¿Con z o con s?

Hay palabras que se usan únicamente en la oralidad cotidiana. Y si fuéramos a emplearlas en un chat, un tuit, un SMS, una simple nota manuscrita, un texto periodístico o una obra literaria, su ortografía nos haría dudar porque nunca, o muy pocas veces, las hemos visto representadas gráficamente. Un

Hay palabras que se usan únicamente en la oralidad cotidiana. Y si fuéramos a emplearlas en un chat, un tuit, un SMS, una simple nota manuscrita, un texto periodístico o una obra literaria, su ortografía nos haría dudar porque nunca, o muy pocas veces, las hemos visto representadas gráficamente.

Un ejemplo es blancuzo, vocablo que alude, casi siempre de modo despectivo, a lo blancuzco o blanquecino. No está en el Diccionario de la lengua española (DLE) ni en la tercera edición del afamado Diccionario de uso del español, de María Moliner, que es de la que dispongo. Y a pesar de ser una unidad léxica propia de nuestra variedad insular de lengua, tampoco se halla en la lexicografía cubana de autor que tengo a mi alcance, salvo en el Nuevo catauro de cubanismos, de Fernando Ortiz, y en El habla popular cubana de hoy, de Argelio Santiesteban. En ambos repertorios se registra como blancuso, con s, al contrario de blancuzo, con z, forma que adopta el Diccionario ejemplificado del español de Cuba (DEEC). Una decisión salomónica toma, por su parte, el Diccionario de americanismos (DAMER), donde se legitiman las dos formas por igual.

Otro tanto ocurre con encueruzo y dientuzo (o dentuzo). El diccionario académico y el de Moliner ignoran su existencia; y las contadas obras lexicográficas que las incluyen optan, en su mayoría, por la s: encueruso y dientuso. En cuanto a la última, el DAMER acepta la alternancia dientuzo ~ dientuso, a semejanza de blancuzo ~ blancuso.

Cientos de palabras en español poseen variantes gráficas. Las alternancias de s y z, por ejemplo, se verifican en bisnieto ~ biznieto, bizcocho ~ biscocho, mezcolanza ~ mescolanza, zonzo ~ sonso, parduzco ~ pardusco, verduzco ~ verdusco, etc., pares cuyas primeras formas ─de acuerdo con la Ortografía de la lengua española y el DLE─ son las preferidas, si bien ambas se estiman correctas.

¿Sería aconsejable, sin más, añadir a esta lista blancuzo ~ blancuso, dientuzo ~ dientuso y encueruzo ~ encueruso? Si así se procediera, ¿cuáles de esas formas, las de s o las de z, quedarían indicadas como preferibles? ¿O se haría lo que el DAMER, no establecer prelaciones?

El único sonido silbante que los cubanos articulamos es el correspondiente a la letra s, que no distinguimos del que representa la z para una minoría de hispanohablantes. Considerando que encueruzo y dientuzo, al igual que blancuzo, son realizaciones exclusivas del léxico de nuestro país, resulta lógico postular la s como grafía idónea para la escritura de las tres: encueruso, dientuso, blancuso. (Este ─supongo─ es el criterio que siguen Ortiz y Santiesteban.)

Cabe, sin embargo, razonar que blancuzo se origina por la elisión de la consonante velar en el segmento –uzco, presente en blancuzco y en otros vocablos como negruzco y blanduzco. Desde el punto de vista de la estructura o morfología de la palabra, por tanto, la z constituiría la única grafía legítima. (¿Será este el fundamento de la propuesta ortográfica que hace el DEEC?)

Pero tal análisis no es aplicable a dientuzo ~ dientuso y encueruzo ~ encueruso. Provenientes de dientudo y encuerudo ─según la información suministrada por Esteban Pichardo, José García de Arboleya y Constantino Suárez en sus conocidos repertorios de cubanismos─, lo que se produce en la porción final de estos adjetivos no es la eliminación de una consonante, sino el cambio de una por otra.

Al margen de la historia de cada una de estas palabras y sus consiguientes diferencias, hay una indiscutible comunidad entre ellas. Creaciones lexicales puramente cubanas, las tres tienen igual clase gramatical (son adjetivos), similar connotación (despectiva) y análoga estructura, integrada por una base (blanco, diente, encuero) y un segmento terminal –uzo(a) ~ –uso(a), claramente derivativo.

El hecho de que, salvo la observación de Joan Corominas a la voz pelusa en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, ninguna obra gramatical ni lexicográfica de importancia afirme la existencia de un sufijo –uso, –usa, y de que, por lo contrario, tanto en el diccionario de Moliner como en el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, de Manuel Seco, y en la Nueva gramática de la lengua española se reconozca el sufijo despectivo –uzo y su forma femenina, –uza, permiten reinterpretar, en sincronía, estas tres palabras, y defender la pertinencia de la grafía z en su escritura.

Sea que prime el criterio de la pronunciación o el morfológico, sea que se tomen en cuenta ambos, lo importante es fijar un tratamiento gráfico uniforme para las tres palabras, atendiendo a la semejanza de sus terminaciones.

Obrar como el DEEC y el DAMER es harto desaconsejable. Las autoras del primer inventario léxico eligen z como grafía exclusiva para dientuzo y blancuzo. Pero en el ejemplo que ponen de esta última, la palabra aparece con s; y, en cuanto a encueruzo, dan por buenas ambas grafías, aunque registran como primaria o preferente la forma encueruso. El DAMER, por su parte, a pesar de que asienta en igualdad de condiciones dientuzo ~ dientuso y blancuzo ~ blancuso, solo admite encueruso.

Pedro de Jesús

Texto de Pedro de Jesús
Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua. Narrador y ensayista. Premio Alejo Carpentier.

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