26 de Julio: un reparto sin 15 (+Fotos)

Estigmatizado por su atipicidad constructiva, el “26 de Julio” ha permanecido por décadas huérfano de estrategias que lo protejan Puede que ya los sábados las imágenes no remeden tanto las de algún país pobrísimo del Tercer Mundo, con las vecinas apilonadas junto a una llave colectiva, medianamente soterrada, lavando ropa

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El rescate del parque a la entrada del reparto, un viejo anhelo concretado en abril de este año. (Foto: Vicente Brito/Escambray)

Estigmatizado por su atipicidad constructiva, el “26 de Julio” ha permanecido por décadas huérfano de estrategias que lo protejan

Puede que ya los sábados las imágenes no remeden tanto las de algún país pobrísimo del Tercer Mundo, con las vecinas apilonadas junto a una llave colectiva, medianamente soterrada, lavando ropa y tendiendo a la orilla de la carretera mientras cerdos y caballos bloquean los accesos a algún que otro hogar. Puede que muchos de quienes perdieron la integridad de su estructura ósea cargando agua a cualquier hora del día o de la noche ahora dispongan de cisternas y tanques elevados para suplir sus carencias del líquido vital. Puede que hasta se haya extraviado la perspectiva de un problema casi tan viejo como el propio reparto, pero incluso así no pocos moradores sienten la angustia como el primer día.

“¿Tanques? ¿Con qué dinero?”, responde Odilia Rojas Valle, una anciana en cuya vivienda de planta alta, que habita desde hace 17 años, las tuberías se secaron definitivamente meses después de ella llegar allí, luego de escurrir, pero solo en las madrugadas, lo que el resto de la ciudad no utilizaba en esos horarios. Desde entonces desoye las prescripciones médicas de no cargar ni un cubo debido a su delicado estado de salud. “¿Y cómo me las voy a arreglar si no vengo hasta aquí?”, inquiere nuevamente junto a la llave improvisada a unos 60 metros de su domicilio, luego de relatar que, en aras del ahorro, limpia con la misma agua que emplea en el lavado de la ropa.

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A la vivienda de Odilia Rojas, en el Módulo 18, hace más de 15 años que no sube el agua. (Foto: Vicente Brito/Escambray)

Nacido gracias a la voluntad de autoridades locales que desafiaron las privaciones de un período negro en la realidad cubana, a modo de estrategia de beneficio para moradores de barrios marginales o con situaciones familiares críticas, el reparto 26 de Julio surgió como un conglomerado de casas inicialmente denominado Las 500, en un flanco periférico del sureste de la ciudad cabecera bordeado por una cañada. Las torceduras que sufrió desde su gestación no se debieron exclusivamente al empleo de una modalidad constructiva conocida como de bajo costo, dado el bajo consumo material y energético que luego se multiplicaría en incontables gastos destinados a reparaciones de diversa índole.

El descontrol que acompañó las labores entre 1992 y hasta pasado un lustro después, emprendidas mayoritariamente por microbrigadistas y sin parámetros aceptables de calidad; la desatención a las alertas de especialistas y consultantes, sobre todo en lo relativo al abasto de agua, unido a la precariedad de la infraestructura urbana y de servicios públicos, derivaron en mutaciones que marcarían definitivamente la demarcación.

Sin contar los relativos a la mala cimentación de algunos módulos o a la ausencia de transporte —resuelta hará apenas dos años—, ciertos lastres, como las fisuras en paredes, cuya concepción no incluía repello; las filtraciones en techos y entrepisos, la imagen deplorable derivada del desorden constructivo, la falta de agua en los domicilios, la anarquía en la convivencia y el descuido de áreas verdes de uso comunal continúan coloreando en alguna medida el paisaje de un barrio residencial con nombre glorioso.

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Al desorden urbanístico y las ilegalidades en materia constructiva se une el mal estado de los viales. (Foto: Vicente Brito/Escambray)

¿LA PORTELIÑA ESPIRITUANA?

Con tal paralelismo, alusivo a la telenovela brasileña de turno, Saimé Cabrera Gutiérrez, trabajadora de Etecsa, puso el dedo sobre varias de las llagas que aquejan a los moradores de aquel sitio. A los asuntos ya mencionados sumaba, al escribir, la falta de un adecuado alumbrado público en la parte colindante con las proximidades de la Terminal Interprovincial, lo cual deriva, según confirmó Iliana González, delegada de la Circunscripción No. 104 del Consejo Popular Jesús María, en el desplazamiento hacia allí de individuos que evaden a las autoridades policiales luego de protagonizar actos delictivos.

“Es cierto, esto es como una especie de favela, pero no creo que a tal punto. Nosotros tenemos parte de la culpa, porque al otro día de pintar un supiadero lo cubrimos de basura por fuera”, opina Bernarda Rodríguez, una de las beneficiarias de las primeras 130 casas que se entregaron en agosto de 1994 y quien no entiende que a ese barrio jamás le hayan “pasado la mano” en materia constructiva.

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La bodega, que durante casi dos décadas semejó un agromercado, finalmente adquirió una imagen acorde con su denominación. (Foto: Vicente Brito/Escambray)

Lilian Pérez Fonseca, también fundadora, suscribe la comparación al pie de la letra y más bien estima que se queda corta. Apunta hacia el balcón al borde del derrumbe y luego se voltea para mostrar el techo quebrado sobre su cabeza.

En el caserío de trazado irregular, donde resulta casi imposible orientarse por la enumeración aleatoria de sus módulos y lo enrevesado de algunas estructuras (lo que para unos es el frente para otros es el traspatio), no han faltado representantes de gobierno que den la cara por sus electores. Pero incluso Raúl Martínez, el más parecido a Juvenal Antena —salvando las distancias— por su manera de captar los problemas y su empeño en auxiliarse de una especie de junta directiva, se estrelló entre 2002 y 2005 contra la misma incomprensión y la falta de apoyo de las entidades administrativas que ahora generan disgustos en las delegadas de las dos circunscripciones, donde, según un reciente conteo de la Dirección Municipal de la Vivienda, están enmarcados 75 módulos con 510 domicilios de las tipicidades originales (algunos se subdividieron) y casi tres decenas más de moradas aisladas, levantadas antes o después, entre ellas varias de tablas.

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En 21 años no se ha borrado la imagen deplorable de la mayoría de las viviendas. (Foto: Vicente Brito/Escambray)

En su tesis en opción al grado académico de Máster en Ciencias, que incluye sugerencias para regulaciones urbanísticas en el citado reparto, la arquitecta Yanina Wong Franco sostiene que el proyecto no contempló correctamente el drenaje natural de las aguas para la colocación de los módulos habitacionales, lo cual trajo consigo inundaciones en las viviendas en casos de abundantes lluvias y tupiciones en los registros sanitarios. Combustible para tal fuego subyacente devino la indisciplina social que por espacio de 21 años creció como mala hierba e hizo de los esfuerzos por ordenar y preservar la higiene un quebradero de cabeza. Súmese a lo ya dicho que el lugar fue dotado exclusivamente de una calle y contados viales accesorios, todos urgidos de una mirada protectora.

SURTIDORES LEJANOS, TECHOS ESQUIVOS Y MEJORAS

“La solución definitiva allí en lo tocante al agua es la rehabilitación de redes de la ciudad, el 26 de Julio no es el pollo del arroz con pollo; ya se presentó al INRH una parte del proyecto integral para procurar su financiamiento”, declara Alberto Eirín, al frente de la Delegación de Recursos Hidráulicos en la provincia, y agrega que también procuran una salida alternativa, cuyo proyecto está en proceso de diseño y deberá ser, igualmente, considerado en el nivel central.

“Consistiría en conectar una conductora y situar un tanque elevado, que está pensado en un área del reparto Carlos Roloff”, amplía. No lo dice, pero a esta reportera le consta: el albedrío ha parido tantas construcciones en áreas antes disponibles dentro de la comunidad que ya no se cuenta con espacios para el enclave de tan anhelado depósito.

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En lugar de supiaderos bien conservados pueden verse cúmulos de basura como este. (Foto: Vicente Brito/Escambray)

Respecto al deterioro de las cubiertas, en muchos casos agravado por la colocación encima de ellas de recipientes de hormigón para almacenar agua, Yudith Pérez Ramírez, vicepresidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular, hizo a Escambray partícipe de una buena nueva: atendiendo a lo crítico del asunto y a las demandas de las dos delegadas (se incluye la Circunscripción No. 55, capitaneada por Yadira Díaz), el Consejo de la Administración en Sancti Spíritus acaba de romper el hielo, al incluir al reparto en un plan de rehabilitación y conservación en el que jamás había sido ni siquiera considerado al no estar compuesto por viviendas independientes ni por edificios multifamiliares. Ello se traduce en al menos 19 módulos a impermeabilizar en el venidero año (ya antes había recibido ese beneficio un número mayor) y cinco a los cuales se les prevé realizar una rehabilitación integral que incluiría trabajos de envergadura.

Insatisfecha con lo logrado, Elia Rosa Caballero, presidenta del Consejo Popular Jesús María, insta a reparar en cambios de consideración que han distinguido el año en curso de los anteriores: en abril renació el parquecito que a la entrada del “26” en sus tiempos fundacionales sirvió para el esparcimiento de los más jóvenes; donde antes estuvo un consultorio médico presta servicios la farmacia, uno de los establecimientos incluidos en el proyecto original; empeños universitarios han logrado desperezar, a la vez que instruir, con variadas propuestas de corte sociocultural; la crianza de cerdos pasó de hemorragia barrial a un reducido número de casos y la bodega finalmente exhibe una imagen acorde con esa denominación, aunque con filtraciones en el techo hasta hace pocos días.

Mas, no engañarse: a un costado de la ciudad cabecera sobrevive un enclave densamente poblado cuyos reclamos, por antiguos y desoídos, ya casi ni aparecen en los registros.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

3 comentarios

  1. Soy vivo en el reparto Carlos Roloff desde el año 1999, y a la suma de todo lo que se ah dicho anteriormente hay que sumarle los animales que tal vez ya lo cerdos no son un gran problema pero que aún continúan(cierto es que hay que buscarse la vida según cada cual pueda) son los caballos como hay vecinos que tienen en sus patios que parecen cuadras; con todo lo que esto suma las necesidades fisiológicas que realizan estos animales con lo incordio que ocasiona el mal olor, las moscas y enfermedades que producen. Con todo lo contado en este fabuloso articulo escrito por la periodista Delia Proenza hacen titanica la vida día a día la vida en estas dos comunidades tanto en el 26 de julio y en el Carlos Roloff. Pero lo peor de todo es como las autoridades de nuestra provincia años tras años nos van ignorando.

  2. Llevo más de 17 años viviendo en dicha vecindad y, en mi opinión, este lugar no existe para los directivos de las Empresas de la Construcción, Vivienda, Recursos Hidráulicos, Servicios Comunales y de la Asamblea Municipal del Poder Popular de nuestro municipio espirituano. Terraplenes que se prestan para servir de calle para quienes se transportan en carros y camiones, módulos con muchas filtraciones por la mala calidad constructiva, escasez de agua, construcciones ilegales sin tener licencias, aceras incompletas, vertederos que tienen más basura afuera que dentro, imágenes muy descoloridas de todos los módulos en general por falta de reparos y pintura… en fin… este reparto tiene más problemas que arreglos, y realmente arreglaron el parquecito y la tienda pero si se revisa bien, eso no es lo más importante. Y doy mil gracias porque al menos tenemos transporte como la Ruta 8 aunque no trabaje como corresponde según sus horarios y el paso de los carretones, además que la calle Carlos Roloff se mantiene más alumbrada que años atrás, exceptuando que aún queda un tramo muy oscuro de la feria al Reparto Militar. No obstante, les aseguro que este lugar tomara más vida y sus residentes estuvieran más cómodos si cada una de las empresas antes mencionadas retomaran el papel que les corresponde, como decía nuestra periodista Delia Proenza, antigua vecina de este barrio residencial de nombre tan glorioso: «26 de Julio».

  3. Se veia venir, apuros, terminaciones masivas para festejar fechas, caso omiso a tecnicos q abogan por la calidad, decisiones de jefes para ahorrar cemento, arena, acero y hasta instalaciones de barro no colegiadas en fin nada Bueno no saludable para el proceso constructivo de estos repartos al final problemas y mas problemas para sus moradores

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