Promover bien… o no hacerlo

El dinámico y cambiante escenario actual exige revisiones profundas de las estrategias de divulgación en las instituciones culturales

Promover las actividades en las redes permiten un mayor alcance, ya que se puede llegar a un público mucho más amplio y diverso. (Foto: Facebook).

No es muy difícil, si usted camina frente a una institución cultural, observar una cartelera que anuncia o promociona las actividades que tendrán lugar en ella. Tampoco es difícil, pienso, ver que muchas de estas carteleras carecen de estética o no transmiten la belleza que una promoción cultural necesita. Lo cierto es que, de promover mal, es preferible no hacerlo.

La falta de belleza, de estética y, sobre todo, de concepto en esas carteleras no solo afectan la percepción que el público posee de las actividades culturales, sino que también pueden generar una falta de interés y de apatía hacia los eventos. ¿Realizarán esas instituciones promoción de sus actividades en las redes sociales? Las redes permiten un mayor alcance, ya que se puede llegar a un público mucho más amplio y diverso. Además, ofrecen herramientas para segmentar la publicidad y dirigirla específicamente a las personas que poseen mayores probabilidades de estar interesadas en la cultura. Pero, ¿qué ocurre en las redes sociales? ¿se peca también contra la estética y el concepto?

Unos y otros sitios —los portales y los perfiles— pecan de lo mismo. Y la pregunta, claro está, asoma por sí sola: ¿quiénes son los encargados de promover en nuestras instituciones culturales? En esas plazas, como en todas, se requiere de un conocimiento. Las carteleras deben ser visualmente atractivas, concisas y fácilmente legibles. Deben presentar la información de manera clara y organizada, y —entre otros muchos elementos— lograr que la tipografía y los colores hayan sido cuidadosamente seleccionados. Solo así se transmite el carácter y contexto del evento. Pero, tristemente, no ocurre de esa forma: en los portales de nuestras instituciones y en los perfiles de sus redes sociales no siempre se promueve de la mejor manera.

Todo no puede quedar en “ofrecer un teléfono corporativo al comunicador para que realice la promoción”. El oficio, insisto, siempre va más allá. Cierto es que las redes suelen ser más atractivas, pues se pueden utilizar imágenes, videos y otros elementos visuales para captar la atención del público. Además, es posible aprovechar el potencial interactivo de estas por medio de los comentarios y las reacciones, pero, al ser de mayor alcance, los errores se pagan más caros. En las redes sociales, para nadie es un secreto, pululan fotos de mal gusto. Usted puede encontrar personas que parecen tener más interés en aparecer en la foto que el propio hecho de participar de una actividad cultural. Esa falta de originalidad me hace dudar, incluso, del evento que promueven.

Fue en el municipio Fomento, hace muy poco, donde una cartelera llamó profundamente mi atención. Se promovía al reguetonero Yomil y la cartelera en cuestión decía: “El patrón a seguir en concierto: Yomil Champions”. Ojo, los carteles van más allá de los diseños y de la tipografía. No solo es una presentación visual, muestran un texto que es portador de un mensaje. 

En el dinámico y cambiante escenario actual, resulta de vital importancia que aquellos sistemas y organismos vinculados a la difusión de la cultura lleven a cabo una revisión meticulosa y profunda de sus estrategias de promoción. Se han de repensar con un mayor enfoque en utilizar las redes sociales como herramienta principal.

Eso sí, insisto, se ha de tener en cuenta que una mala promoción puede generar los efectos contarios a los perseguidos. Necesitamos crear publicaciones atractivas, sin olvidar los valores que se quieren difundir.

Ángel Martínez Niubó

Texto de Ángel Martínez Niubó
Poeta y narrador espirituano. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Autor de la novela Luzángela.

Comentario

  1. Espero que la próxima feria del libro en SS no decaiga frente al actual escenario complejo.

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