De Dos Ríos al altar de la Patria

El Héroe Nacional de Cuba, José Martí Pérez, cayó en combate el 19 de mayo de 1895 y fue sepultado varias veces hasta donde actualmente se encuentran sus restos, en el cementerio patrimonial Santa Ifigenia

El 19 de mayo de 1895 cayó en combate el Héroe Nacional José Martí.

El 18 de mayo de 1895, desde el campamento de Dos Ríos, José Martí le escribió a uno de sus mejores amigos: el mexicano Manuel Antonio Mercado y de la Paz. “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber”. Así lo describió el cubano porque sabía que, como no tenía experiencia militar, corría peligro en la manigua insurrecta. Martí le explicó a Mercado el objetivo fundamental de la Guerra Necesaria cuando expresó: “… impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”. Usó varios calificativos para referirse a los Estados Unidos como “norte revuelto y brutal”. Cegar el camino de la anexión fue tarea de primer orden para José Martí.

Esta misiva no llegó a manos de su destinatario y, en pleno siglo XXI, constituye un testamento político sin precedentes, en el que Martí alerta sobre las intenciones de América del Norte. En sus últimas líneas expresó: “Pero no desaparecería mi pensamiento, ni agriaría mi oscuridad”, y su frase no ha perdido vigencia. A Martí volvemos siempre.

Al otro día, 19 de mayo, inició un combate cerca del campamento y Gómez decidió que Martí se mantuviera en la retaguardia junto a Bartolomé Masó. Se fraccionaron las tropas y Martí no cumplió la orden, le pidió un revólver a Ángel de la Guardia y fue a pelear. Era su primer combate. Ambos, en la manigua, fueron recibidos por los tiros de los españoles al mando de José Ximénez Sandoval. El delegado del Partido Revolucionario Cubano cae de su caballo luego del impacto de tres balas; el sol se refleja en su cara. Los enemigos han matado al cubano más valioso de la tropa.

Murió en combate el hombre que tanto había apostado por la unificación de las fuerzas en el exilio, el gran pensador y gestor de la guerra de 1895; el más universal de todos los cubanos.

Sobre la cripta donde descansan sus restos siempre incide un rayo de luz.

CORTEJOS FÚNEBRES PARA EL MAESTRO

Se dice que el plomo español impactó a José Martí sobre las dos de la tarde. Veinticinco horas después fue enterrado, sin caja, en una fosa en Remanganagua. Sobre su cuerpo sepultaron también a un sargento español caído en la misma acción. El 22 de mayo llegó al poblado el doctor Pablo Valencia y su ayudante con el propósito de exhumar el cadáver, identificarlo y embalsamarlo para trasladarlo hacia Santiago de Cuba.

El 25 de mayo el cortejo fúnebre llegó a Palma Soriano y dejó el cadáver inicialmente en la Plaza de Armas (hoy parque Martí) y luego fue trasladado a un cuartel de la milicia local. El 27, ocho días después de la caída en combate del Maestro, sus restos fueron colocados en la galería sur del cementerio Santa Ifigenia.

El tercer entierro de Martí ocurrió en 1907, durante la Segunda Intervención Norteamericana. Se extrajeron sus restos y fueron colocados en una urna de plomo dentro de otra de caoba, con la inscripción: “Martí”. Fue depositada en el mismo nicho del cementerio santiaguero.

En septiembre de 1947 tuvo lugar el cuarto entierro, al trasladar sus restos al Retablo de los Héroes, debido a la construcción del mausoleo. Allí permanecieron hasta el 29 de junio de 1951, cuando fueron llevados a la sede del Gobierno en Santiago de Cuba para iniciar los honores del quinto entierro.

El 30 de junio el cortejo fúnebre partió y recorrió las calles céntricas de esa urbe oriental. A su paso, el pueblo dejó caer rosas blancas. En la necrópolis lo esperaron los veteranos de la guerra, quienes entregaron al presidente de entonces, Carlos Prío Socarrás, la urna para colocarlo en la cripta donde hasta hoy reposan sus restos.

EN SANTA IFIGENIA: EL ALTAR DE LA PATRIA

El mausoleo, construido durante la segunda mitad de la década del 40, está conformado por un conjunto arquitectónico de 26 metros de altura y 86 de largo, incluidas la cámara funeraria y áreas exteriores.

La forma hexagonal del mausoleo en el cementerio Santa Ifigenia se corresponde con el número de provincias de la isla en aquel momento, representadas cada una por sus atributos. En el interior se observan el escudo de la Palma Real y los de las naciones americanas, tras los cuales hay un puñado de tierra de cada país.

Los mármoles del piso conforman una estrella como expresión de los rasgos fundamentales de su pensamiento: independencia, soberanía, unidad, libertad y coraje. Las piedras de jaimanita con las que fue edificado el mausoleo hacen referencia al occidente del país que lo vio nacer, los mármoles de la antigua Isla de Pinos, donde estuvo durante su infancia, y los 28 monolitos que lo custodian, a los campamentos desde el desembarco en Playita de Cajobabo hasta su caída en combate en Dos Ríos.

La escultura de José Martí fue hecha en mármol italiano de Carrara, que, por ser blanca sin vetas, simboliza la pureza de los ideales del Apóstol. Se encuentra de frente, al este, por donde nace el Sol en el oriente de la isla.

El escultor de la pieza, Mario Santí, muestra a Martí sentado sobre una peña y escribiendo sobre su rodilla izquierda, con lo que representó al maestro, poeta, escritor, periodista e intelectual, meditando y que se le ha caído una hoja de papel, demostrando al Martí preocupado por la situación de América.

Sobre la cripta donde reposan sus restos siempre incide un rayo de luz. Desde el 2002, en el mausoleo se realiza una guardia de honor permanente desde el amanecer hasta el ocaso.

Años más tarde, en su entrada, se colocó la llama eterna que rinde honor a los mártires desconocidos de la nación cubana.

Adriana Alfonso Martín

Texto de Adriana Alfonso Martín

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