España ovaciona documental cubano sobre Chernobyl

El filme ha sido aplaudido en varias ciudades españolas como Córdoba, Valencia, Asturias y Madrid

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Durante su estreno en Madrid, Sacha, un niño de Chernobyl, despertó expresiones de admiración hacia Cuba. (Foto: PL)

En un recorrido que abarca varias ciudades españolas como Córdoba, Valencia, Asturias y Madrid, el documental cubano Sacha, un niño de Chernobyl ha sido ovacionado por miles de espectadores.

Su codirectora, Maribel Acosta Damas, dijo a Prensa Latina que ha sido muy emocionante la recepción del filme de 39 minutos, el cual tuvo también en la realización al experimentado Roberto Chile.

El material audiovisual fue producido por Resumen Latinoamericano y del Tercer Mundo y Graciela Ramírez. “Estas son las primeras presentaciones ante público y con parte del equipo de realización del documental, que se produjo, en gran parte, en medio de la pandemia”, comentó Acosta Damas.

Se ha proyectado en la televisión en Cuba, en Ucrania y Estados Unidos, entre otros países. Durante su estreno en Madrid, Sacha, un niño de Chernobyl despertó emociones fuertes y expresiones de admiración hacia Cuba.

Acosta Damas, doctora en Ciencias de la Comunicación, profesora y periodista de larga experiencia, detalló que la idea del documental surgió a partir de su encuentro en 2015 con la artista peruana Sonia Cunliffe, quien decidió llevar el tema a una exposición en Lima un año después.

“Fue una suerte de inspiración que me hizo investigar acerca de los 26 000 niños de Ucrania, Rusia y Belarus que recibieron tratamiento gratuito en Cuba después del accidente nuclear de Chernobyl”, explicó.

El punto de partida del documental es la historia de Olexandr Savchenko, Sacha, quien llegó a Cuba con un año junto a su madre Lida, luego de la explosión de la Central Electronuclear Vladimir Ilich Lenin, de Chernobyl, el 26 de abril de 1986.

Sacha, quien vivía en Chernigov, un poblado del campo ucraniano cercano a la zona del accidente, enfermó y, ante la falta de diagnósticos certeros en su país, su madre decidió llevárselo a Tarará, un campamento infantil al borde de un balneario al este de La Habana.

Una historia con final feliz, como la inmensa mayoría de los infantes que recibieron tratamiento en Cuba durante 21 años. La mejor prueba, el agradecimiento eterno de los ucranianos, como constató Acosta Damas cuando fue a filmar en esa nación.

(Con información de Prensa Latina)

Redacción Escambray

Texto de Redacción Escambray

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