En una sala donde los sonidos vitales se traducen en pitidos intermitentes, y donde cada gramo ganado es motivo de celebración, la doctora Yainara de Armas se mueve con la precisión de quien ha hecho de la esperanza una rutina diaria. Neonatóloga desde 2020, esta joven villaclareña encontró en la provincia Sancti Spíritus no solo su hogar adoptivo, sino también su verdadera vocación.
“Siempre me gustó la pediatría, pero cuando pasé por la rotación de Neonatología, algo me marcó”, recuerda Yainara con la serenidad de quien ha aprendido a respirar hondo ante el dolor. “Atender a un niño sano es hermoso, pero trabajar con los críticos… ahí es donde uno encuentra el verdadero sentido.”
Del aula a la sala de neonatología: un camino marcado por la vocación
Su historia comienza en Santa Clara, donde se formó como Médico General Integral. Fue durante una misión internacionalista en Venezuela donde concluyó su especialidad inicial. Al regresar a Cuba, el destino la llevó a Sancti Spíritus, enamorada de un médico espirituano con quien comparte no solo su vida, sino también una causa: salvar a los más pequeños.
En el Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, en un territorio que logró la tasa de mortalidad infantil más baja del país en 2024 —3.6 por cada mil nacidos vivos—, la doctora Yainara se convirtió en una pieza esencial de un engranaje donde la ciencia se mezcla con la empatía. Allí, en una sala que cuenta con 37 posiciones cuidadosamente diseñadas para cubrir desde la terapia intensiva hasta el método piel a piel, ella libra sus batallas más importantes.
Una de ellas tiene nombre propio. O, mejor dicho, dos.
Salvar cuando todo parece perdido
“Ahora mismo estoy viviendo una de las historias más duras y conmovedoras de mi carrera”, confiesa. Se trata de gemelas nacidas con apenas 28 semanas de gestación. Las niñas son hijas de Keyli González y Yorley Pérez, familiares cercanos de una amiga suya. Pero más allá del vínculo personal, lo que hace excepcional este caso es el contexto.
“Ya habían perdido un bebé a término por una preeclampsia. Cuando supe que era esta familia otra vez… fue muy impactante. Una de las gemelas estaba en estado crítico, extremadamente crítico. Llamaban llorando. Fueron días muy duros.”
Los recuerdos se le agolpan en la voz, pero el rostro de Yainara se ilumina cuando habla del presente. “Han pasado 37 días. Las niñas están evolucionando, ganando peso. Ya los padres pueden hacer el método canguro. Hay esperanza.”
Este método, basado en el contacto piel con piel entre el familiar y el bebé en posición canguro, que además facilita la lactancia materna y permite que padres y madres como Keyli y Yorley puedan sostener a sus hijas sobre el pecho desnudo, estabilizando sus signos vitales y fortaleciendo el vínculo afectivo. Es una práctica promovida por el servicio de neonatología del hospital espirituano y apoyada por UNICEF que, en 2024, contribuyó al fortalecimiento de 22 servicios de neonatología en todo el país, beneficiando a más de 31.000 recién nacidos.
“Lo más difícil de esta especialidad es que no solo trabajas con bebés. También lo haces con familias rotas por la incertidumbre. Tienes que ser médico, pero también psicóloga, amiga, consuelo”, asevera Yainara.
Una sala donde la vida se defiende con ciencia y humanidad
En el hospital “Camilo Cienfuegos”, la realidad habla por sí sola. Con una tasa de supervivencia del 98 % en pacientes graves y del 95 % en pacientes ventilados durante 2024, este centro demuestra que, incluso con recursos limitados, la entrega y la preparación del equipo médico marcan la diferencia . Cada mes más de 100 recién nacidos ingresan en su sala de neonatología. Detrás de cada uno de ellos hay una historia. Y detrás de muchas de esas historias, está la doctora Yainara.
A pesar de la carga emocional y física, ella no se detiene. “No somos máquinas. Cuando uno de los bebés empeoró, me llamaron llorando. Y en ese momento no me vi como médico, me vi como parte de la familia.”
UNICEF también ha estado presente en ese esfuerzo, no solo a través de equipamiento como incubadoras, mantas térmicas o mesas de reanimación, sino también mediante la capacitación de 455 profesionales, entre ellos 222 mujeres, para reforzar sus habilidades en la atención de neonatos prematuros o con bajo peso.
Volver a elegir: una vida entregada a los recién nacidos
Cuando se le pregunta si volvería a elegir esta especialidad, su respuesta es clara: “Me siento feliz con lo que hago.” Historias como la de la doctora Yainara de Armas son testimonio de que la vocación no entiende de fronteras ni horarios. Ella eligió la vida y, cada día, en esa sala donde todo empieza, la defiende con amor, ciencia y humanidad.
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