La esquina de Escambray: Cómo lidiar con la incertidumbre cuando eres sospechoso de COVID-19

¿Dónde estuviste cada día? ¿Cómo fue tu relación con la persona que es positiva al virus? ¿Le diste la mano? ¿Qué hiciste en todo ese tiempo? ¿Estuviste en una cola? ¿Dónde pusiste tus manos? Ahí están las preguntas más simples y las respuestas más complejas

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La Esquina de Escambray este 23 de marzo.

Siempre que vas a opinar de un tema, cuando tienes que mostrar al mundo que te rodea una realidad por dura o noble que sea, lo ideal es estar ahí, vivir la experiencia, sentir en carne propia el hecho, compartir la risa o el llanto junto a los otros. Es una máxima que aprendí hace mucho y le aseguro que cuando realidad e historia están en armonía, todo fluye con mayor facilidad.

Hasta hace unas horas estuve entre los contactos de un compañero de trabajo que dio positivo a la COVID-19. La noticia llegó de golpe, estaba en la casa, era sábado por la tarde. Al principio y con mente ¿fría? la preocupación por el resto de mis colegas, seguir el protocolo y poner en la mochila lo básico para un viaje incierto y esperar.

Una sobre otra fueron cayendo las horas, las primeras 24, 48, 72… Entonces se apodera de ti una carga de ansiedad incapaz de describir. Unos y otros te llaman, se preocupan, quieres saber qué sucede, intentas a toda costa dar ánimo a los que te rodean, no duermes, tienes desgano para comer, no atinas a empezar y menos a terminar algo. Estás en medio de terreno movedizo, y para no caer te vales de todos los recursos que a diario aconsejas a los demás para lidiar con lo que ahora vives: miedo, inseguridad, temor a salir por la puerta de tu casa y no volver a ver el camino de regreso. Los niveles de estrés se disparan.

¿Cuántas veces vuelves sobre tus pasos en las últimas dos semanas antes de conocer la noticia? ¿Dónde estuviste cada día? ¿Cómo fue tu relación con la persona que lamentablemente ahora es positiva al virus? ¿Le diste la mano? ¿Lo abrazaste? ¿Qué hiciste en todo ese tiempo? ¿Estuviste en una cola? ¿Fuiste al cajero automático? ¿Con cuántos te reuniste para tomar un café? ¿Dónde pusiste tus manos? Ahí están las preguntas más simples y las respuestas más complejas. Sabes que esa información es la esencial, que de ella depende una cadena de posibles contagios, que es tu responsabilidad ponerlo todo en claro.

No hay manual que describa con exactitud esos días de aislamiento. Los expertos a diario hablan, alertan, te dicen lo que trae consigo mentir, el extraño y peligroso juego vida/enfermedad/muerte. Miras a tu alrededor y empiezas a soltar la nostalgia, a medir centímetro a centímetro tu vida que de la nada se convierte en intranquilidad, sientes que todo el peso de lo vivido hasta ahora está sobre tus hombros, que lo que está por hacer ahí se debe quedar. Te alientas, das ánimo, te aseguras que todo va a estar bien, enciendes una vela a tus guías espirituales, repasas una y otra vez.

¿A qué centro de aislamiento irás? ¿Tiene buenas condiciones? ¿Llevas todo lo necesario? ¿Tus medicamentos? ¿Qué ropa? ¿Cuáles libros escogiste? ¿La laptop está cargada? Te resumes en un par de bultos y pocas pertenencias. Simplificas tantos años de una manera brutal. Todo es nuevo y podrías empezar de cero, dependes de los exámenes, de un PCR, pones tu vida en las mejores manos, en manos de médicos, enfermeras, voluntarios de todos lados que se han sumado a la batalla. Calma y paciencia, repites una y otra vez. Calma y paciencia, la esperanza en que no pasa nada, que estás bien, no tienes síntomas, te vas a ir rápido a casa. Calma y paciencia que no vas a encontrar, aunque insistas hasta el infinito.

Cuando llega la buena noticia, esa que pregonas, que dices a los cuatro vientos, que confirma que eres negativo y todos los demás contactos, que puedes regresar al mundo de siempre, a regar tus plantas, a tomarte un café en las mañanas mientras lees los comentarios de tus amigos en las redes, entonces pones los pies en el piso de tu casa para sentir que estás vivo, que picó cerca, que fue un susto y nada más. Sin embargo, no es tan simple. Los días vividos dejan a su paso secuelas irreparables.

Nunca habrá suficientes maneras de agradecer a los que se preocupan por lograr a toda costa que termine el martirio que millones de personas sufren. Apenas eres un grano de arena en este complejo escenario, un ser humano más envuelto en la agonía y aunque todo te diga que estás bien, no estarás seguro hasta que sientas el pinchazo de la aguja sobre tu piel y el antídoto, la vacuna prodigiosa, correr por tu sangre. Ese será el momento en que definitivamente empieces a reinventarte.

Carlo Figueroa

Texto de Carlo Figueroa

2 comentarios

  1. Hasta hace unas horas estuve entre los contactos de un compañero de trabajo que dio positivo a la COVID-19.
    Una sobre otra fueron cayendo las horas, las primeras 24, 48, 72… Entonces se apodera de ti una carga de ansiedad incapaz de describir
    Estás en medio de terreno movedizo, y para no caer te vales de todos los recursos que a diario aconsejas a los demás para lidiar con lo que ahora vives: miedo, inseguridad, temor a salir por la puerta de tu casa y no volver a ver el camino de regreso. Los niveles de estrés se disparan.
    A qué centro de aislamiento irás? ¿Tiene buenas condiciones? ¿Llevas todo lo necesario? ¿Tus medicamentos? ¿Qué ropa? ¿Cuáles libros escogiste? ¿La laptop está cargada? Te resumes en un par de bultos y pocas pertenencias
    Cuántas veces vuelves sobre tus pasos en las últimas dos semanas antes de conocer la noticia? ¿Dónde estuviste cada día? ¿Cómo fue tu relación con la persona que lamentablemente ahora es positiva al virus? ¿Le diste la mano? ¿Lo abrazaste? ¿Qué hiciste en todo ese tiempo? ¿Estuviste en una cola? ¿Fuiste al cajero automático? ¿Con cuántos te reuniste para tomar un café? ¿Dónde pusiste tus manos? Ahí están las preguntas más simples y las respuestas más complejas. Sabes que esa información es la esencial, que de ella depende una cadena de posibles contagios, que es tu responsabilidad ponerlo todo en claro. Esto resume a lo que todo el mundo esta expuesto y nadie se quiere dar cuenta podran haber indisciplinados,narcisistas pero el tema de contagio por covid -19 pasa por muchos procesos que algunos no dependen del coportamiento individual de la persona sino de condiciones objetivas como : La necesidad imperiosa de trabajar para tener dinero y subsistir a riesgo de la vida sin depender de ti( coger botella para trabajar), la necesidad imperiosa y vital de estar en colas para poder comprar lo necesario para subsistir(las ansias, el estres rompen el equilibrio emocional y proviene el descuido involuntario,la ocupacion laboral en puestos vulnerables. Una pregunta cuantos en el pais se han contagiado con la covid por ser indisciplinados y no cumplir con los protocolos sanitarios y que porciento representa este segmento de poblacion del resto contagiado y del total que no se ha contagiado eso nadie lo sabe ni se va a saber nunca y entonces por que responsabilizamos a los que se contagian y los llamamos indisciplinados, es un facilismo para ocultar recogidas y aislamiento de contactos de casos confirmados con mas de 18 horas, malas condiciones higienicas sanitarias en esos centros, hay personas que se han contagiado en esos centros, conosco casos que han estado aislados en la misma habitacion donde sale un positivo, ya ese por isofacto va a resultar positivos , resultados de muestras atrasadas hasta mas de 72 horas y otras cosas mas lo cierto es que concuerdo con todo lo que plantea el periodista y en especial: Dónde estuviste cada día? ¿Cómo fue tu relación con la persona que es positiva al virus? ¿Le diste la mano? ¿Qué hiciste en todo ese tiempo? ¿Estuviste en una cola? ¿Dónde pusiste tus manos? Ahí están las preguntas más simples y las respuestas más complejas pues somos seres humanos.

  2. Es posible que cualquiera tenga que llevar una hoja de ruta en estos días. También una lista con quien conversa y cruzarse en la calle. Es lógico que también tenga una lista para las colas, las demoras en los papeleos,en carnet de identidad , organo de trabajo,oficoda y donde quiera k vamos. Por ejemplo hoy una reunión con todos los directivos de educación he invitados. Devo de acordarme el dia y la hora. Todos nos preguntamos para que son las redes de comunicación los correos electrónico,los .cu, com .Facebook Messenger, WhasApp. Telegram la radio la tv local y otras mas usadas por nosotros los cubanos que vino al dedo. Acaso es mejor tener que vernos la cara .para hablar casi siempre lo que ya sabemos. Es tanto que yo no recuerdo creo que fue el lunes pasado una reunión en el Gobierno con todos los municipio para lo mismo. Entonces nos cansamos de decir la distancia el aislamiento. Nos metemos los dias conectados revisando a revolico y demás cosas que a todos se le ocurre subir a la nube pero nadie hace un grupo para delegar funciones y trabajos,el colmo hasta panfilo se conecta y las direcciones de ssp no… Pero es mejor la reunión ahi hay agua fria cafe y asiento para tener al cuerpo esperando x alguien asintomaticos. Creo que lo dije todo.

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