

La quiebra económica de mediados del siglo XIX y el casi total aislamiento geográfico de la ciudad, contribuyeron a la conservación del conjunto.
Sin recursos con que modificar su fisonomía original, aislada dentro de la Isla y sin contactos con el exterior, Trinidad se detuvo en el tiempo, por lo que ha llegado hasta nuestros días como un excepcional testimonio del apogeo de una época que marcó en la historia de la industria azucarera su sello de identidad.
Ver además…
La Trinidad, villa enigmática
Trinidad exhibe su huella arqueológica
Reabren museo de Arqueología de Trinidad
Trinidad no espera milagros
Desnudos de San Isidro
Arqueólogos trinitarios intervienen en ruinas de antiguo ingenio
Trinidad se retoca para su medio milenio
Movimiento popular a favor de la preservación del patrimonio trinitario