La bayamesa es única (+fotos)

Fotocopias de presuntas partituras originales del Himno Nacional de Cuba, que fuera cantado públicamente por primera vez hace 150 años en Bayamo, no encuentran crédito entre los historiadores y expertos del patrimonio

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La Fiesta de la Cubanía, celebrada cada año en Bayamo, tiene como clímax el 20 de octubre, cuando se cantó por primera vez en público el Himno Nacional.
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La Fiesta de la Cubanía, celebrada cada año en Bayamo, tiene como clímax el 20 de octubre, cuando se cantó por primera vez en público el Himno Nacional. (Foto: La Demajagua)

Ni la tonalidad amarillenta del papel sedujo al historiador manzanillero Delio Orozco González. Sin mucha resolución, una pareja de jóvenes había decidido tocar la puerta de su casa no con las pretensiones de consultarle determinada información sobre la industria azucarera en la región, José Martí y, menos aún, acerca del órgano oriental.

Orozco no recuerda el día exacto de la visita no anunciada; pero fue este año. Los forasteros le dijeron que habían visto en Internet su artículo “Notas para repensar el Himno Nacional de Cuba: La bayamesa”. O sea, estaban en el lugar indicado para que el estudioso le autentificara o no aquella supuesta circular fechada el 25 de octubre de 1868, firmada, presumiblemente, por Pedro (Perucho) Figueredo Cisneros y Carlos Manuel de Céspedes.

Bastó que el investigador le echara una mirada al escrito de arriba abajo y de lado a lado.

—Esta copia es apócrifa, les soltó a rajatabla.

No sé si la pareja de marras tenía incorporado ese adjetivo en su diccionario personal; mas, el acento con que lo profería Orozco González confirmaba lo que quizás sabía de antemano los jóvenes: el documento era falso. Solo un huérfano de conocimientos históricos podría tragarse el embuste: ¿qué hacía estampado allí el cuño de la República en Armas, constituida más de seis meses después en Guáimaro, Camagüey?, por apenas citar un anacronismo verificado en el pliego.

—Déjeme una copia digital para evaluarla.

—No, no. Mire, mire, nos vamos, intentó justificarse el joven.

Y ojos que te vieron ir…

 EN LA AGENDA DE ESCAMBRAY

De 2015 a 2016, Escambray publicó cinco artículos relacionados con el Himno de Bayamo, del narrador y ensayista fomentense Pedro de Jesús López, que giraban, entre otros aspectos, en torno a cuándo los cubanos alcanzaron el consenso de que debía considerársele nuestro Himno nacional; cuándo se le instituyó, legalmente, en cuanto tal, y cuál es la letra oficial de la marcha. En más de uno de esos textos, el autor, Premio Alejo Carpentier, sostiene que de puño y letra de Perucho Figueredo solo se dispone del autógrafo que regalara el bayamés a Adela Morell en 1869.

A raíz de la salida a la luz pública de esas propuestas periodísticas, un anticuario o coleccionista privado espirituano entregó en nuestra Redacción la fotocopia de una circular impresa fechada el 25 de octubre de 1868, rubricada supuestamente por Figueredo, Céspedes y otros patriotas, al parecer similar a la presentada por los jóvenes al historiador Delio Orozco este año.

Hay más: otro anticuario, también residente en nuestro territorio, poseedor en un momento determinado del presunto original de la referida fotocopia, aspiró a venderlo al Museo Provincial General de Sancti Spíritus a mediados del 2017. Según manifestó el propio dueño a este reportero, él envió dicho documento hacia Bayamo a través de un intermediario para que lo llevara a alguna institución de Cultura.

Pero el intento de venta en Sancti Spíritus quedó truncado. “El documento era falso”, aclara Anait Gómez Hernández, directora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural (CPPC), quien añade una certidumbre: la adquisición de cualquier pieza por la institución pasa necesariamente por un riguroso proceso de autentificación, en primer término, debido al respeto a la verdad histórica y, en segundo, porque el presupuesto destinado a tales fines se valora centavo a centavo.

“Nos extrañó que un documento tan valioso y de hace tantos años se pretendiera vender ahora; inclusive, que no se llevara a Bayamo. Se realizaron consultas con el Historiador de esa ciudad, con Patrimonio de Granma —si era el original, allí debía encontrarse por motivos obvios—, con la Unión de Historiadores, el Instituto de Historia”, adiciona Gómez Hernández.

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Cuadro de Perucho Figueredo expuesto en la Casa de la Nacionalidad Cubana, de Bayamo.

¿Ustedes le comunicaron al coleccionista sobre la falsedad del documento?

“Se lo devolvimos y le dijimos por qué era falso. Y la información se circuló a otros lugares del país para que no se fuera a comprar”, alerta la directora del CPPC.

Casi al darle una vuelta de hoja al tema, el mismo coleccionista espirituano que se personó en Escambray para dejar una fotocopia de la mencionada circular impresa llegó con otra, esta vez de un supuesto documento manuscrito, contentivo de la partitura de La bayamesa.

¿Qué le conduce a suponer que es auténtico?

“Porque tiene tinta; está hecho a mano. Es un himno diferente, más largo (posee tres estrofas); está rubricado por todos los generales allá en Bayamo”, argumenta el anticuario que prefirió el anonimato.

El coleccionista expone, igualmente, que compró dichos papeles y otros más a una señora, ya fallecida, que se dedicó a la atención de un sobrino nieto del mayor general y luego presidente de la República, José Miguel Gómez, quienes residían en una antigua casa en el barrio de Jesús María, al parecer propiedad del mambí.

Según el entrevistado, en enero del 2016 las autoridades le decomisaron en Sancti Spíritus la partitura del himno, dos cartas de José Martí a Serafín Sánchez, una Constitución de Guáimaro  impresa…

Entre mis manos, la fotocopia con ese Himno de Bayamo. Me intentan seducir la tonalidad amarillenta de las tres hojas, los rasgos antiquísimos de la letra, los bordes roídos por decenas de años. ¿Será auténtico?, me martilla la duda, en tiempos en que suelen ingresarse a Cuba, desde Estados Unidos,  remedos de documentos, según la historiadora de la ciudad de Sancti Spíritus, María Antonieta Jiménez Margolles (Ñeñeca). Al menos, por ahora, no me queda otra opción que seguir con el teléfono a cuestas.

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Documento original de La bayamesa, atesorado por el Museo Nacional de la Música, de La Habana. (Foto: tomada de Internet)

HASTA QUE SE PRUEBE LO CONTRARIO

“No se puede juzgar por una fotografía. No hablo ya de una cámara, con un celular, con Photoshop se hacen maravillas”, advierte desde La Habana el doctor Jesús Gómez Cairo, al frente del Museo Nacional de la Música.

Dicha institución atesora la única partitura original —conservada y documentada—, de puño y letra de Perucho Figueredo, específicamente la reescrita por él en noviembre de 1869 a solicitud de una de las hijas del propietario de la finca Santa María de Morell, Camagüey: la señorita Adela Morell, quien la donaría en 1912 al Museo Nacional.

“Durante el incendio de Bayamo (enero de 1869) se perdieron muchos documentos; del autor del himno se quemó hasta su partida de nacimiento”, rememora el musicólogo Gómez Cairo.

“No es imposible que haya otro original de La bayamesa, dibujado, letrado y autografiado por Perucho Figueredo; pero hasta que no lo vea, que lo pueda analizar con el rigor necesario, no puedo afirmar que haya otro que no sea el que tenemos aquí”, enfatiza el especialista.

TRAZOS DE UN HOMBRE

Lo ha sostenido el narrador, ensayista y poeta Miguel Barnet: “Hay ciudades en las que cabe un país. Una de ellas es Bayamo”. Es el Bayamo donde hace 150 años en la plaza de la iglesia la muchedumbre enardecida cantó La bayamesa, como Delio Orozco recomienda llamar a la marcha patriótica, por una cuestión de justicia histórica hacia su autor, quien la denominó así.

Por ética, ¿a alguien le asiste el derecho de medrar a la sombra de la legitimidad de un documento, que no solo pertenece a Bayamo, sino a la nación completa?

La posibilidad de que exista otro original del Himno Nacional pervive. No obstante, sin la evidencia concreta todo se limita a la conjetura. Así lo consideran los especialistas y directivos consultados de Patrimonio Cultural de Granma, de la Casa de la Nacionalidad Cubana y del Museo Provincial General Manuel Muñoz Cedeño, todos de la provincia oriental. En esos centros ninguna institución o persona, en lo individual, ha colocado un pie para donar o vender otro original de La bayamesa, con los trazos irrepetibles de Perucho.

Trazos del hombre que —relatan— solicitó un coche para ir hasta el pelotón de fusilamiento al verse impedido de caminar por sus lastimados pies, en el Castillo del Morro, de Santiago de Cuba, el 17 de agosto de 1870.

A contrapelo del pedido del insurrecto, un oficial español optó por brindarle otra bestia. “No seré el primer redentor que cabalgue sobre un burro”, le ripostó Perucho. Después, azotó la tempestad de disparos sobre su pecho, y de los ojos miopes del patriota se fueron desvaneciendo, en lontananza, la plaza de la iglesia y la muchedumbre entonando su marcha guerrera.

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Monumento dedicado al autor del Himno Nacional en Bayamo, Granma. (Foto: Ismael Francisco)

Enrique Ojito y Luis Herrera

Texto de Enrique Ojito y Luis Herrera

Comentario

  1. Gracias por este magnífico y esclarecedor texto. Tal empeño merece ser reconocido.

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