Monumento nacional Patrimonio de la Humanidad

La torre del antiguo ingenio azucarero San Alejo de Manaca, fue mandada a construir por Alejo María del Carmen Iznaga y Borrell hacia los años finales de la década del 20 o principios del 30, en el siglo XIX.

Constituye en sus 43,5 metros de altura, una obra notable por su calidad técnico–constructiva, donde se concilian el sabio ordenamiento de su quehacer arquitectónico popular y anónimo, con los gustos más refinados del hacendado azucarero.

Torre Manaca IznagaHoy, la Torre de Manaca, ha devenido testimonio, no sólo de un mundo azucarero desaparecido, sino también de lo trinitario, pues como tal ha sido seleccionada de manera espontánea por generaciones, y escogida como elemento que amerita ser conservado por valores que incluso trascienden su función primitiva.


 

Torre Manaca Iznaga, un ejemplo de tradiciones cubanas

 

PATRIMONIO de SANCTI SPÍRITUS


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TORRE MANACA IZNAGA

A casi dos siglos de su construcción, la torre de Manaca Iznaga, signo monumental en el Valle de los Ingenios, de la villa cubana de Trinidad,  continúa desafiando las embestidas del tiempo y del hombre.Cuando Don Alejo María del Carmen Iznaga y Borrel en los albores del siglo XIX decidió interrumpir la monotonía del batey con una provocadora torre de ladrillos de 45 metros de altura, difícilmente haya pensado que casi dos siglos después su obra iba a ser mucho más admirada que en aquel entonces.

La torre de Manaca Iznaga, nombre con el que ha pasado a la posteridad esta joya de la arquitectura local, devendría símbolo arquitectónico-cultural de una región, que entre 1790 y 1846 alcanzaría producciones récord en más de medio centenar de fábricas de azúcar.

La solicitud formal de Manuel Tellería al cabildo trinitario para erigir un ingenio de hacer azúcar y miel en los terrenos del corral Manaca constituye la primera noticia documental sobre una industria que primero se llamaría Manaca Tellería y tiempo después de San Francisco Javier.

Estudiosos locales han logrado precisar que en 1795 Pedro José Iznaga y Pérez de Vargas Machuca adquiere la propiedad por 24 000 pesos, que en 1831 heredaría su hijo Don Alejo, quien venía administrándola desde años atrás.

Al morir este, en 1845, su viuda Juana Nepomuceno pide tasación de bienes y un inventario de haciendas, en el que ya se registra la famosa torre, al parecer, edificada en unos 15 años, entre 1814 y 1830.

Si bien existe consenso en la fecha de construcción de la torre, las causas de su origen todavía se discuten. Versiones folclóricas hablan de una apuesta entre Don Alejo y su hermano: el primero procurando la celebridad a costa de la altura de su torre y el segundo mediante la profundidad de su pozo.

Otras interpretaciones le atribuyen un fin utilitario en tanto desde su cima se podían avistar los barcos piratas por la costa sur y establecer permanente vigilancia sobre las extensas plantaciones para mantener a raya los incendios, las fugas de los negros o las frecuentes revueltas de la masa esclava.

La edificación de la famosa torre de Manaca Iznaga, parece estar más asociada al placer de la ostentación que a los fines meramente pragmáticos que con frecuencia se le atribuyen.Algo también resulta muy lógico: a juzgar por sus valores estéticos, la edificación de la famosa torre de Manaca Iznaga, parece estar más asociada al placer de la ostentación que a los fines meramente pragmáticos que con frecuencia se le atribuyen.

Don Alejo hizo levantar su proyecto con una sólida estructura repartida en siete niveles de formas geométricas que transitan desde el cuadrado hasta el octógono, con arcos espaciosos y una escalera interna desde la base hasta lo más alto.

La obra está edificada con ladrillo de barro y un mortero tradicional de cal y arena, al parecer procesado durante meses, todo lo cual, unido a la ingeniosidad de sus fabricantes, la ha dotado de una envidiable resistencia.

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En todo este tiempo la reliquia ha escapado increíblemente a rabos de nubes, coléricas tempestades, movimientos telúricos, tornados, huracanes y por supuesto a la voracidad de la intemperie y de los humanos.

El monumento ha saltado de siglo en siglo y, según expertos en el tema, hoy está reconocido como el mejor exponente de las torres vigías construidas en nuestras tierras.

Hace unos 20 años la torre recibió los beneficios de una restauración que le devolvió la seguridad de sus pisos de madera, mejoró el estado de la escalera, las barandas y su presencia en general, todo lo cual la ha convertido en atracción turística permanente y en un envidiable mirador del Valle de los Ingenios, reconocido por la UNESCO desde 1988 como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

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