La larga historia de obstáculos del reloj público de Fomento

A punto de cumplir sus 83 años, es uno de los escasos relojes en Cuba que repiten la hora a los tres minutos, e indica, con una campanada, la media hora

El 1 de marzo de 1941 el reloj marcó, por primera vez, las doce campanadas. (Foto: Ángel Martínez Niubó)

En el corazón del municipio de Fomento se alza, imponente, el único reloj público de la localidad. Su llegada estuvo lejos de ser un camino fácil. Más de 10 años transcurrieron desde que se encargó a la Fábrica de Campanas y Relojes de Torre Roses Hermanos, en Valencia, hasta que por fin quedó instalado.

El Comité Pro Reloj Público, cuyo presidente era el sacerdote de la Iglesia Católica Teodoro de Manuel Sandoval, fue clave en este proceso, pues fue quien reunió las donaciones de los vecinos para hacer realidad este anhelado proyecto. A lo largo de los años, fueron varias las quejas y reclamos que el mencionado comité enviara a España por la tardanza en la entrega del reloj, que finalmente fue instalado en 1941, en la torre del templo católico del municipio.

1931: LA PRIMERA CARTA

El Comité Pro Reloj Público fue posiblemente creado entre diciembre de 1930 y enero de 1931, pues la primera carta que se conserva en los archivos de la Iglesia está fechada el 30 de enero de 1931 y proviene de Valencia. La carta responde a una comunicación enviada por el Comité a la fábrica española el 15 de enero de 1931, aunque de esa primera carta cubana no se han encontrado evidencias.

En la misiva proveniente de Valencia se agradece la atención del Comité y se adjunta un presupuesto por tres relojes de ocho días de cuerda, con tres campanas, esfera de cristal transparente, números rellenos y esmaltados, numeración árabe o romana, aro de hierro correspondiente para el sostén de la misma, agujas equilibradas, pesa, motor, cables metálicos, escuadras y engranes de ángulo. Los precios eran de 6 000, 4.5 000 y 3.5 000 pesetas según el reloj. La fábrica aseguraba la calidad y durabilidad de los productos, y daba fe de que los pedidos tardaban tres meses en ser entregados.

De la calidad del reloj nunca han existido dudas, pero esos tres meses se convirtieron en largos años de espera.

MARZO DE 1931

Ya en marzo, el Comité Pro Reloj Público había seleccionado un reloj y la respuesta de la fábrica —el 14 de marzo— no se hizo esperar: “El reloj que aludimos es de inmejorable calidad y muy esmerada confección, pues son de los llamados cronómetros por su exactitud en su funcionamiento. Están construidos a base de bronce y cobre de primera calidad, no teniendo competidores por su potencialidad y por la fuerza que desarrolla aun cuando desde luego puede haber alguna casa que los ofrezca algo más económicos”.

Carta de la fábrica de relojes y campanas de Torre, Valencia. 1931. (Foto: Archivo)

LOS FOMENTENSES DEPOSITARON TEMPRANO

El 16 de marzo de 1931, el párroco del pueblo obtuvo una carta del Royal Bank of Canadá sobre un giro de 4 000 pesetas retenido en el mencionado Banco a la espera de instrucciones. La carta se conserva aún en los archivos de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario, de Fomento. El 24 de abril, el Comité pidió depositar el dinero en España, pero no en la fábrica. Y para junio, los fondos ya estaban en España.

¡UN AÑO DESPUÉS! LA PRIMERA QUEJA

El 29 de marzo de 1932, el Comité Pro Reloj Público, ante la ausencia total de comunicación, escribe a España: “El comité no ha tenido el gusto de recibir respuesta a pesar del tiempo transcurrido”. Y mostraba su asombro porque todas las cartas anteriores eran respondidas con prontitud. En abril de 1932 llegó la respuesta española: “Perdone usted. hayamos demorado tantos días la contestación, ya que ello ha sido debido al estar muy atareados con motivo de la división de bienes de nuestra difunta madre…”. En esa carta, ¡un año después!, la fábrica pide a los fomentenses un dibujo del lugar en donde sería colocado el reloj y les solicita más detalles sobre la altura de su colocación. Rápidamente, apenas un mes después, el Comité envía a España detalles precisos de la altura y las escaleras internas, así como fotografías del lugar.

UN NUEVO SILENCIO: DICIEMBRE DE 1932

El 2 de diciembre de 1932, el Comité Pro Reloj Público, en la voz de su tesorero José Romero, y ante el silencio de la parte española, vuelve a escribir a los fabricantes: “es mi deseo terminar este asunto y dar cuenta a mis compañeros del estado en que se encuentra. Por su demora en atender esta orden recae sobre mí gran responsabilidad (…) les pido en detalle el estado en que se encuentra y responda cuando podemos contar con el reloj en la isla”. Con rapidez, el 20 de diciembre, la fábrica responde: “Lo tenemos todo completamente terminado y en periodo de observación, así como también las demás piezas accesorias, faltando únicamente la campana que si como confiamos la huelga de metalúrgico se ha solucionado, procederemos al embarque con destino a puerto de La Habana”.La carta señalaba los meses de enero o febrero de 1933 para el posible envío, pero evidentemente no ocurrió así.

1933: LA ESPERA CONTINÚA

Las cartas del Comité Pro Reloj Público de Fomento continúan saliendo para España. En junio hay otro reclamo. En diciembre hay otro: “en diciembre nos comunicaron que todo está terminado y en período de observación, así como todas las demás piezas y accesorios, faltando solamente la campana (…) y que a más tardar en enero o en los primeros días de febrero nos harían el despacho. (…) En Junio escribimos a ustedes sin tener contestación. (…) Para satisfacción del pueblo he dado a conocer a la prensa el contenido de sus cartas, pero vuelven a exigir a este comité que demande justicia en contra de ustedes”. La carta comunicaba a la fábrica que el dinero, ya depositado en España, no le sería entregada hasta tanto no se recibiera la documentación del despacho.

Tras un año de silencio, el 7 de noviembre llega, ¡al fin!, la primera carta proveniente de España: “Sabemos que ha de ser inútil le pongamos razonamientos por no haber realizado todavía el embarque, pero cumplimos con un deber de caballerosidad al hacer mención de lo ocurrido. Hemos tropezado con bastantes dificultades cuantas veces hemos intentado preparar el embarque. También influyó bastante en este retraso el fallecimiento de nuestro anciano padre. Hecho ocurrido en abril pasado y después lo muy atareado que estuvimos mientras se hizo la división de bienes, hasta el extremo de estar durante una temporada apartados de nuestros asuntos comerciales. (…) Créanos que somos los primeros en lamentar que hasta la prensa se haya ocupado de este asunto ya que ello, forzosamente, repercutirá en descrédito hacia esta, su casa”. 

1933-1934: AÑOS DE SILENCIO

En los archivos parroquiales del municipio no obran cartas sobre el intercambio, pero a juzgar por lo que ocurrió después, esos años fueron iguales: reclamos de una parte, justificaciones de la otra. El envío no se materializaba.

1935: LLEGA EL RELOJ A CUBA

Gaceta de la República, junio de 1936. (Foto: Archivo)

Por una carta del sacerdote del pueblo al presidente de la Comisión Técnica Arancelaria de Cuba, se conoce que el reloj llega a la isla ese año. En la carta —16 de diciembre de 1935—  se solicita al presidente de esa comisión que se exima al reloj de impuestos.

“Expongo a usted que por suscripción popular efectuada en el pueblo de Fomento ha sido adquirido un reloj de torre con sus accesorios y campanas con destino a la iglesia de esta población ya que es el único edificio público que hay en la localidad. Por el vapor Marqués de Comilla ha llegado a este puerto el día ocho de diciembre del actual, el referido reloj vendido por los señores Rosés Hermanos de Valencia, España. (…) El reloj viene envasado en dos cajas, (…) con un peso bruto de setecientos ochenta y tres kilos”. Lacarta pedía al presidente de la comisión técnica arancelaria que teniendo en cuenta que el reloj era de utilidad pública, fuera eximido de los derechos arancelarios.

Cinco meses después, el 19 de mayo de 1936, el presidente de la Comisión Técnica Arancelaria, Juan M. Barquín, escribe al sacerdote comunicándole que por acuerdo 11, de la sesión número 9 celebrada el 8 de enero, se acordó la exención de derechos para el reloj. El propio secretario hacía saber que el acuerdo se publicaría en La Gaceta Oficial de la República. Y en efecto, el 3 de junio de 1936, bajo el decreto 1504, la Gaceta de la República publica el acuerdo.

1941: SE COLOCA EL RELOJ

Desde su llegada a La Habana en 1936 hasta su colocación en la Iglesia en 1941 no hay registros detallados en los archivos parroquiales. A pesar de la falta de información sobre cómo y cuándo llegó el reloj, es lógico suponer que fue transportado a Fomento por vía ferroviaria y que se requirió un tiempo considerable para ensamblar y colocar todas sus piezas.

El tan esperado momento llegó finalmente el 1 de marzo de 1941, cuando el reloj marcó, por primera vez, las doce campanadas. El sonido resonó en todo el pueblo, marcando un hito en su historia y llevando consigo el eco de una odisea que había llegado a su conclusión. Actualmente, a punto de cumplir sus 83 años, vale recordar que es uno de los escasos relojes en Cuba que repiten la hora a los tres minutos, e indica, con una campanada, la media hora.

Ángel Martínez Niubó

Texto de Ángel Martínez Niubó
Poeta y narrador espirituano. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Autor de la novela Luzángela.

Comentario

  1. Tuve la oportunidad de subir a donde se encuentra y verlo funcionando gracias aun amigo que ya lamentablemente falleció, tremenda maquinaria y las pesas de la cuerda hay que subirlas con un winche de lo pesadas que son.

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