La esquina de Escambray: Calzar el zapato ajeno

La empatía no es cuestión de coser y cantar, sino de irle ganando terreno a la inercia y la desidia con la mayor honestidad

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La esquina de Escambray.

Empatía es una palabra de moda. Leo y escucho el término a diario, se repite una y otra vez por todos lados, no hay escenario donde no aparezca alguien reclamando la necesidad de empatía entre nosotros, aunque algunos no la tengan clara o desconozcan su verdadero significado.

En buen cubano se trata de no ser antipáticos o desagradables, pero el sentido actual y su definición más exacta es lograr la participación de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos del otro. Es decir, ponerse en el lugar del otro, sentir como propio el problema o el conflicto ajeno.

Cuando somos empáticos nos ayudamos, expresamos amor, preocupación por los demás y como resultado damos muestras reales de altruismo, algo tan a la vista en los duros tiempos que hemos vivido y tenemos por delante.

Esa capacidad, desarrollada desde la sincera convicción de ayudar y proteger al otro, es fundamental para comprender el comportamiento que se asume ante las circunstancias que impone la vida y más: entiendes la forma y manera como los demás toman decisiones que no necesariamente tienen que coincidir con nuestra forma y manera de resolución ante un problema.

Cuando se habla de la urgencia que tiene Cuba de atender las necesidades sentidas de su gente menos favorecida, de resolver viejos problemas acumulados por dejadez o falta de recursos, de apoyarnos los unos en los otros, de hacer de las acciones colectivas un estilo de trabajo desde los barrios y comunidades, nos están diciendo que en la empatía está la clave de casi todo, que es necesario saber escuchar a los demás, entender sus problemas y emociones, (r)establecer la conexión, identificarnos con ellos.

Esa actitud positiva lleva sin dudas a relaciones saludables con las comunidades y consigue una mejor convivencia, en armonía y paz. ¿Acaso no fue la empatía la que hizo librar una batalla sin cuartel contra la pandemia de covid durante casi dos años? ¿No es la empatía la responsable del accionar de las organizaciones e instituciones de gobierno en los grupos más vulnerables? ¿La necesidad de empatía no ha generado un nuevo Código de las Familias y cambios sustanciales en el Código Penal cubano?

El relacionamiento con los otros para mantener el equilibrio emocional y material en sus vidas, comprender, motivar y ayudar a los demás cuando atraviesan por un mal momento, lleva a que la sociedad cubana desarrolle una mejor colaboración y entendimiento entre sus actores.

Cuando se es empático, se es también asertivo y resiliente, aunque medien algunas diferencias conceptuales. Está claro que la asertividad y la praxis resiliente llevan a defender nuestras convicciones, pero si no eres capaz de entenderlas, de calzar el zapato ajeno, ponerte un segundo en el lugar del otro, no haces otra cosa que invocar y presumir lo que no eres, ni practicas.

Se hace vital respetar y tolerar todas las ideas que surgen, discutirlas y solucionarlas desde el entendimiento preciso, la superación de las adversidades para llegar a un futuro mejor. Estamos en un punto donde los hechos determinan demasiado, el saber escuchar y dar la mano con sinceridad, logrando que el otro perciba los latidos del corazón. De eso se trata cuando se pide a gritos la empatía. No es cuestión de coser y cantar, es cuestión de irle ganando terreno a la inercia y la desidia con la mayor honestidad.

Carlo Figueroa

Texto de Carlo Figueroa

Comentario

  1. Genial su texto Carlo. Ojalá los antipaticos sean los primeros en leer y asimilar ésta definición de la empatía. Y cuanta empatía existe hoy en el ejercicio de nuestro empático sistema social revolucionario. Gracias siempre Carlo Figueroa, empático y valioso en nuestros medios.

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