La vida aborda y se apaga. El tiempo enseña y concluye. Las pasiones llegan y también se marchan, como la lluvia, incluso como los mejores amigos. Los caminos empiezan y terminan. Varios nos enlazan para siempre. Nos convierten en felices y esforzados esclavos sentimentales.
Me pregunto si Serguey Torres compartirá mi reflexión. A golpe de paletadas, cargadas de buenas dosis de esperanza, sacrificio y ambición, e incluso tormentas en contra, se encumbró en la historia del deporte cubano.
Su título olímpico en Tokio 2020 junto a Fernando Dayán Jorge en la canoa biplaza a mil metros, coronó un recorrido repleto de podios en Campeonatos Mundiales, Copas del Mundo, Juegos Panamericanos y Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Luego de su retiro un montón de cosas desfilaron por su mente, algo lógico luego de más de 20 años vinculados a un esfuerzo supremo, Sin embargo, algunos amores jamás nos dejan, aun cuando se intenta guardar distancias, con su peculiar inteligencia nos abrazan con más fuerza.
¿No es verdad, Serguey?
“Actualmente soy entrenador principal de la selección nacional de la canoa masculina. Es un honor luego de 24 años en esta disciplina, un sueño. Siempre deseé luego de mi retiro seguir ligado a mi especialidad y afortunadamente se ha dado.
“Hemos contado con grandes entrenadores, su aporte no se olvida. Mi idea es ser útil al deporte cubano”, enfatizó.
“La transición de atleta a entrenador es un cambio de rol. Lo llevo bien, soy joven, pero los años de experiencia sin duda deben ayudarme a salir adelante.
“Tenemos fortalezas. La experiencia adquirida por la familia de la canoa pesa. Es un camino hecho, sabemos lo que hay que mejorar, eso ayudará para los propósitos que tenemos y en las que soy muy optimista. Ser positivo es una de mis armas”, apuntó.
“Vivimos tiempos complicados que afectan al deporte y su desarrollo, los deseos no nos faltan. Aceptamos los retos y los asumiremos como hacemos los cubanos.
“Sueños tengo muchos, como preparador me encantaría que otro canoísta lograra el de ser campeón olímpico como lo hice yo. Esa es una meta que la vida me ha dado la posibilidad de intentarla. Trabajar por algo así sé que será muy difícil, pero los que me conocen saben que soy obsesivo cuando me trazo un objetivo y este es uno de ellos”, acuñó.
Para muchos, ciertas aspiraciones a menudo se convierten en gigantes difíciles de vencer, en figuras invisibles que se desvanecen al intentar asirlas. A veces, su consecución no depende solo del empeño ni de la voluntad, sino de fuerzas en ocasiones inexplicables, que pocos pueden revelar y superar. ¿No es cierto, Serguey Torres?
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