Los reyes de El Guaniquí (+fotos y video)

Transformar el bejuco en muebles u otros objetos, distingue a los integrantes del taller de artesanía de La Aurora. El vínculo con los habitantes de esta comunidad espirituana resulta cada vez más imprescindible

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Osmany no solo fue el promotor, es también el alma y guía de los seis trabajadores del taller artístico de La Aurora. (Fotos: Xiomara Alsina/Escambray).

En plena madrugada tres jóvenes baracoenses que laboran como artesanos en el taller El Guaniquí, de la comunidad espirituana de La Aurora, salen a desafiar el monte. Su propósito: encontrar bejucos que crecen como plantas parásitas en los árboles o en cualquier vegetación próxima a los ríos y cañadas. Al frente va Osmany Idalberto Lorenzo Rodríguez, a quien ellos llaman jefe, pero que en realidad es el promotor, el alma y guía de esta tropa.

A pesar de las habilidades adquiridas, la tarea es compleja, pues no todos los bejucos tienen utilidad y ellos deben saber identificarlos según su tamaño, textura o color, para luego cortarlos y clasificarlos. “En ocasiones caminamos con la carga al hombro por dentro de un río, antes de salir a tierra y poder trasladarla hasta el taller, donde comienza el proceso de preparación”, asegura uno de los jóvenes.

Esa es la razón por la que Osmany, el artesano devenido licenciado en Derecho y trabajador por cuenta propia, refiere que el arte comienza en el monte, con esa recolección detallada de la materia prima destinada a sus confecciones.

 El guaniquiqui, tal y como lo nombraron los aborígenes —aunque el guajiro criollo le llama bejuco de canasta—, es un recurso natural de mucho uso desde nuestros antepasados, esos que aprendieron a utilizarlo para fabricar cestas destinadas a la recogida de frutas, viandas, granos y huevos o en la confección de anaqueles.

“Al taller acuden personas de muchas partes del país, incluso extranjeros”, asegura Yunia, la dependienta.

EL DESPERTAR DE UN SUEÑO

“Este proyecto lo iniciamos mi difunta esposa y yo hace más de 26 años —aclara Osmany— y fue en el portal de una casa de la calle Primero de Mayo, en Taguasco. Allí procesábamosla fibra para la cestería que nos solicitaban algunas personas y entidades, actividad que hacíamos en los ratos libres.

“Cuando era apenas un niño ya me interesaba por el trabajo con la fibra, me apoyaba en las enseñanzas de un tío que venía de Villa Clara hasta mi casa, en la finca Pozo Azul, de Taguasco, para tejer canastas por encargos de los campesinos”, argumenta Osmany.

Pero fue en La Aurora, donde desde hace más de seis años vive Osmany, que comenzó a hacer realidad aquel sueño de ampliar las producciones para convertir el sitio en un taller artístico, atendiendo a la demanda de los surtidos y a la posición geográfica de la vivienda, situada en el kilómetro 378 de la Carretera Central.

 Solo que la partida física de la esposa le impuso nuevos retos a la familia, a fin de levantar los ánimos y poder seguir con la idea del emprendimiento. “En eso fue determinante la actitud de mis hijos que me estimularon para continuar con este proyecto, por lo que retomamos la artesanía utilitaria como un verdadero negocio, ya que hasta ese momento solo comercializábamos algunos productos que se hacían por inspiración”, revela Osmany.

Osmany, el artesano devenido licenciado en Derecho y trabajador por cuenta propia, refiere que el arte comienza en el monte.

EL ARTE TAMBIÉN SE APRENDE

Convencido están los seis integrantes de El Guaniquí de que a la vuelta de unos años el proyecto se convirtió en un taller artístico, que brinda a las personas de la comunidad la posibilidad de aprender y sin ser especialistas en la materia, desempeñarse en varios de los procesos relacionados con la preparación de la fibra. Incluso, cuando existen picos de producción en tejidos, se convoca a los vecinos para que de manera provisional se sumen a estas labores y se les remunera por ello.

Bien lo sabe la trilogía de jóvenes descendientes de la familia Legrá, de Baracoa, en Guantánamo, que llegaron en busca de empleo y hasta hoy permanecen activos desandando el camino del arte a partir del uso del guaniquiqui, un oficio que dominan y disfrutan, según sus propias palabras.

“Nadie nace sabiendo, pero cuando uno se propone algo y pone de su parte, lo logra —confiesa Daniesky, quien lleva ocho años residiendo en La Aurora—. Nunca pensé que me convertiría en artesano del mimbre, labor que en mi tierra no se hace, pero poco a poco he conocido lo relacionado con esta labor”.

En cambio, Daniel, su hermano, es capaz de escoger entre muchos los artículos hechos por él y Moisés, que llegó a Sancti Spíritus por situaciones de la vida, agradece a los primos la oportunidad de formarse junto a ellos.

 Para Yunia Borroto, una de las beneficiadas con la creación de empleos en esta comunidad, la apertura del taller le permitió estrechar lazos con personas que llegan de cualquier parte de Cuba y el mundo atraídos por los objetos artesanales que allí se venden.

“La idea de exponer esta artesanía utilitaria y la calidad con que se trabaja atrae a los clientes. Aquí tenemos variedades de cestos, muebles, carteras, canastas, escobas, cepillos, mazos de bejucos para la reparación de objetos, sogas…, más de 70 surtidos conforman nuestro catálogo, y cuando no hay compradores, me pongo a tejer la fibra o dar barniz a las piezas, porque es algo que puedo hacer con facilidad”.

Igualmente significativo ha sido el papel de Marislenis Hernández Matienzo, la administradora, que aprendió a sacar mejor las cuentas y a combinar las labores del hogar con la de controlar los recursos, recibir la producción, guardar las herramientas y cerrar las áreas de labor. “Gracias a las enseñanzas de Osmany, que me tomó de la mano y me guio, ahora organizamos el día a día en este taller”.

El guaniquiqui, tal y como lo nombraron los aborígenes, es un recurso natural de mucha utilidad.

EL OTRO OSMANY

Del taller a la gestión de un contrato, a la búsqueda de nuevos encadenamientos con otros emprendimientos secundarios que tributan sus producciones a El Guaniquí, muchos de estos dispersos por Taguasco, Trinidad, Cabaiguán o fuera de la provincia, en la región oriental o en las provincias vecinas…, así pasa el tiempo Osmany, el incansable creador, el padre y el trabajador por cuenta propia que también tributa sus muebles a los programas de Seguridad Social del territorio, con beneficios económicos que le permiten ayudar a las familias más necesitadas.

En su actuar figuran muchos resultados, algunos relacionados con el desempeño como cuadro profesional en varios frentes, durante buena etapa de su vida, pero ahora, además de su labor como artesano y representante del taller artístico El Guaniquí, una nueva tarea lo mantiene ocupado desde que fue electo como delegado de la circunscripción del Poder Popular en La Aurora.

“Se trata de otro reto —afirma Osmany—, porque demanda de mucha entrega para no hacer quedar mal a mis electores. Acaba de desarrollarse una jornada de la Cultura sin precedentes, con el auspicio de los factores comunitarios y la ayuda de todos los cuentapropistas del barrio, que se sumaron sin reparos a cada actividad. Así sigo desandando caminos para hacer más placentera mi vida, la de la familia y la de de los residentes en este sitio de la geografía espirituana”.

Xiomara Alsina

Texto de Xiomara Alsina
Reportera de Escambray por más de dos décadas. Especializada en temas socioeconómicos.

Comentario

  1. Buenas tardes, interesante articulo, hace años tuve un prtofesor de los fundamentos politicos, en la ESBUC Francisco Leiti Vidal, con ese mismo nombre y su Esposa, Nidia, tambien era profesora, personas maravillosas, de ser el, me gustaria contactarlo.

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