Un médico espirituano en el Cuerno de África (+fotos)

El doctor Yosjander Companioni Maya, especialista de primer grado en Dermatología, lleva casi 11 meses escribiendo historias de solidaridad en uno de los lugares más áridos del planeta

sancti spiritus, africa, medicos espirituanos, dermatologia, coloboracion medica
La población infantil sufre enfermedades de la piel propias del continente africano. (Fotos: Cortesía del entrevistado)

“Guantanamera, guajira guantanamera, guantanamera…”; el canto viene del pórtico de una casa. Una señora con su turbante, collares y pulseras africanas entona el estribillo de este clásico de la música cubana, y el doctor espirituano Yosjander Companioni Maya, especialista de primer grado en Dermatología, se ruboriza hasta la punta de los pies. En el mismo Cuerno de África, en la República de Djibouti, alguien tararea los versos de Joseíto Fernández, los que más remembranzas le traen de Cuba.

Sentado a la mesa en una de las consultas del Hospital Balbala “Cheiko”, también conocido como Hospital Italiano, el más antiguo de la región, escribe vía WhatsApp cómo se vive el asombro del cariño por Cuba, cómo es un día de salvación humana y cómo la gente humilde de allí trae el agradecimiento retratado en los ojos.

El especialista espirituano labora en el Hospital Balbala “Cheiko”, también conocido como Hospital Italiano, el más antiguo de la región.

“Por los años que lleva la colaboración médica cubana en Djibouti —desde 2001— ya nos conocen. Usted va caminando y desde el otro lado de la calle gritan: ‘¡Viva Fidel!’; también buscan aprenderse palabras en español para intercambiar con nosotros. ‘¡Hola, doctor!’, ‘¿Cómo está?’, ‘¿Y su familia?’. Son frases cortas, fragmentos de canciones, incluso, y es visible el deseo de agradarnos y mantener con nosotros una relación de amistad.

“Acá, el primer desafío es el idioma. Se habla francés, somalí, afar, inglés, y constantemente tienes que aprender palabras básicas para comunicarte”.

Venidos, quizás, de los parajes desérticos que rodean el lago Assal, el lugar más cálido del planeta y con una concentración de sal mayor que la del Mar Muerto, los pacientes llegan a consulta con enfermedades no acostumbradas a tratar en Cuba —comenta el doctor Yosjander—, “en muchos casos agravadas por el tiempo de evolución y por la cultura sanitaria que existe en Djibouti, un país muy religioso con normas y conductas sociales, a las que debemos respeto”.

En su experiencia profesional en Djibouti se ha enfrentado a padecimientos dermatológicos en estadios avanzados, cuyos tratamientos han puesto a prueba su pericia médica.

“Ellos practican mucho los métodos tradicionales, los llamados remedios caseros; desde quemarse con un cigarro para aliviar el dolor, hasta untarse en la cara y en diferentes partes del cuerpo preparados de hierbas y de otros componentes, cuyos efectos terapéuticos no están científicamente demostrados; por tanto, llegan en un estado bastante comprometido.

“Con apego a los actuares y protocolos a los que estamos acostumbrados en Cuba, y demostrando a los médicos nacionales la efectividad de estos, les hemos indicado el tratamiento, y la terapia ha sido exitosa.  

“Hemos tenido pacientes con eritrodermia (enrojecimiento de la piel, acompañado de descamación de esta) que han llegado en estado crítico, los hemos ingresado, y con la paciencia y la sistematicidad que requiere el abordaje de una enfermedad como esta, hemos logrado la curación”.

No lejana en el tiempo está la anécdota de aquel paciente que llegó con lesiones tratadas, muy tratadas —enfatiza el doctor—, y finalmente los estudios arrojaron como diagnóstico un tumor. Luego de la operación, la persona volvió a casa recuperada. Los familiares agradecidos volvían una y otra vez, y se convirtió en un rito verlos en el hospital, nada más para darnos los saludos y buenos deseos. “¡Alhamdulilah!, ¡insha allah!, ¡Merci!”, dicen y se ponen la mano en el pecho, del lado del corazón.

Quizás porque en más de un recodo de Djibouti se hable de los actos de fe de los médicos cubanos, un hombre largo y huesudo vino desde el corazón del desierto en busca de auxilio. Sostenía en sus manos un amuleto de cuero, lleno de hierbas y versos del Corán. Hablaba en somalí y apenas alcanzaba a pronunciar palabra. No hizo falta, el examen clínico y luego el resultado de la biopsia lo confirmó: padecía lepra.

“Ya la tenía en un estado avanzado y con complicaciones: afectaciones de los miembros periféricos, anestesia de ambos brazos y ambos pies; es decir, a la exploración física de pincharlo con una aguja no sentía nada. Presentaba, además, úlceras en los pies y las manos, propio de pacientes cuando pierden la sensibilidad. Le faltaban falanges, pedacitos de los dedos porque esta es una manifestación de la enfermedad. Reabsorción ósea se llama eso. Era un enfermo joven, de 47 años. Ya en ese momento era evidente su dificultad para caminar. En este caso, no pudimos hacer mucho por lo tardío que llegó a nuestros servicios; pero se sintió atendido y tratado como un ser humano”.

Y es que, sin proponérselo, los doctores cubanos aquí también sanan almas; no solo con fármacos se curan las personas. Ginecólogos, pediatras, intensivistas, neonatólogos, psiquiatras, otorrinos, anestesiólogos, cada uno, desde su especialidad, construyen su historia en Djibouti. Además del examen físico, el auscultar y tocar, la receta y el medicamento; están la sonrisa, la palabra gentil.

“Es un honor traer a este continente, uno de los más antiguos, todos nuestros conocimientos y los aportes que podemos hacer desde el punto de vista científico con nuevos protocolos, con las nuevas tendencias de la Medicina.

“El ensamble entre los profesionales nacionales y nosotros ha sido muy bueno, con respeto y apego a sus costumbres, a su cultura. Ambas partes hemos aprendido; hay una retroalimentación bidireccional sorprendente.

“Por este acercamiento y la confianza ya en el actuar médico de los cubanos, doctores de este país traen a sus hijos aquí, cuando ellos se enferman y agradecemos, en verdad, ese reconocimiento”.

Casi amanece en el Cuerno de África y el tiempo se ha ido a tropel para el doctor Yosjander, quien pone punto final a las líneas solicitadas, vía WhatsApp, por esta reportera. Pocas horas faltan para volver al hospital, hoy le espera una niña de la etnia Afar, ingresada por la gravedad de las lesiones en la piel. Tiene ojos vivarachos y mirada escrutadora; con seguridad, en años, no olvidará los rostros de sus médicos de cabecera, los salvadores de hoy.  

Arelys García Acosta

Texto de Arelys García Acosta
Máster en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus. Especializada en temas sociales.

Comentario

  1. Sandra Alina Ramírez Valdivia

    Excelente profesional y ser humano

Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *