De casta le vienen el ritmo, la entonación y afinación. Hija de padre melómano, no pudo ser diferente. Cuando cursaba el segundo grado cruzó el umbral de la otrora Escuela Elemental de Música Ernesto Lecuona. Desde el primer momento supo que había llegado a su lugar. Echó raíces y creció. Desde entonces, Dayimí Contreras Berroa no se encuentra fuera del medio artístico.
“Mi papá, Juan Contreras, es un músico frustrado como decimos en casa. Nos inculcó a mi hermana Carmen, violinista profesional, y a mí el amor por las melodías. Aunque, para ser sincera, tuvimos el apoyo de la familia toda, los Berroa, como nos conocen en los Olivos I, de la ciudad de Sancti Spíritus”.
Después de conquistar al piano o dejarse conquistar por él —ya a esta altura de su vida no importa—, esta joven yayabera se aventuró en un proyecto que la terminó de catapultar hacia el lugar exacto donde se siente como pez en el agua.

“En la Enseñanza Elemental tuve magníficos profesores y preparación. En el 2000, empezó la Escuela de Instructores de Arte Vladislav Volkov, resultado de un proyecto precioso de nuestro Comandante en Jefe. Hacia allá me fui. Cuatro años después, formé parte de su primera graduación. Fue una etapa especial, de muchos aprendizajes”.
Sin proponérselo, tras el egreso Dayimí se encontró con sus raíces. Laboró durante cinco años en la institución educativa Remigio Díaz, donde estudió en sus primeros años.
“Ya luego me inserté en el sistema de Casas de Cultura y aquí estoy”.
¿Por qué seguir cuando tantos instructores han decidido conquistar otros horizontes?
“Quienes realmente me conocen saben que me gusta mucho trabajar con los niños. Disfrutaba mucho de cómo mi profesora Marlene Vega impartía sus clases. Incluso, en la Escuela de Instructores asumí el reto de alumna cooperante y ayudé a formar a mis propios compañeros. Así que hoy te puedo decir que es mi mundo, es lo que me gusta, el trabajo coral o solista con los pequeños”.
Su realización profesional y personal que crece cada tarde en la sede de la Colmenita Dueños de la Felicidad, ubicada en el Kilo-12, de la ciudad espirituana. La algarabía de 47 menores de edad forma parte del diarismo de esa comunidad.
“Estuve esperando mucho tiempo por un proyecto así. Cuando Dayana Bernal, a raíz de su experiencia como madre de una pequeña que concursó en el programa La Colmena TV, me propuso acompañarla en esta aventura no dudé en aceptar. Llegó la covid y fue muy duro para todos. Hicimos un stop aparente porque logramos cositas en las redes sociales.
“Este trabajo es fuerte. Precisa de mucha consagración, sensibilidad, mucho sacrificio, porque son horas y horas para que todo quede bien. Y todo ello, no es solo de nosotros los profesores sino de los niños y sus familias, sobre todo en estos tiempos tan difíciles. Tarde por tarde con lámparas y bocinas recargables nos encontramos para ensayar y los fines de semana salimos a presentarnos. Este verano llegaremos a varios municipios”.
Por cuestiones de la vida, Dayimí Contreras quedó al frente del proyecto. Pensó no poder. Mas, abrazos y frases de aliento de quienes, como ella, encuentran el paraíso en ese mundo de fantasía devinieron sostén.
“Ahí incorporo al profesor de Danza, Ulises González, y, después, a Ángel Luis Fardales, quien ya no está. Somos un equipazo, sobre todo porque cuento con un grupo de madres que son nuestras manos derechas, sin ellas nada sería posible. En el nivel que estamos, a las puertas de cumplir siete años, el venidero 8 de septiembre, las familias son parte del staff”.

¿Qué tiene la Colmenita espirituana que la distingue del resto?
“Presentamos espectáculos variados, donde lo tradicional espirituano no puede faltar. Después de la etapa estival, nos enfocaremos en una obra escrita por Eliene Fonseca y Carlos Manuel Borroto sobre los coros de clave que será muy bien aceptada.
“Trato cada día de inculcarles a mis colmeneros, además del arte, que sean mejores personas, tengan valores, disciplina, que se alejen de las tecnologías para que disfruten a plenitud una etapa tan especial como es la niñez”.
Particularidades que se vislumbran sin ser expertos más allá de los escenarios. Todavía, esta joven instructora de arte transpira los nervios cuando recuerda el más reciente reconocimiento entregado a la Colmenita.
“Fue en Santa Clara, durante una reunión regional con líderes de proyectos e intelectuales. El ministro de Cultura Alpidio Alonso Grau nos confirió ese premio que significa mucho para todos”.
DIRECTORA-MAMÁ
El vocablo familia corre fresco cuando Dayimí Contreras Berroa dialoga; no solo por el respaldo de la casa y su team colmenero, sino porque desde hace 13 años Anyelina de la Caridad, su hija, le acompaña.
“Es una niña en situación de discapacidad. Desde los nueve meses usa una prótesis en su pierna izquierda. Muchas personas me hablaron de la silla de ruedas, de necesitar atención psicológica, pero me dije: si tengo los conocimientos como instructora de arte, soy la mejor persona para que mi hija se inserte a la sociedad”.
Taller a taller, la pequeña ha moldeado los genes artísticos. No hay un rincón de la Casa de Cultura Osvaldo Mursulí que no conozca y que ella no haya descubierto. La Colmena Dueños de la Felicidad también ha sido esencial en su crecimiento.
“Me da mucha gracia cuando en los ensayos o presentaciones me dice profe. Sé que soy exigente porque me gusta que estén bien enfocados. Hemos participado juntas en festivales artísticos de la Asociación Cubana de Personas con Discapacidad Físico-Motora, (Aclifim) y siempre se sorprenden por sus habilidades, sobre todo en el baile. ¡Es un espectáculo! Quiere ser instructora y ahí estará mamá para apoyarla”.
¿Habrá profe Dayimí por mucho tiempo?
“Por el momento no tengo fecha límite: hasta que me dé la vida, me de fuerzas y apoyo mi familia colmenera. No quisiera que el proyecto desapareciera porque se ha convertido hasta en escuela. Ojalá sea cada día mucho más grande y que en el futuro se hablara con orgullo de los Dueños de la Felicidad”.
Merecido homenaje este trabajo a la profe Dayimi. La conozco aún desde camagüey, tengo una nieta en su colmena, y se de su consagración y el respeto y cariño que brota de sus niñas y niños. Por más exitos
Muchas felicidades para ese bello equipo de abejitas. Sabido es el sacrificio que implica el logro de cada presentación por parte de su directora, padres y de los niños y niñas que lo entregan todo en cada momento a escena. Merecido el premio y que ojalá se traduzca en mayor reconocimiento por parte de autoridades y pueblo en general.