentirse entusiasmados por descubrir la obra de José Martí, en lugar de verla como una obligación escolar más.

A Martí se le rinde tributo desde diferentes esferas de la vida, como el arte, la música, el teatro, las ciencias o, incluso, la acción social. Lo fundamental es que los niños honren la memoria del Maestro desde su propio contexto y experiencia, de manera auténtica y significativa.  Pero alguien comenzó a pedir el número de participantes por escuelas, por bibliotecas, por municipio, y ahí comenzó, seguramente, el deseo de sumar para mostrar trabajo. Ese no es el camino.  El niño que adora las matemáticas u otras ciencias —y que quizás no tiene habilidades para participar en un concurso de letras— también honra a Martí. Lo realmente importante no radica únicamente en la forma de homenajear, sino en la esencia del mismo. 

Es fundamental mantener la flexibilidad en los métodos de enseñanza y reconocimiento, entendiendo que la diversidad cognitiva de los niños es una riqueza que debe ser valorada y atendida. Al hacerlo, aseguraremos que cada niño se sienta incluido y pueda identificarse con la figura del Apóstol. Lo importante, insisto, es que los niños lean su obra y honren su legado desde diferentes perspectivas, adaptadas a sus necesidades y preferencias individuales.

Ángel Martínez Niubó

Texto de Ángel Martínez Niubó
Poeta y narrador espirituano. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Autor de la novela Luzángela.

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