Herederas de Hua Mulan

Hasta donde se tienen referencias, solo en Sancti Spíritus un joven proyecto enseña a niñas y adolescentes la danza del pavo real, baile tradicional de China

Espirituanas de diferentes edades integran el proyecto Mulan Quan ECWQS: Liánhuá (flor de loto). (Foto: Cortesía de la profesora)

Todavía no sabe cuál fue el encanto, la atracción, la inspiración… Vuelve a aquel paseo de la mano de su abuela materna por el bulevar de San Rafael, en La Habana, y encuentra de frente a un grupo multicolor con espadas y abanicos gigantes. Bastó una pregunta al hombre vestido de negro, líder de quienes ante los ojos de la pequeña flotaban en el aire, para que Jennifer Haila Raya Valdés formara parte de la Escuela Cubana de Wu Shu y Qigong.

“Tenía siete años y padecía de asma crónica. Comencé asistir a las clases del maestro Roberto Vargas Lee, entonces se impartían en el Capitolio y nunca más he sabido lo que es un ataque de asma. Ha sido ese el único deporte que he practicado y se ha convertido en centro de mi vida”.

Conoció allí de disciplina, consagración, respiración y cómo lograr un equilibrio entre la mente y el cuerpo. Cada hallazgo a las expresiones de la cultura milenaria china era una fascinación. Mas, las danzas autóctonas de esa nación la convirtieron en la única cubana de la que se tenga referencia que realiza la del pavo real.

“Me inserté junto a adultas mayores y así aprendí a dominar los abanicos. Luego, una profesora de ballet me enseñó ese baile tradicional chino. Aunque solo tengo 24 años, represento —pudiera decir— a la vieja guardia de quienes nos acercamos entonces a esa cultura”.

Espirituana de cuna, tras más de una década con dirección en La Habana, Jenny —como la conocen más allá de los documentos legales— regresó a la ciudad del Yayabo.

“Vine por un mes y ya son 10 años. Entonces, decidí unirme a los activistas de la Escuela Cubana de Wushu y Qigong de Salud de este territorio. Somos cuatro profesores masculinos y yo, la única mujer, porque desde siempre quise enseñar lo aprendido de niña”.

Con una constancia fiel y divididos por diferentes puntos de la añeja villa, próxima a cumplir 510 años, practicantes de todas las edades adquieren conocimientos generales del Wushu y se apropian de las técnicas de estilos como el Changquan, Taijiquan, Nanquan y Qigong. 

“Tuve en mi pensamiento concentrarme en la enseñanza de las danzas chinas. De ahí surge la idea de crear el proyecto Mulan Quan ECWQS: Liánhuá (flor de loto), al que pertenecen espirituanas con edades diversas”.

El Mulan Chuan es un arte estilizado y elegante, de movimientos delicados y armoniosos, basado en las danzas folklóricas chinas. Se fundamenta en la marcialidad del Tai chi Chuan, el adiestramiento de la respiración del Qi Gong y en la teoría filosófica y médica del Yin Yang.

“Es un arte marcial único en su clase porque es femenino, creado por la maestra Yin Meifeng, para homenajear a la heroína de guerra Hua Mulan, personaje conocido por la película de dibujos animados, la cual cuenta la historia de una joven que, disfrazada de guerrero, se une al ejército para reemplazar y salvar a su padre de ir a pelear contra los invasores nómadas”. 

Lucrecia Villafaña Pardo, una de las integrantes de la Escuela Cubana de Wushu y Qigong de Salud de Sancti Spíritus, no dudó en acercarse a las clases de Jenny. Ya no solo se asume como una admiradora de las danzas, sino que, poco a poco, aprende sus movimientos.

“Tengo 72 años de edad y desde que supe que ella asumiría ese reto me incorporé porque me encanta cómo se combinan arte, respiración, movimientos… todo con una belleza extraordinaria. El proyecto nos permite llegar a la armonía y paz interna, tan necesaria en estos tiempos. Nos queda mucho por aprender, pero es una excelente profesora con un carisma muy contagioso”.

Ella y las integrantes más entradas en años se dan cita dos veces por semana. A Jenny y sus alumnas se les ve ya sea en el Paseo de Colón o en el espacio público que se ubica entre la Parroquial Mayor y el hotel El Rijo, donde aprenden cómo dominar los abanicos y espadas.

“A las niñas las cito para mi casa, en espera de que podamos tener un día un local con condiciones para que aprendan la danza del pavo real”, acota Jennifer Haila, aún vestida con la saya de donde cuelgan plumas de la hermosa criatura que simboliza la santidad y la belleza en el mundo oriental.

En el medio del escenario, los brazos esbeltos marcan el ritmo que sigue la cintura flexible. Grácil postura de baile evoca la agilidad y magnificencia del pavo real. Un giro, otro y Jenny cae en el suelo con la saya abierta como si la hubiera acomodado. Pero, no ha sido posible, sus manos se movieron durante todo el tiempo como si fuese a alzar vuelo.

“Me han pedido desde otros territorios que les enseñe esa danza tradicional, la cual es complicada. Fíjate que no es lo mismo hacerla con el vestido que sin él, porque todo tiene un rol mientras bailas. Pero siempre dije: primero aquí en mi tierra, y luego podré llevarlo a otros lugares”.

Jennifer Haila Raya y Liz de la Caridad Ibarra, quien viste el traje con el que demuestra sus primeros aprendizajes de la danza del pavo real. (Foto: Cortesía de la profesora)

Liz de la Caridad Ibarra Martín tiene siete años y disfruta mucho cada encuentro del proyecto. Su vestido para demostrar cómo ha logrado dominar algunas de las complicaciones de la danza del pavo real fue hecho a la medida gracias a dos abuelas aliadas.

“En el proyecto está mi familia, que me apoya incondicionalmente. Entre mi abuela y otra integrante han cosido cerca de 10 trajes. Mi abuela los hace a mano porque ahora fue que le prestaron una máquina. Se ha pasado madrugadas completas para lograr que queden perfectos”, apunta Jennifer.

¿Qué aspira de este novel proyecto?

Sí, es muy joven. Su presentación oficial ocurrió en el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba como regalo especial al Día de las Madres. Y solo busco que muchas personas se sumen, se sientan complacidas y felices. Las más adultas me dicen que nunca imaginaron mover las caderas a sus edades y con las niñas anhelo que sostengan la tradición china y mantengan viva la danza que nos conecta con el espíritu del pavo real.

Soy exigente, les insisto en que tienen que salir bien en la escuela y tener un buen comportamiento en el hogar y el resto de la sociedad. La que incumpla con eso no va a las actividades donde nos presentamos. No puede ser diferente porque somos herederas de Hua Mulan, todas mujeres empoderadas.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

2 comentarios

  1. Bella iniciativa. Exitos a sus integrantes.

  2. Ha sido un sueño hecho realidad para las integrantes del grupo, mucho sacrificio, pero sería hermoso que contarán con un local, donde puedan continuar cultivando la herencia de Hua Mulan, sería bueno que los dirigentes de la provincia tanto gobierno, cultura y el inder apoyarán, poder rescatar las tradiciones chinas en la provincia sería un privilegio.

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