Otra lectura de las bibliotecas

Es imperativo que esas instituciones se transformen en centros culturales y educativos de carácter multifacético, donde los individuos tengan la oportunidad de reunirse e incluso interactuar de diversas maneras

Es imperativo que las bibliotecas se transformen en centros culturales y educativos de carácter multifacético, donde los individuos tengan la oportunidad de reunirse e incluso interactuar de diversas maneras. (Foto: Vicente Brito/Escambray).

Escribir sobre las bibliotecas implica, indudablemente, hacerlo desde la gratitud. ¿Existe alguien que en nuestro país no haya hecho uso de los servicios de una biblioteca? ¿Alguien no ha encontrado en la tranquilidad de sus estanterías el lugar ideal para dedicarse al estudio o cumplir con trabajos escolares?

Las bibliotecas no son, meramente, un lugar donde se alojan libros; son, además, creadoras de comunidad, espacios que acogen a personas de todas las edades y ofrecen desde literatura infantil hasta textos especializados de ciencia y tecnología.

Pero, ¿nos debemos contentar con esa única mirada en donde prime la gratitud y el reconocimiento? El futuro de las bibliotecas parece tomar múltiples dimensiones a medida que nos adentramos en un mundo cada vez más digitalizado y conectado. En ese sentido, vale hacer notar cómo en los últimos tiempos los usuarios de nuestras bibliotecas parecen mermar por días. Pero, ojo: las bibliotecas no son —ni pueden continuar siendo— las de hace 10 años atrás. Ni las bibliotecas, ni las bibliotecarias, ni siquiera las formas de promocionar un libro pueden ser ya lo que conocimos hace muy poco tiempo. Los usuarios —nosotros los usuarios— hemos cambiado.

Cierto que estas instituciones deben continuar fungiendo como espacios comunitarios indispensables, pero no deben limitarse a la oferta de libros exclusivamente. Es imperativo que se transformen en centros culturales y educativos de carácter multifacético, donde los individuos tengan la oportunidad de reunirse e incluso interactuar de diversas maneras. Eso, de cualquier forma, va a favorecer la lectura.

Las bibliotecas modernas —con un usuario que posee la tecnología en sus manos— han de proporcionar acceso a un diverso abanico de medios, que incluyen, claro está, tanto libros impresos como digitales. Más que eso, han de expandir su radio de acción e incorporar laboratorios de creación, ya sean estudios de grabación o zonas de trabajo colaborativo. No se le pueden pedir milagros a una biblioteca que, en los tiempos actuales, posee carencias de recursos tecnológicos. Los milagros van a ocurrir cuando esa biblioteca se acerque tecnológicamente a los usuarios. En nuestro país ya lo han hechos los bancos y otras instituciones… No es un logro imposible.

Cierto es que un celular no sustituye a la biblioteca ¡Claro que no, no lo hará nunca! Pero ahora mismo un usuario con un celular en las manos posee más posibilidades que muchas de nuestras bibliotecas y eso atenta contra el servicio que pueden ofrecer las mismas. Urge dotar esos centros con medios tecnológicos.

El alcance de las redes sociales y las plataformas digitales lo ha transformado todo. Las bibliotecas deben aprovechar las posibilidades que brinda el entorno digital para interactuar con su comunidad, crear contenido relevante y atractivo, y promover la lectura de manera más activa y dinámica. La pregunta reaparece: ¿poseen suficientes herramientas tecnológicas para hacerlo? ¿Está capacitado el personal para hacer uso de esas herramientas? Si la primera pregunta deja un vacío, la segunda queda condicionada a la primera carencia.

Es urgente pensar en la implementación de mecanismos de búsqueda en línea que ayuden a los usuarios a encontrar la información que necesitan de manera rápida y precisa. No recibimos a los usuarios de hace años atrás. Son otros. Son nuestras bibliotecas las que han quedado atrás. Si antes eran vistas como guardianas del conocimiento, encargadas de gestionar la colección y ayudar a los usuarios a encontrar lo que necesitaban, en la actualidad deben ser, además, expertas en tecnología, capaces de utilizar herramientas digitales y recursos en línea para proporcionar información y servicios de manera rápida y eficiente. Deben tener habilidades de gestión de datos, conocimiento del entorno digital y capacidad para navegar en un mundo en constante evolución.

Para seguir siendo relevantes, las bibliotecas deben invertir en plataformas digitales y servicios en línea que permitan el acceso remoto a su colección, ya sea a través de envío de libros electrónicos, audiolibros, revistas digitales, o invitaciones a clubes de lectura.

Nadie puede exigir, en un mundo tan cambiante y con bibliotecas carentes de recursos, que estas instituciones promuevan y originen los movimientos que lograban hace algunos años atrás. El milagro solo se hará posible si invertimos en ellas.

Ángel Martínez Niubó

Texto de Ángel Martínez Niubó
Poeta y narrador espirituano. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Autor de la novela Luzángela.

Comentario

  1. Felicitaciones por este magnífico artículo, que nos presenta una visión clara de lo que debe ser actualmente una biblioteca.
    Creo que los usuarios, todos nosotros, tenemos un rol importante en la realización práctica de esta idea. Nuestros aportes
    pueden ser de gran utilidad.
    Saludos y gracias.

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